Francia es un país con una larga y fuerte tradición revolucionaria, no ya por la revolución que aceleró la caída del Antiguo Régimen en 1789, sino también por los periodos revolucionarios que siguieron a lo largo del XIX. Pero también es un país con una gran tradición automovilística. Hoy repasamos los siete mejores coches franceses que jamás se han fabricado.

Porque los franceses han hecho muchos y buenos coches. Y en España podemos dar muy buena cuenta de ello. 

Durante décadas, el parque automovilístico español estaba compuesto por vehículos de Seat, principalmente, y también en gran medida, franceses. Sobre todo, modelos de Renault, gracias a FASA-Renault.

A los franceses les debemos algunas innovaciones tecnológicas que revolucionaron el sector del automóvil, como la tracción delantera que estrenó en Europa el Citroën Traction Avant o la famosa suspensión hidroneumática del Citroën DS.

Peugeot 402 Eclipse

Aunque no es el coche francés más conocido, merece estar entre los siete mejores jamás construidos, porque fue el primer coupé-cabriolet de la historia. Este concepto de vehículo que se puso tan de moda a principios de los 2000 ya existió nada menos que en 1937.

El Peugeot 402 Eclipse era una variante del 402 y tenía un techo rígido retráctil que se ocultaba en la parte trasera mediante un mecanismo manual, que más tarde sería eléctrico. 

Además, el 402 Eclipse fue el primer vehículo producido en Europa que disponía, de manera opcional, de un cambio automático. Montaba un motor de cuatro cilindros y 2.0 litros que producía 55 CV.

Citroën Traction Avant

El primer coche de calle de la historia en equipar tracción delantera fue en Estados Unidos, el Cord 810. El Citroën Traction Avant (tracción delantera) llegó más tarde, pero tiene el honor de ser el primero en Europa con esa configuración.

Lanzado en 1934, incorporaba numerosas innovaciones técnicas, aparte, por supuesto, de su tracción en las ruedas delanteras, lo cual, mejoraba sustancialmente la seguridad. Soluciones que, más tarde, terminarían llegando a otros coches de producción y la forma de concebir el automóvil.

Tenía un chasis monocasco, una carrocería de acero, soportes del motor hechos de goma, algo totalmente innovador, y suspensiones independientes en el eje delantero. Todo esto permitía una mayor rigidez torsional y aportaba un mayor confort a los pasajeros.

Originalmente, el motor era un 1.3 litros de 32 CV, pero fue evolucionando hasta un 1.9 litros que alcanzó los 65 CV. Se mantuvo en producción hasta que fue reemplazado por el Citroën DS en 1957. 

Citroën 2CV

Entre los siete mejores coches franceses jamás construidos es imposible que no estuviera el Citroën 2CV. Fue el coche que motorizó al país y también a otros países europeos. El equivalente al Escarabajo en Alemania, al Fiat 500 en Italia o a nuestro Seat 600. 

Concebido en los convulsos años 30 para ofrecer al pueblo francés un vehículo práctico y económico, los ingenieros de Citroën tuvieron que abandonar el proyecto TPV (Toute Petite Voiture, en francés) ante el avance de las tropas nazis, que invadieron Francia en mayo de 1940.

Hubo que esperar hasta 1948 para ver oficialmente el 2CV en el Salón de París, cuya producción arrancó un año más tarde. Pese a las críticas iniciales, su sencillez, su bajo coste de mantenimiento, su fiabilidad y su suspensión convencieron al público de varias generaciones. 

Tanto es así que se mantuvo en el mercado hasta 1990 y se vendieron 5.118.889 unidades.

Citroën DS

Como hemos dicho antes, el Traction Avant fue sustituido por el DS, uno de los mejores coches, no solo franceses sino en general de la historia del automóvil. 

Tras la Segunda Guerra Mundial, Francia intentaba recuperarse poco a poco. Una vez lanzado el 2CV, la casa francesa se puso manos a la obra para crear una nueva berlina. El proyecto fue encargado a Pierre Boulanger, André Lefébvre, Flaminio Bertoni y Paul Magès, quien se encargó de las suspensiones. 

