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Manual vs automático: analizamos en ocho parejas de modelos idénticos

Manual vs automático: analizamos en ocho parejas de modelos idénticos
¿Cuál compensa más?

El cambio automático genera más consumo, es poco deportivo y perezoso, y solo está disponible en los segmentos altos... Tonterías. Estas opiniones eran propias de aquella época en la que solo existían cambios automáticos de convertidor de par, que tenían mucho deslizamiento, un peso excesivo, transiciones lentas y suponían costes elevados... 

Así funciona el cambio automático DSG

Es normal que las opiniones sobre ellos no fueran nada favorables. Y por eso, tampoco sorprende que en aquellos tiempos los cambios automáticos no se vieran en los segmentos inferiores. Hoy, las transmisiones de doble embrague o los sistemas de convertidor ayudados por la electrónica facilitan que la conexión entre el cigüeñal y los ejes de transmisión se lleve a cabo de forma más dinámica y optimizada. De esta manera, la tecnología contiene el consumo y transmite sensaciones de conducción más reactivas. Esto se nota especialmente en los cambios de doble embrague, que proporcionan una dinámica de inserciones de primera clase. Prácticamente no hay interrupción en la entrega de potencia, ni molestas pausas en el cambio, y eso permite un elevado confort en los saltos de marcha.

Pero este tipo de transmisiones tienen sus debilidades, porque no logran unas arrancadas bien dosificadas o rápidas reducciones a la hora de hacer el kick down.

En esta comparativa vamos a comprobar si compensa o no un cambio automático respecto a uno manual y para ello hemos juntado ocho parejas de todas las categorías. La idea es comprobar las diferencias si cambias a mano o dejas que lo haga la tecnología. Además, hemos valorado el consumo, las prestaciones, las sensaciones de conducción y, por supuesto, el sobrecoste económico, en modelos lo más idénticos posible en carrocería y motorización.

Al final, te damos una recomendación por cada pareja, bajo nuestro punto de vista: ¿Cambiar uno mismo o dejar que lo hagan por ti?

Seat Ibiza: al DSG le falta suavidad

Manual vs automático: analizamos en ocho parejas de modelos idénticos

En este test hay una diferencia de potencia de 20 CV, pero eso no hace cambiar nuestra recomendación por el cambio manual. Y eso que no nos han terminado de convencer los grandes saltos de revoluciones que hay en la transmisión de cinco velocidades que va unida al 1.0 TSI de 95 CV. Especialmente en ciudad, donde las revoluciones bajan demasiado al cambiar. En el de 115 CV Seat ofrece un cambio manual que funciona mucho mejor.

El sobrecoste del cambio de doble embrague supone 2.160 euros (no está disponible en el de 95 CV). Pero, por desgracia, su funcionamiento es demasiado tosco y no solo produce tirones en las arrancadas, sino, a veces, también al cambiar. Y, además, no es rápido con el 'Start-Stop' activado: quitas el pie del freno y el motor salta, pisas el acelerador y la transmisión se toma un tiempo innecesario antes de que el coche empiece a rodar. Tampoco es agradable su sonido al desacelerar, porque emite un crujido antes de que el coche se quede parado. Es un cambio para conductores tranquilos.

Opel Insignia: mejor a mano

Manual vs automático: analizamos en ocho parejas de modelos idénticos

Dos marchas más tiene el convertidor de par del Opel Insignia, respecto al cambio manual. Pero, con todo, esas dos últimas giran, a 130 km/h, a un régimen similar. Menos vueltas, tal vez, habrían contenido el consumo, si tenemos en cuenta que, junto a los 1.328 euros extra que cuesta el automático en el Insignia 2.0 D, supone 0,5 litros de diésel más cada 100 kilómetros.

Además, el automático hace su trabajo bien, pero no es perfecto. A veces, la gestión electrónica se aturulla. No es algo dramático, pero al reducir no siempre elige en primer lugar la marcha idónea. A la gestión del cambio le falta algo de precisión. A esto hay que añadir que, al acelerar, la entrega del par a partir de las 1.700 vueltas es un poco brusca. Y es que este sistema automático apenas puede domar el temperamento del motor. Sinceramente, era de esperar menos influencia de la mecánica.

Por tanto, ¿mejor manual? Sí, porque se deja usar con fluidez y las inserciones de las marchas se hacen de manera natural.

Kia Ceed Tourer: automáticamente caro

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Los dos motores son 1.6 diésel de 136 CV, pero Kia ha ajustado cada uno a su correspondiente transmisión. Esto significa que el familiar con cambio automático entrega su par más tarde, y ofrece unos 40 Nm más. Suena a mucho, pero en la práctica se traduce en que la potencia se despliega de una forma menos armónica. Subjetivamente, ni se siente ese plus de empuje. Por otro lado, el DCT ('Double Clutch Transmission') inserta las marchas con elegancia y rapidez al mismo tiempo, pero por culpa de sus arrancadas perezosas es más lento en aceleraciones. Especialmente en la fase de desconexión del sistema 'StartStop', da la impresión de que al Ceed no le apeteciera nada volver a ponerse en marcha. Sin embargo, con el cambio manual, permite subirlo de vueltas y, con un deslizamiento de embrague dosificable, logras acelerar con mayor ímpetu. Y nos ha gustado: que las marchas se inserten con limpieza, que el pedal de embrague requiere poca fuerza, y la punta de 200 km/h, que es idéntica a la del automático.

