Todo ello gracias a la desconexión de cilindros...
La firma japonesa sigue mejorando sus productos para que sean aún más eficientes. Si el Mazda3 y el Mazda CX-30 equipan la evolución de los motores con encendido por compresión controlado por chispa, el protagonista de nuestra prueba, el Mazda CX-5 2.5 194 CV se saca de la chistera el truco de la desconexión de cilindros.
Vídeo: así funciona el encendido por compresión controlado por chispa
Los ingenieros han conseguido que cuando no se demande suficiente potencia, dejan de funcionar dos cámaras de combustión, en concreto la uno y la cuatro, aunque los pistones siguen funcionando. Con esto se consigue, como podrás adivinar, una ahorro de carburante a baja velocidad. Por ejemplo, a 40 km/h el ahorro aproximado es del 20%; a 80 km/h ronda el 5%.
El conductor se olvida del proceso, puesto que es el motor el que realiza la tarea de forma automática. Es casi imperceptible al oido y solo podrás ver cuándo se desactivan los dos cilindros desde la pantalla del sistema multimedia, que avisa mediante un gráfico, porque aunque para mí no ha sido complicado notar cuando se enciende o se apaga, sinceramente, no creo que llegues a percibir ese levísimo tirón.
Y todo ello en un motor que sigue prescindiendo de turbo, por lo que no tiene una reacción muy enérgica, o por lo menos da esa sensación. Porque aunque tenga una cilindrada de 2.488 cc y rinda 194 CV, tienes que llevarlo bien arriba de vueltas para sacar su quintaesencia. Por ejemplo, la potencia máxima aflora a 6.000 rpm, mientras que todo su par, 258 Nm, surge a 4.000 rpm. Pero que no te engañe, porque tampoco es un coche lento, como demuestra su 0 a 100 km/h en unos respetables 8,9".
Donde no le gana casi nadie es en refinamiento, tanto por su suave motor como por la buena rodadura que brinda. El primero es suave y silencioso, mientras que la segunda es conseguida por una muy buena insonorización y una suspensión que filtra muy bien las irregularidades de la calzada sin ofrecer balanceos pronunciados.
Comparativa: Mazda CX-5, BMW X1 y Volkswagen Tiguan
Pero lo mejor de todo, que para eso se ha introducido esta tecnología en el coche de la prueba, el Mazda CX-5 2.5 194 CV, es que puedes moverte como un rey con un consumo medio de unos 7,8 litros, una buena cifra para la cilindrada, potencia, altura y peso -1.587 kilogramos- que tiene.
Y sí, frente a frente impone. Y en vivo, seduce con su diseño Kodo -escribe un defensor del atractivo, para mí, diseño de los Mazda-.
Por su parte, el interior presenta materiales y ajustes de calidad, además de un cuadro de instrumentos con pantalla digital de 7" y de una de 10,25", la del sistema de infoentretenimiento. Por cierto, todas las funciones su pueden ejecutar desde botones físicos. ¡Bravo, Mazda!
Y si hablamos de espacio, cabe señalar que los pasajeros de las plazas traseras van sobrados. El que va más justo es el de carga, porque con sus 477 litros se ubica en mitad de la tabla que comparte con sus rivales directos.
El Mazda CX-5 2.5 194 CV Signature como el de la prueba tiene un precio de partida de 43.100 euros. Sí, no es barato pero viendo su equipamiento de serie compuesto por Head Up Display, Android Auto / Apple CarPlay, sistema de sonido Bose con 10 altavoces, asistente de arranque en cuesta, faros Full LED, control de ángulo muerto avanzado (BSM) y detector de tráfico trasero (RCTA), sistema de asistencia a la frenada en ciudad avanzado delantero (SCBS) y trasero (R SCBS) con reconocimiento de peatones, frenada de emergencia pre-impacto (SBS) con alerta de obstrucción delantera, señal de colisión pasiva (activa warning y frenos), control de crucero adaptativo por radar (MRCC) con función Stop & Go y monitor de visión 360º de 7ª generación, entre otros muchos, el precio me parece más justo. Si sigues pensando que es elevado puedes tirarte al CX-5 Origin con motor 2.0 Skyactiv-G de 165 CV, que tiene un excelente precio de salida de 29.700 euros.
Conclusión
Lo mejor
Diseño exterior. Calidad interior. Espacio pasageros segunda fila. Consumo.
Lo peor
El maletero es justo si lo comparamos con el de alguno de sus rivales.