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coches cabrios

El término ‘cabrio’ procede de acortar ‘cabriolet’ que es la palabra usada para referirse a un automóvil cuyo techo puede ponerse o quitarse. A grandes rasgos es un sinónimo de ‘descapotable’, aunque luego, dentro del concepto, existen distintas categorías en función del formato del techo y la carrocería.

Conviene recordar que los primeros automóviles era todos cabrios, puesto que los primeros coches derivaron de los carros de caballos, de los que tomaron la forma con el puesto de conducción abierto.

También hubo otros motivos para ello, algunos prácticos (prescindir del techo ahorraba peso, algo muy interesante dado que los motores de la época no eran muy potentes) y otros meramente estéticos (con el techo cerrado se asemejaban a vagones cerrados.

Actualmente la mayoría de cabrios son modelos con dos puertas, puesto que el hecho de emplear una carrocería de cuatro, sumando el hecho de la ausencia de techo, propone ciertos problemas a nivel de rigidez estructural.

Básicamente hay dos opciones de techo para estos vehículos, de lona o rígidos.

Los primeros son los más habituales, puesto que son más baratos, pesan menos y precisan de un sistema menos complejo para abrirse y cerrarse, hasta el punto de que en algunos casos la apertura y cierre se lleva a cabo de manera manual.

Entre los principales peros que se les puede poner es que su aislamiento térmico y acústico es peor, aunque es algo que en los últimos tiempos se ha paliado con las capotas hechas con varias capas; y que son más fáciles de romper por algún ladrón que quiera acceder al interior.

Los rígidos son menos comunes en el mercado (la variante RF de Mazda MX-5 es un ejemplo), precisan de un sistema electrohidráulico, son más caros, pero cuando están cerrados le confieren al vehículo un aspecto más propio de un cupé.

Los distintitos tipos de cabrio

La palabra más utilizada para referirse a este tipo de coches es la de ‘descapotable’, pero a la hora de la verdad hay diversos términos que hacen referencia a un coche a cielo abierto, muchos de los cuales se utilizan como sinónimos, pero que en realidad tienen ciertas particularidades que los diferencian entre sí.

Es por eso que vamos a realizar un repaso de los distintos conceptos y sobre que aspectos les caracterizan.

El primero es ‘convertible’ que se usa a menudo como sinónimo, pero que hace referencia a un descapotable cuya capota se abre, pero no llega a resguardarse dentro de la carrocería, quedando plegada a la vista siempre.

Otro muy común es ‘targa’, en el que solo hay una parte del techo que se desmonta, la que está situada sobre la cabeza de los ocupantes, dejando el parabrisas y el arco de seguridad, tras el que suele mantenerse una estructura, normalmente de cristal. Ofrecen mayor protección y mantienen mejor la aerodinámica del vehículo.

De este hay versiones que podrían considerarse casi variantes, como es el caso de los ‘T-Top’, que eliminan los paneles, pero dejan un segmento central que une la parte delantera y trasera de la carrocería.

Dejamos para el final tres tipos de descapotables que son los menos habituales.

El primero es el de los ‘barchetta’, una configuración más popular hace décadas, en la que el coche no tiene techo, pero además también prescinde del parabrisas al uso (en ocasiones llevan un deflector) y de las ventanillas. Un ejemplo reciente son los Monza SP de Ferrari.

El segundo es el denominado como ‘hardtop’, una rareza puesto que en él, el techo es desmontable, pero está formado por una pieza completa, rígida y pesada, que había que dejar guardada en casa si se quería circular al aire libre.

El tercero es el ‘landaulet’, igual de extraño en la actualidad, en el que el techo descapotable solo afecta a las plazas traseras, dejando las delanteras siempre cubiertas. Es propio de vehículos de lujo.