Mazda6: el mejor automático de la comparativa

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A 2.000 vueltas, el Skyactiv diésel del Mazda6 entrega su par máximo de 445 Nm. Pero ya desde las mil, el motor estira con limpieza hacia arriba y entrega la fuerza de forma homogénea. Esto es algo que el cambio manual permite paladear de forma especial y, aunque los recorridos no son tan cortos como en el MX-5, el manejo de su caja de seis velocidades es un auténtico disfrute.

Por otro lado, el diésel gira casi tanto como el gasolina: no tiene problemas en llegar más allá de las 5.000 vueltas, sin que el motor de 2,2 litros muestre síntomas de desfallecimiento. Tan solo el recorrido del pedal del embrague, algo más largo de lo esperado, enturbia un poco la buena impresión general.  Pero nuestra recomendación es el cambio automático, porque este convertidor de par de seis relaciones tiene unas maneras muy refinadas. Incluso cuando circulas rápido, el cambio se saca siempre de la chistera la marcha idónea de forma impecable. Quien compre el manual, no estará haciendo una mala elección, pero es mejor el automático.

BMW X2: a mano, cuesta más

Manual vs automático: analizamos en ocho parejas de modelos idénticos

En un BMW se circula mejor con el automático. El motivo: da la impresión de que el manual tiene poca querencia por cambiar. Y eso que la palanca se mueve con fluidez. Pero en todo lo demás, la respuesta es tosca. Y es que el pedal de embrague requiere pisar con fuerza. Quien cambie de marcha con alegría, en lugar de unos tránsitos fluidos, se encontrará con algún golpe en la transmisión. Además, el cambio manual, al contrario que el  automático, no tiene un escalonamiento tan acertado, lo que se repercute en el consumo y la velocidad. El X2 con cambio automático logra una mayor punta y acelera con menos esfuerzo. Eso sí, cuesta 2.278 euros más.

No obstante, en el BMW X2 automático nos ha llamado la atención que demasiada tecnología también puede ser molesta. Así, la palanca de selección reacciona con poca fiabilidad al botón de desbloqueo para la marcha atrás. Algo igualmente insólito: al maniobrar con la puerta abierta, el cambio (¡innecesariamente!) se pone en la posición P.

Skoda Superb: el manual es más redondo

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El Skoda es lo contrario al BMW: aquí, la mejor elección es el manual. El motivo: el DSG se permite muchas pequeñas debilidades. En las arrancadas reacciona con tosquedad, el sistema 'Start-Stop' parece adormilado y en el 'kick down' inserta las marchas con retardo. Así, el automático ensombrece sus ventajas. Aunque, una vez lanzado, lo cierto es que pasa de una marcha a otra de forma confortable.

En el Skoda Superb con cambio manual, las inserciones prometen diversión, todo fluye, las marchas cuadran, el motor despliega su generoso par con plenitud y brío. En resumen: el coche se siente más despierto, activo y veloz. Y eso lo demuestran también las cifras: aunque tenga una relación menos, la versión con cambio manual acelera con el mismo ímpetu que el rápido automático DSG de siete velocidades. Eso sí, el Superb manual alcanza una punta superior y en nuestra comparativa ha arrojado un consumo mixto algo inferior. Pese a todo, si lo tuyo es circular mucho por autovía, ahorrarás más con el cambio DSG.

Hyundai Tucson: al DCT le falta refinamiento

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Los coreanos son autosuficientes: ellos mismos desarrollan sus cambios manuales y de doble embrague. Pero especialmente en el DCT de siete relaciones, recomendamos a Hyundai un ajuste más afinado. El doble embrague se siente a menudo torpe y se lía, especialmente al reducir. Las maniobras suelen costar un tiempo extra, porque, tras pasar de la marcha atrás a la D, solo puedes hacerlo de forma exitosa si tienes sumo cuidado con el pedal del acelerador. Si no, se produce un brusco tirón. Si has pagado 2.300 euros extra por el cambio automático, es precisamente para relajarte y que haga el trabajo por ti. Esto nos obliga a sopesar la opción del cambio manual de seis velocidades, una caja que se deja utilizar sin mayores esfuerzos. En cualquier caso, en cada inserción las revoluciones caen debido al agujero del turbo, y solo se consiguen recuperaciones fluidas cuando apuras las marchas. Otra cosa que no te va a gustar es que ambos tienen un consumo exagerado, con casi 10 litros a los 100 km.

Porsche 718 Cayman: automáticamente deportivo

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¿Un automático en un deportivo? Te respondemos rápidamente: ¡Sin duda! El PDK ('Porsche Dopple Kupplung') trabaja de forma especialmente fluida en el 718. Con sus distintos programas de conducción, el automático es capaz de mantener las revoluciones bien arriba y en una maniobra de frenada reduce y pone a disposición el 'kick down' a la velocidad del rayo. También las levas del cambio tras el volante hacen que la transmisión responda muy rápido. La desventaja: en el modo normal las revoluciones bajan mucho y tienes la sensación de llanear sin que el motor intervenga. Y cuando el conductor decide darle gas, el cambio está un rato inactivo.

El cambio manual requiere una pisada decidida sobre el pedal del embrague y el manejo de la palanca pide un impulso extra en cada movimiento. Esto casa con el carácter puramente deportivo del Porsche y hace que todo resulte auténtico. Al reducir (a partir del modo Sport) la gestión electrónica ordena que realice el 'punta-tacón' de forma automática.

Nuestra opinión

Los cambios automáticos modernos tienen un funcionamiento confortable y la capacidad de ahorrar combustible. A eso ayuda que tengan más marchas y estrategias inteligentes para las arrancadas e inserciones. Los cambios de doble embrague trabajan rápido, pero no siempre son cómodos en las arrancadas. Respecto a los manuales, cuanto más potentes son los motores, requieren embragues más resistentes y piernas más fuertes.

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