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Prueba Renault 4/4: el primer Renault que se fabricó en España

Prueba Renault 4/4
El Renault 4/4 simbolizaba el vehículo de la libertad en la posguerra

Prueba del Renault 4/4. Aunque parezca mentira, el Renault 4/4 –conocido así en España por contar con cuatro puertas, cuatro plazas reales y cuatro caballos fiscales, aunque su denominación comercial era Renault 4 CV– fue en realidad el precursor de poner a España sobre ruedas, tomando el testigo de lo realizado en Francia.

Allí, el Renault 4 CV simbolizaba el vehículo de la libertad en la posguerra. Aplaudido por los obreros, los comerciantes y también por los deportistas, el 4/4 caló entre todos los públicos y todas las generaciones, a lo que contribuía, sin duda, su gran amplitud interior.

Prueba Renault 4/4

Los ecos de esa buena reputación cosechada como palanca para democratizar el automóvil en Francia, llegaron también a España. De este modo, en 1951, es decir, más de cinco años antes de que Seat iniciara la fabricación de su mítico 600, un grupo de 71 apasionados del automóvil constituyó la compañía Fabricación de Automóviles Sociedad Anónima –la histórica FASA– con el objetivo de producir vehículos. ¡Ahí es nada! Con un capital social de 60 millones de pesetas (360.000 euros), pero sin el respaldo de ningún banco ni empresa transnacional, y eso sí, el permiso para fabricar el 4 CV bajo licencia de la marca del rombo, FASA tenía la intención de poner en el mercado en agosto de ese mismo año, 1951, las primeras unidades del 4/4.

Pero en España "las cosas de palacio siempre van despacio", y más en aquella época burocratizada hasta la extenuación, por lo que no fue hasta el 1 de octubre de 1953, dos años después, cuando por fin pudo salir de la línea de montaje de FASA en Valladolid el primer Renault 4 CV fabricado en España.

Con motivo del 120 aniversario de Renault, la marca del rombo me brindó la oportunidad de probar algunas de sus joyas más emblemáticas, entre ellas el 4 CV. Descubre en este vídeo las joyas de Renault, así como la prueba del Renault 4/4.

Prueba Renault 4/4: empieza la aventura

He de reconocer que el Renault 4/4 engaña a primera vista. Y es que tan sólo mide 3,6 metros de largo, por lo que lo primero que pensé es que mis 1,83 metros de altura no tenían sitio ahí dentro, y menos en la parte trasera. Pero, como señalaba, las apariencias engañan...

La cabra tira al monte, y tantos años haciendo la misma operación nada más sentarme al volante de un coche, mi mano derecha va automáticamente a tomar el cinturón de seguridad... pero no hay. No nos olvidemos de que estamos hablando de un 4 CV de 1953.

Para colmo de ausencias, tampoco hay espejos retrovisores exteriores ni reposacabezas, y aunque las imágenes que ilustran este reportaje muestran un día soleado, cuando realicé la prueba del Renault 4/4 caía una tormenta de proporciones bíblicas. En fin, un tipo del Atleti como yo está más que preparado para los vaivenes de la vida...

Agarro el volante de radio ultrafino, compruebo que la palanca del cambio –aún más fina y enclenque– está en punto muerto –es de tres velocidades, más la de retroceso, y la primera no sincronizada– y me dispongo a arrancar, y ¡demonios!, ¿dónde está el arranque? Está debajo del volante, bien escondido.

Como está cayendo la de Dios es Cristo, voy a activar el limpiaparabrisas. ¡Ups! Vuelvo a jurar en arameo. Cinco minutos tardo en encontrarlo; es una minúscula rosca debajo del salpicadero. 

Es el momento de iniciar la marcha y hacer la prueba del Renault 4/4, y como la cabra tira al monte, meto sin querer la marcha atrás, pues la primera se engrana como si fuera una segunda. Requiere su tiempo. Al igual que pillarle el tranquillo para iniciar la marcha, pues para que el Renault 4/4 eche a andar hay que levantar el pie del embrague bruscamente . Y entonces este pequeño torpedete empieza a rodar. ¡Aleluya!

Sigue lloviendo a mares, y el limpiaparabrisas, lento como un perezoso, apenas puede desalojar tanta agua. Y para mayor escarnio, el parabrisas empieza a empañarse... Cuánto reto es esta prueba del Renault 4/4.

Segunda, tercera... ¡Esto se mueve! Y me encanta la sensación de estar conduciendo pura historia. Llegan curvas y la dirección, muy poco precisa, no lo pone fácil; hay que hacer manos.

Pero lo más destacado llega a la hora de frenar el Renault 4/4. Los pedales, los tres, son diminutos, y eso que les han puesto unas tapas para que haya más superficie de contacto. Y la distancia entre ellos es tan pequeña, que cuando me estoy acercando a un semáforo, siento que el Renault 4/4 no termina de frenar, mientras que el motor se queja. Lógico, si estoy haciendo una suerte de punta-tacón...

Prueba Renault 4/4

Más retos. Es hora de incorporarse a la autopista, en este caso de peaje. Me acerco al poste de pago y, ¡demonios, si la ventana no se baja! Tampoco se sube; es fija. Solo se entreabre un ventanuco, por lo que al final tengo que abrir la puerta y bajarme del Renault 4/4. ¡Así se viajaba antes!

Solventada este problema, me queda poner a tope en esta prueba del Renault 4/4. Y cuando digo a tope es que alcance los 100 km/h, mientras vibra como una lavadora centrifugando. Entre lo que llueve y que los camiones parecen ir a la velocidad de la luz y cada que vez que me sobrepasan parece que fuera a volcar, la prueba del Renault 4/4 está siendo todo un máster... de los de verdad.  

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