Duelo fraternal: BMW Z4 vs BMW M4, dos cabrios, dos personalidades

Cuando el BMW Z4 y el BMW M4 comienzan a rodar, dos mundos conceptuales chocan. El roadster se encuentra con el descapotable "al uso", el biplaza se enfrenta con dos filas de asientos. 

Pero esto engaña: el que está más preparado para llevarse a la familia de viaje, es el más salvaje. Aunque eso no quita que el Z4 sea la máxima expresión de máquina de conducción pura. ¿Nos estamos liando? Ahora te lo aclaramos. Por otro lado, mejor ni hablemos de dinero aquí, porque este BMW de la Serie 4 coquetea con los 100.000 euros, y el Z4 se conforma con casi la mitad. 

Por supuesto, estos últimos obtienen el automóvil más simple en todos los sentidos. Eso no significa nada negativo. Aquí realmente obtienes el puro placer de conducir,  aun cuando la suspensión es increíblemente cómoda y no es muy exigente con el piloto a la hora de ir rápido. 

BMW Z4

Asiento cerca el suelo, las nalgas casi sobre el eje trasero y la vista que tiene que ir más allá del largo capó para encontrar referencias. En el Z4 el rendimiento es casi secundario. Porque el coche ya se siente rápido incluso rodando por una zona residencial.

Además, la parte delantera del automóvil es sorprendentemente fácil de maniobrar, puedes sentir cómo se pegan las ruedas traseras al asfalto, el motor gruñe un poco esforzado a veces, pero se siente muy vivo por más que la sobrealimentación sea moderada a través un sistema twin scroll. 

En resumen: el Z es la verdadera máquina de conducción, un roadster en el sentido clásico, pero sin las rudezas típicas de estos coches. Demuestra que sentir el máximo placer de conducir en las yemas de los dedos y sentirse cómodo al mismo tiempo hoy, en el siglo XXI, no son experiencias incompatibles.

BMW M4

El M4 es completamente diferente. El espíritu competitivo (por algo se apellida Competition) brota de cada una de sus fibras de carbono ricamente tejidas.

También puedes rodar tranquilamente por un boulevard a cielo descubierto, pero este coche pide caña a cada metro que supera. Va en su genética.  El pedal del acelerador desata la ira a la mínima. 

Los 510 CV transforman la experiencia de conducción al aire libre en un atronador ataque hacia el horizonte. También es sorprendente la facilidad con la que los 650 Nm de par del motor biturbo empujan al M4, que pesa casi dos toneladas, por una carretera rural. 

Detengámonos fugazmente en algunos números: el M4 puede acelerar hasta 200 km/h en solo doce segundos gracias al launch control, la asistencia a la conducción configurada para un efecto en todas las ruedas y bajo carga completa de presión turbo es, sencillamente, de otro planeta. 

La velocidad, por cierto, está limitada a 280 km/h ¿Quién quiere más? Y ya que estamos con preguntas, nos planteamos cuál fue realmente el mejor regusto de boca que nos ha dejado. ¿El rugido del viento? ¿La comunicación directa con el asfalto de las llantas de 20 pulgadas? ¿O la inesperada estabilidad direccional? 

Esta sensación tan orgánica en las yemas de los dedos lleva nuestro subconsciente a otras disciplinas de conducción… más acordes con un circuito de carreras. 

Factores para decidir la compra

Resumiendo: la respuesta contundente del pedal de freno, la suspensión que parece anticiparse a cada situación, el control de estabilidad afinado al milímetro, la transmisión automática tan veloz y acertada y la respuesta de la máquina en general hacen que el conductor, sea experto o lego, se aleje mucho más hacia el horizonte que si fuera al volante de su hermano pequeño. 

La pregunta que queda, es: ¿hace falta batir récords de velocidad para disfrutar al máximo al volante? En el Z4 nos olvidamos de las prestaciones, y nos ceñimos a las sensaciones. Y cuesta casi la mitad. Pero claro, el M4 Competition te permite hacer las vueltas más rápidas de tu vida en un circuito. Y los dos a cielo descubierto. Difícil elección...