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Verdad o mentira: ¿retirar los motores diésel evitaría 8.000 muertes al año?

Los fabricantes que NO cumplen con las emisiones de CO2
¿Retirar los motores diésel evitaría 8.000 muertes al año? Esta duda surge tras un estudio recientemente publicado, aunque antes conozcamos todos los detalles.

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Un estudio publicado por el Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA, por sus siglas en inglés) de Austria, en cooperación con el Instituto Meteorológico Noruego, la Universidad de Tecnología Chalmers de Suecia y el Centro de Coordinación para Efectos de Holanda, ha determinado que retirar los motores diésel evitaría 8.000 muertes al año, pero, ¿qué hay de cierto en ello? ¿Son los motores diésel los principales causantes de la contaminación atmosférica?

“Muchos países han estado subvencionando el diésel por considerar que sus emisiones contribuyen en menor grado al cambio climático”, asegura Jens Borken-Kleefeld, del IIASA. Sin embargo, ante la evidencia de los efectos nocivos directos que tienen los óxidos de nitrógeno (NOx) -una partícula cancerígena- en la salud de las personas, este científico considera que los Gobiernos “deberían replantearse esa política de subvencionar el diésel”.

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“Alrededor de 425.000 muertes prematuras anuales se asocian con los niveles actuales de contaminación atmosférica” en la región de Suiza y Noruega, según indican en un comunicado emitido en relación al estudio publicado. “Más del 90% de esas muertes son causadas por enfermedades respiratorias y cardiovasculares relacionadas con la exposición a material particulado”, del que “el NOx es un precursor clave”, destacan. Por otro lado, “Este nuevo estudio estima que cada año unas 10.000 muertes prematuras (370 en España) pueden atribuirse a las emisiones de óxidos de nitrógeno de los automóviles, furgonetas y vehículos comerciales ligeros de motores diésel, explica el IIASA.

Sin embargo, ¿son los coches diésel los principales responsables? Si tenemos en cuenta diferentes aspectos, podemos llegar a conclusiones diversas. En primer lugar, los protocolos anticontaminación o de Calidad del Aire en grandes ciudades como Barcelona o Madrid, tan solo se ponen en marcha en invierno. La razón de ello es que es visible la conocida ‘boina’ que se puede apreciar sobre el cielo, aunque en invierno se activan las calderas y calefacciones de manera generalizada para paliar los efectos que causa el frío.

La fuente de alimentación más utilizada en entornos urbanos para las calefacciones es el Gas Natural, el cual es un combustible fósil y, aunque es más limpio que el petróleo y emite menos CO2 que el carbón, la realidad es que sigue siendo contaminante. Otros combustibles utilizados para la calefacción es el Gasóleo C, el gas licuado de petróleo (GLP) y el carbón, tres materiales que también emiten contaminación a la atmósfera y contribuyen al cambio climático.

Es una necesidad básica para la sociedad, pero existen otros sistemas que ayudan a contribuir en lucha anticontaminación, como la electricidad, placas solares (somos uno de los países con más horas de sol al año de Europa) o la calefacción urbana mediante agua caliente. Pero no solo la calefacción contribuye al cambio climático. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el consumo de carne supone uno de los mayores problemas contaminantes actuales, ya que emite un 18,5% de CO2 a la atmósfera y supera con ello al transporte, que se sitúa en el 14%.

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Según la FAO, se consumen al año más de 60.000 millones de animales, un consumo de carne insostenible y que tiene efectos negativos para el cambio climático. Se necesitan millones de toneladas de pienso y miles de hectáreas de pastos para producir estas cantidades de carne, para lo cual se recurre a la tala de árboles, siendo este sector el responsable del 70% de la desforestación actual en Latinoamérica, concretamente en el Amazonas. Debemos tener en cuenta que los bosques son necesarios para absorber gases de efecto invernadero y, según la FAO, cada 2 segundos se pierde la extensión en bosques de un campo de fútbol, ya sea para pastos de ganado o para consumo en madera y las diversas utilidades que este recurso natural limitado tiene en la sociedad. 

Pero existe un dato aún más preocupante del que parece que no se hacen eco los medios y que supone más del 50% de la contaminación global. Los datos publicados a principios de este año 2017 por la Agencia Europea del Medio Ambiente (Aema), asegura que en España murieron en 2013 (último año del que se tienen datos oficiales), un total de 23.940 personas por muerte prematura a causa de las partículas contaminantes existentes en el aire. 4.280 más fallecieron a causa del NO2 (dióxido de Nitrógeno) y 1.760 más por sobreexposición de O3 (Ozono), lo que suma un total de 29.980 personas.

Además, en sus datos se expone que el 13% de las partículas contaminantes de los 28 países de la Unión Europa son ocasionados por el transporte en carretera, aunque el 56% del total son partículas emitidas por las viviendas particulares, las tiendas y centros comerciales, a lo que tenemos que sumar el porcentaje del ganado, los procesos industriales suponen el 10% y el uso de energía en la industria otro 7%, mientras que los agrícolas el 5%.

Remitiéndome a los protocolos anticontaminación o los nuevos reglamentos de Calidad del Aire antes mencionados que se están implantando en grandes ciudades europeas, estos protocolos ponen límites al tráfico rodado, pero no al uso de las calefacciones en los días de mayores índices de partículas NO2 y NOx en el aire. 

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Y es que las viviendas particulares en España son las responsables del 6,6% de las emisiones de CO2 a la atmósfera sobre un total de 339,3 millones de toneladas que se emitieron en el país en 2015. Según Danosa, compañía especialista en construcción sostenible, “las viviendas son los grandes depredadores de energía en España, consumen alrededor de un 20% de la electricidad total del país y consume alrededor del doble de la energía que necesitan por la falta de buena orientación y fallos en el diseño de la envolvente o la estructura”.

Por lo tanto, ¿es realmente el vehículo diésel el responsable de la contaminación atmosférica? Es responsable, pero no el principal. Se deja de manifiesto, una vez más, que el ser humano es el principal responsable del cambio climático, ya sea por su uso poco responsable de la energía o por el consumo de recursos que suponen un gran impacto en el planeta. 

La industria está evolucionando hacia un futuro responsable, eficiente y respetuoso con el Medio Ambiente a través del desarrollo del coche eléctrico. El consumidor se percata, poco a poco, de que el vehículo diésel realmente no tiene cabida en el futuro, y debemos ir evolucionando hacia la hibridación y posterior electrificación para construir un futuro sostenible. Aunque todos los esfuerzos de la industria automotriz serán en vano si no modificamos el resto de aspectos que suponen el 86% de la contaminación atmosférica mundial.

Fuente: EFE, FAO, Idealista

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

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