Más tarde, fueron incluidos Pierre Franchiset y Walter Becchia. Todo un gran equipo para crear un gran automóvil. En mitad de la fase de creación del coche, sorprendió la muerte de Pierre Boulanger, como consecuencia de un accidente de tráfico.

Varios años de trabajo después, Citroën presentó su gran creación en el Salón del Automóvil de París en 1955 bajo el nombre DS 19. El número hacía referencia a la cilindrada, 1.9 litros. 

Posteriormente, fueron apareciendo nuevas versiones más potentes, 20, 21 y 23, con motores de 2, 2.1 y 2.3 litros. Cuando fue presentado, el DS 19 tuvo tanto éxito que, en apenas quince minutos, la marca de los chevrones recibió más de setecientos pedidos y, al final del primer día, superaba los doce mil.

Con un diseño innovador y rupturista y un impresionante despliegue tecnológico, fue uno de los vehículos más influyentes en toda la historia del automovilismo.

El DS estrenó las suspensiones hidroneumáticas, obra de Paul Magès. Se componía de cuatro esferas, una en cada rueda. Cada esfera estaba rellena la mitad de aceite y la otra mitad de nitrógeno, ambas partes separadas por una membrana. Cuando se cargaba mucho el coche, el aceite comprimía el nitrógeno.

Alpine A110

Los coches franceses tienen la etiqueta de confortables, sin aspiraciones deportivas. Vehículos para devorar tranquilamente muchos kilómetros. Y es así en muchos casos, pero no en todos. 

El Alpine A110 es uno de los coches más míticos de la década de los 60, especialmente, por su participación en el Campeonato del Mundo de Rallys. El proyecto corrió a cargo del diseñador italiano Giovanni Micheletti, que ideó una línea afilada y esbelta. Utilizaba un chasis tubular, motor trasero longitudinal y tracción posterior. 

Dependiendo de la versión, la potencia oscilaba entre los 66 CV del 1.1 litros, procedente del R8 Major, hasta los 140 CV del 1.6 litros SC. 

Renault 5

Justo este año se cumple el 50º aniversario de uno auténtico icono pop. Tal fue el éxito del Renault 5 que permitió a la marca del rombo liderar la lista de ventas en el país vecino durante 14 años. Ahí es nada.

En 1972, Bernard Hanon, director de proyectos de Renault, decidió crear un vehículo completamente nuevo que permitiera satisfacer las necesidades del publico más joven que demanda otro tipo de productor. 

El resultado fue un coche de 3,5 metros diseñado por Michel Boué, con buen espacio interior y algunas innovaciones interesantes, como los parachoques de poliéster, en lugar de metálicos, para absorber mejor los impactos, y el portón trasero. 

La gama se fue completando con el tiempo con diferentes variantes deportivas, en la que es obligatorio destacar el Renault 5 Turbo en los primeros años 80. 

Peugeot 205 GTI

El éxito del R5 fue tan rotundo que dejó a los otros fabricantes galos completamente vacíos en el segmento de los utilitarios. Peugeot atravesaba un momento delicado, tras la adquisición de Citroën y las filiales de Chrysler. En su gama tenía el 104, un coche que no tuvo mucha aceptación. Entonces nació el proyecto M24 en 1977 que daría vida al Peugeot 205.

En 1984 llegó la variante más deportiva, el 205 GTI, con un motor 1.6 litros de 105 CV. Sin embargo, aunque era una buena potencia para los estándares de la época, estaba muy por detrás de su gran rival, el Volkswagen Golf GTI. 

En 1985, la marca francesa lanzó un kit PTS (Peugeot-Talbot-Sport) que, mediante modificaciones en la culata, bielas, pistones, árbol de levas y colector de escape, aumentaba la potencia hasta los 125 CV.

Pero el modelo que acabaría atrayendo todas las miradas fue el 205 GTI con el motor 1.9 litros y 130 CV, motor procedente del Citroën BX GTI.