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7 coches que fueron un fracaso comercial

7 coches que fueron un fracaso comercial

Hemos escogido estos siete coches que fueron un fracaso comercial, basándonos en modelos de los últimos 20 años, ordenados de manera aleatoria.

Fabricar automóvil requiere una inversión muy potente, por lo que, cuando una marca concibe un modelo, quiere conseguir un volumen de ventas importante para recuperar esa inversión y, además, obtener un buen margen de beneficios. Esta es la teoría, pero luego la práctica es, a veces, muy diferente. A continuación, te mostramos siete coches que fueron un fracaso comercial.

A lo largo de la historia de la automoción, ha habido muchos ejemplos de coches que han fracasado estrepitosamente a nivel comercial. A veces, por ser poco fiables; otras por haber llegado en el momento equivocado; otras por no haber sido bien entendidos por el público de ese momento.

Nosotros hemos escogido estos siete coches que fueron un fracaso comercial, basándonos en modelos de los últimos 20 años, ordenados de manera totalmente aleatoria. Ya avisamos que algunos de estos coches quizá habrían triunfado en otro momento.

 

7 coches que fueron un fracaso comercial: Volkswagen Phaeton

7 coches que fueron un fracaso comercial

A principios del milenio, Volkswagen se empeñó en producir un sedán de lujo que pudiera competir con modelos como el BMW Serie 7, el Mercedes Clase S y el Audi A8. Fue el Volkswagen Phaeton, un vehículo que, en algunos apartados, superaba, incluso, al A8, pero ya sabes aquello de: no es lo mismo lucir el logo de VW que los cuatro aros…

El Phaeton llegó al mercado en 2003, con motores diésel y gasolina de entre 224 y 450 CV, y el listado de precios oscilaba entre los 66.00 y 136.000 euros. Tuvo un restyling en el año 2010, pero nunca terminó de funcionar en ventas y la marca decidió no darle continuidad.

Renault Avantime

7 coches que fueron un fracaso comercial

El Renault Avantime fue uno de esos coches que, si hubiera nacido unos cuantos años más adelante, quizás habría tenido una suerte distinta. Pero, como su propio nombre indica, fue un adelantado a su tiempo y lo pagó. 

Desarrollado por Matra, la marca francesa lo puso a la venta en el año 2001, en plena transición de la peseta al euro. Se trataba de un concepto completamente novedoso, que mezclaba una carrocería monovolumen con otra coupé de dos puertas e impulsado por motores bastante potentes: un diésel 2.2 dCi de 150 CV y dos gasolina: un 2.0T de 163 CV y un 3.0 V6 de 207 CV. 

El modelo no tuvo la acogida que esperaba la marca y fue un fracaso rotundo. Su precio oscilaba entre los 32.00 y los 43.000 euros.

Renault Vel Satis

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Poco después de la irrupción del Avantime, llegó otro modelo que también se salía de lo convencional, el Renault Vel Satis, presentado como sustituto del Safrane, en un intento de la marca francesa por rivalizar con las berlinas premium alemanas.

En 2005 recibió un ligero restyling y en 2007 se actualizó ligeramente su gama mecánica. Sin embargo, no terminó de gustar a una amplia mayoría de conductores y en 2009 se dejó de comercializar.

Se ofrecía con motores diésel dCi de 150 CV y 177 CV, así como gasolina de 163 y 241 CV, una oferta mecánica muy pretenciosa y prestacional, que apuntaba a clientes de alto poder adquisitivo, ya que su precio arrancaba en los 32.000 euros y llegaba a los 46.000 euros.

Audi A2

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A finales de los 90, Audi se embarcó en una aventura completamente novedosa hasta entonces, la de entrar en el segmento de los monovolúmenes, pero con un modelo muy compacto que también representase el acceso a la gama.

Ese fue el Audi A2, un coche que llegó en 1999, con forma de monovolumen, pero con menos de cuatro metros de longitud, una estructura completamente en aluminio y un elevado equipamiento de seguridad. 

Contaba con un interior bastante amplio, teniendo en cuenta sus reducidas dimensiones, y presentaba una calidad de acabados a la altura de lo que se espera en un Audi. Es decir, la marca no escatimó en este sentido, pese a ser un coche pequeño. 

Otra de las peculiaridades es que en su oferta de motores incluía una versión diésel 1.2 TDI de tres cilindros que conseguía unos consumos ridículos. Todo un prodigio en eficiencia. 

Su problema fue, por un lado, su diseño, algo peculiar y que no cuajó en el público de la época. Por otro lado, su precio: era un coche bastante caro, arrancaba en los 19.000 euros. Sólo hubo una generación y dejó de fabricarse en 2005.

Peugeot 1007

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Justo cuando el A2 abandonaba la cadena de montaje, Peugeot se atrevió a fabricar un modelo, en cierta manera, parecido. Fue el Peugeot 1007, un monovolumen pequeño, urbano, de menos de cuatro metros y con una peculiar puerta corredera. 

Era un coche realmente práctico, pero no funcionó y dejó de fabricarse apenas unos años después. Otras alternativas más convencionales en su mismo segmento funcionaron mejor en ventas.

Mercedes Clase R

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En la segunda mitad de los 2000, Mercedes inventó una nueva clase, la Clase R, un vehículo que adelantaba lo que sería tendencia más adelante: la mezcla entre monovolumen y crossover.

El coche coincidió con el surgimiento de los SUV, pero el concepto no terminó de cuajar en el público, precisamente, por parecerse demasiado a un monovolumen. Pero era un coche con argumentos de sobra para triunfar: era más confortable y espacioso que un Clase S y, todavía hoy, sigue siendo uno de los mejores coches para viajar.

En sólo cuatro años, dejó de fabricarse y Mercedes apostó más por los todocaminos. Estuvo disponible con una amplia gama de motores, tanto diésel como de gasolina, incluida una versión 63 AMG, con 510 CV.

Citroën C6

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Terminamos esta lista de coches que fueron un fracaso comercial con el Citroën C6. Este intento por resucitar al ‘Tiburón’ fue la última vez que la marca francesa se introdujo en el segmento de las berlinas de lujo, dominado por las marcas alemanas.

Pese a que Citroën ha tenido varias berlinas de lujo en su historia, esta vez el cuento acabó mal, pese a ser un coche excelente, pero los prejuicios de buena parte de los usuarios jugaron una mala pasada. 

Lucía un diseño espectacular, fuera de lo convencional, como acostumbran a hacer en la casa francesa. La parte más peculiar era la zaga, cuya luneta tenía una forma cóncava. Las ventanillas carecían de marcos y el interior era amplio, lujoso y confortable. 

Se ofreció con un motor de gasolina V6 de 211 CV y tres diésel, de los cuales había un 2.2 HDi de 170 CV, un 2.7 HDi de 204 CV y un V6 3.0 HDi de 241 CV. Todas las versiones llevaban un cambio automático cuyo funcionamiento dejaba un poco que desear.  

Sus principales problemas fueron su elevado precio y sus mecánicas bastante “gastonas”. Pero no hay duda de que era un gran coche. 

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