¿Llegará el KIA K900 a España?
Hace menos de una semana que se ha presentado el nuevo Kia K900, segunda generación del modelo de lujo de la marca coreana y que, como ocurriese con la primera, no se venderá en España. No deja de resultar un movimiento curioso puesto que la inmensa mayoría de los modelos del fabricante se comercializan a nivel global. ¿Por qué en el caso de este no llegará a nuestro país?
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Lo primero que hay que tener en cuenta es que Kia está en constante crecimiento y que nunca ha tenido miedo de adentrarse en nuevos segmentos. Lo ha demostrado con el Kia Stonic, sabiendo pescar en el mercado de moda, pero también dando la sorpresa mostrando coches tan deportivos como el Kia Stinger, que nadie se esperaba y que está en un nivel superior respecto a otros modelos de la casa.
Entonces, ¿por qué no atacar el segmento premium? La pregunta es correcta, pero a medias, la cuestión clave es “¿por qué no atacar el segmento premium en Europa?”. La marca ha demostrado que puede presentar modelos válidos como el K900 (incluso cuenta con el apoyo de Lebron James como imagen del coche), pero se resiste a traerlo al Viejo Continente, algo que ocurrirá también cuando se presente el Kia Telluride, que será el nuevo SUV más grande de la casa y de macado enfoque premium.
Los motivos para que no veamos esa clase de modelos en nuestro mercado son básicamente dos, que a la vez están interconectados. Por una parte está el hecho de que en España a Kia se le asocia el cartel de marca generalista (que lo es), siendo sus principales bazas (dejando gustos por diseño a un lado) sus precios asequibles y su garantía de siete años. Es por eso que costaría al consumidor aceptar que adaptase un perfil premium, más caro.
¿Estaría dispuesto el cliente a pagar más por un Kia, por mucho que el precio estuviese justificado? Probablemente no, porque es una barrera mental fuerte y porque, además, puesto a desembolsar una cantidad de dinero mayor, seguramente se decantaría por las marcas ya establecidas, tales como Mercedes o Audi, aunque sea por una cuestión de inercia. No es cuestión de calidad, sino de percepción.
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