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Grandes coches que no triunfaron: Audi A2

Audi A2

Un incomprendido.

En el serial de denominaciones que Audi emplea para sus modelos pocos son los números que todavía no ha utilizado, pero todavía menos lo que si dieron vida a un coche para después desaparecer. El Audi A2 es uno de ellos, un automóvil con una propuesta interesante para su época que, por unos motivos u otros, no terminó de cuajar.

Su historia se remonta al año 97, cuando fue presentado en forma de prototipo bajo el nombre de AI2 en el Salón de Frankfurt. Con un diseño algo más futurista del que llegó luego a producción, lo cierto es que si dejaba claras las líneas maestras del modelo que se vería en la calle tan solo dos años después, en 1999.

Sus líneas redondeadas daban lugar a un monovolumen compacto de formas peculiares, quizá algo atrevidas para su tiempo, con un capó realmente corto y una línea de techo que se prolongaba muchísimo hasta terminar en una zaga elevada.

Audi A2

Esto tenía como consecuencia un parabrisas de gran tamaño y una superficie acristalada lateral considerable, lo que permitía una gran entrada de luz natural al habitáculo. La zaga era todavía más peculiar y, aunque para gustos los colores, podemos admitir que no se podría calificar de bonito, pero sí que llamaba la atención.

De todas maneras, la estética no era su objetivo. Como monovolumen que era (recordemos que eran las estrellas por aquel entonces), buscaba maximizar el espacio interior, en su caso concreto con unas dimensiones compactas (3,83 metros de longitud) que le permitían alojar a cuatro personas (con cinco iban algo apretados) y un maletero de 390 litros.

Sin embargo, lo que hizo que fuera un avanzado a su tiempo fue la plétora de novedades tecnológicas que incorporaba.

Un modelo muy bien pensado

Uno de sus aspectos más destacados fue que hacía un uso extensivo del aluminio en parte de su estructura y de su carrocería, lo que le convirtió en un modelo extremadamente ligero: en según que versiones pesaba menos de 900 kilos, un peso realmente complicado de alcanzar.

A esto se sumaba el hecho de que, a pesar de sus formas poco atléticas, el trabajo aerodinámico que llevó a cabo Audi con él fue de nota, consiguiendo un CX de 0,28

Con la ligereza y la buena aerodinámica se auguraban unos buenos consumos, una ecuación que terminó de perfeccionar una gama de motores que, sin ser potentes (nada más lejos), eran notablemente eficientes y le permitieron homologar un gasto de combustible francamente bajo.

VÍDEO: Si Audi volviese a hacer el Audi A2, sería así

Se ofreció con bloques gasolina y diésel, arrancando la gama con uno de los primeros de 75 CV (también hubo opción de gasóleo con la misma potencia) y teniendo a lo largo de subida los 110 CV como propulsor de mayor rendimiento.

El motor más interesante, no obstante, fue precisamente el menos potente de la oferta, un diésel 1.2 TDI de solo 61 CV. Sus prestaciones no hay ni que mencionarlas, porque lo que le llevó a marca la diferencia fue que consiguió un consumo 3 l/100 km, convirtiéndose en el primer turismo en registrar esa cifra.

De hecho, esta versión disponía de sistemas como el start-stop, que luego se ha convertido en algo muy común, o un modo de conducción ECO que recortaba todavía más su potencia para hacer que consumiera como un mechero.

Detalles bastante curiosos

Aunque por segmento era el modelo de acceso a la gama de la marca de los cuatro aros, ésta no quiso escatimar ni en equipamiento (la dotación era bastante completa ya incluso de serie) ni en detalles de calidad que llamaban la atención.

Uno de los principales era el Open Sky System, un sistema opcional que era un techo panorámico acristalado y practicable en dos secciones, algo que no es nada habitual.

Otro era el hecho de que su pequeña parrilla podía abrirse, mostrando un pequeño compartimento que hacía las veces de un acceso al motor que permitía llevar a cabo ciertas funciones básicas tales como por ejemplo revisar el nivel del aceite del motor.

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