¿Están de broma? Quizás es lo que muchos se preguntaron cuando vieron por primera vez al Aston Martin Cygnet. ¿La misma marca que hace el Vantage o el DB9 ha puesto a la venta este modelo? Lo cierto es que no parecía “casar” demasiado con la oferta del fabricante inglés, pero era totalmente real. La compañía fabricó un microcoche con la base del Toyota iQ, y como cabría esperar no le fue nada bien.

Y parece que la idea de fabricar este modelo no le vino del deseo de ofrecer un coche para la ciudad a sus clientes. La marca inglesa tenía el objetivo de cumplir con la normativa europea sobre emisiones medias por fabricante que entraba en vigor entonces, y quiso reducir de manera considerable sus números totales. Con coches que usaban motores V12 las cuentas no salían, y había que quitar de algún sitio.

Con ello llegaron a un acuerdo con Toyota para la creación de este modelo basado en el iQ. Se trataba de un coche muy pequeño, de poco más de tres metros de largo, 1,5 metros de alto y 1,68 metros de ancho. Además, su distancia entre ejes era de tan solo dos metros. El diseño estaba inspirado en la gama del fabricante, con una parrilla que imitaba a los deportivos de la oferta y elementos deportivos como los que veíamos en su capó.

Inicialmente el Aston Martin Cygnet estuvo disponible solo en el Reino Unido, para luego pasar a otros países de Europa. Las ventas comenzaron en enero de 2011, y según la marca las ventas no estaban inicialmente limitadas a propietarios de otros modelos de Aston Martin. Sí era bien cierto que los clientes de la marca tenían prioridad a la hora de comprar uno de estos. 

El propio CEO de la compañía Ulrich Bez anunciaba entonces que las expectativas de venta eran de aproximadamente 4.000 unidades. El precio por unidad era de unos 36.000 euros, lo que significaba que el microcoche de Aston Martin era cuatro veces más caro que el de Toyota en el que se basaba. Y los cambios no justificaban este precio, pues a pesar de que el interior era más lujoso no eran cambios profundos. 

Y el apartado mecánico tampoco ayudaba. Montaba un motor de cuatro cilindros en línea y 1.3 litros que producía 97 CV y 125 Nm de par. Y lo más importante, declaraba solo 116 g de CO2/km en la versión manual de 6 marchas, homologando un consumo medio de 5 l/100 km. Con ello, lógicamente, los números en cuanto a prestaciones se alejaban de los de sus hermanos, con un 0-100 km/h en casi 12 segundos y una velocidad máxima de 170 km/h. 

Tras los primeros meses el CEO de la compañía justificó el bajo rendimiento de ventas inicial del modelo por problemas de stock, aunque estaba bastante claro que las previsiones de venta no se iban a cumplir. En 2013 finalizaba su comercialización con un acuerdo de Aston Martin con Mercedes-AMG para el desarrollo de futuras mecánicas que pudieran permitir disminuir el nivel emisiones.