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La increíble historia del Citroën C6

Los franceses siempre han sido muy suyos a la hora de hacer coches y, precisamente por eso, han sido capaces de lo mejor y de lo peor. En esta ocasión te hablamos de la increíble historia del Citroën C6.

Como uno ya va teniendo una edad, puedo hablar con conocimiento de causa del C6, porque en su momento tuve ocasión de probarlo. Y el recuerdo que tengo de él es que era uno de esos que te sorprenden por su equipamiento lujoso y gran confort, pero que no recomendarías porque era casi tan caro como las berlinas premium alemanas y, en realidad, estaba un escalón por debajo.

Pero te cuento todos los detalles de esta berlina de lujo de Citroën, que medía 4,91 metros de largo y se fabricaba en Rennes (Francia), y así tú mismo puedes hacer tus propios juicios de valor.

Fue presentado oficialmente en el Salón del Automóvil de Ginebra del año 2005 como sustituto del Citroën XM, que a su vez reemplazó al Citroën CX, que continuó el éxito del mítico Citroën DS (el Tiburón). Así que ya te vas haciendo una idea de que la idea era posicionarlo lo más arriba posible del segmento E, por calidad, lujo y equipamiento.

De hecho, cuentan que el propio jefe de proyecto tenía como objetivo ofrecer un confort superior al del Audi A8, un comportamiento más dinámico que un BMW Serie 5. Quizás por eso se explica que en nuestro país, aunque empezaron ofreciendo tres tipos de acabados, acabaran por venderlo solo con el lujoso nivel de equipamiento Exclusive, que venía con todo lo imaginable e incluso con grandes novedades.

Es cierto es que incorporaba tecnologías inéditas hasta aquel momento, como el Head-up Display, asientos traseros con regulación eléctrica, capó activo, alerón regulable en función de la velocidad, faros autodireccionables, navegador con disco duro, o llamada de emergencia con sistema de geolocalización (sí lo que ahora es obligatorio en todos los coches nuevos, ya lo llevaba 17 años antes el C6). 

Contaba además con el sistema AFIL de mantenimiento de carril, que mediante seis sensores infrarrojos (tres en cada lado) leía la carretera y transmitía una vibración en la banqueta del asiento del conductor cuando detectaba las líneas de la carretera y no se habían activado los intermitentes. 

Recuerdo que aquellas vibraciones eran un poco desconcertantes, incluso te asustaban un poco cuando se activaban. Nadie estaba acostumbrado a algo así y que te vibrara el trasero resultaba extraño.

Fíjate si era lujoso que el Citroën C6 fue el modelo utilizado por el presidente de Francia de aquella época (entre 2006 y 2008), Nicolas Sarkozy. Y también lo llegó a utilizar Jacques Chirac antes de abandonar su mandato, en 2005.

Estuvo a la venta entre los años 2005 y 2012 y a mitad de su vida comercial recibió una pequeña actualización, en la que se actualizaron sus mecánicas, se renovó su diseño y se completó el equipamiento todavía más.

Solo con verlo en fotos queda claro que apostaba por un diseño muy aerodinámico, algo que también se explica rápidamente al conocer a sus antecesores. De hecho, su coeficiente aerodinámico Cx era de solo 0,31, lo que era una pasada para aquel momento. Y destacaba por no tener marco en las ventanillas y por su luneta trasera cóncava.

En cuanto a los motores, el Citroën C6 se puso a la venta en España con tres mecánicas: una de gasolina y dos diésel. 

Se trataba de dos HDi, uno de 170 CV (de cuatro cilindros en línea, con cambio manual de seis marchas) y otro, el V6 HDi, con 204 CV; en gasolina estaba el 3.0i V6 de 211 CV. Estas dos últimas iban combinadas con el cambio automático (CAS) de seis velocidades como única alternativa.

Luego llegó el motor diésel V6 HDi con 241 CV de potencia, que sustituyó al de 204 CV y que fue el motor diésel más potente que jamás había comercializado Citroën hasta esa fecha. 

Tenía inyección directa common-rail y dos turbos de geometría variable, 450 Nm de par desde 1.600 rpm y lograba una aceleración de 0 a 100 km/h en 8,5 segundos. Todo, con un consumo medio de 7,4 l/100 km.

Aunque quizás lo más destacable es que contaba de serie con suspensión hidroneumática controlada electrónicamente, que aportaba un confort excepcional en los viajes. Desde luego no era la mejor para lograr un comportamiento de conducción afinado, pero sí para lograr esa sensación de rodar sobre una alfombra mágica que tanto le gusta a los franceses.

De hecho, se podría considerar que el C6 fue el último modelo en confiar al 100% en esta tecnología, pese a que hubo una versión del C5 que la equipaba. Y no sé si este giro fue un acierto o un error, porque tenía sus inconvenientes y averías (cuando llegaban no eran fáciles de solucionar ni baratas), pero también sus beneficios y su legión de seguidores.

Su interior era realmente amplio, gracias a su distancia entre ejes de 2,9 metros de longitud, aunque destacaba más por el hueco disponible para las piernas que por su espacio para los hombros o, sobre todo, para la cabeza, debido a la línea descendente del techo.

El diseño del salpicadero era bastante minimalista y destacaba por contar ya con cuadro de mandos digital (monocromático, claro). Aunque es cierto que la consola central tenía una ensalada de botones a cuyo 'sabor' costaba acostumbrarse.

Y ya solo queda hablar de su precio. Estaba a la venta desde 38.000 euros, aunque el abanico de precios se abría hasta casi los 60.000 euros en el caso del motor 2.7 HDi de 204 CV. Comparativamente, un Audi A6 o un BMW Serie 5 eran incluso más baratos (el Mercedes Clase E era unos 2.000 euros más caro), pero lo cierto es que no estaban tan bien equipados.

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