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El clan de los Verstappen: un arma de doble filo para Red Bull

Max y Jos Verstappen
La estructura austriaca desconfía del creciente poder de Max y su entorno... porque el holandés aún tiene mucho que demostrar.

Fue el chico de moda cuando entró en F1, en las filas de Toro Rosso. Pero aún lo fue más en el momento que sustituyó contra todo pronóstico a Daniil Kvyat en el equipo número uno… y, de forma más inesperada todavía, se hizo con su primera victoria de la categoría, en el GP de España. Sin embargo, a pesar de su agresividad en pista y de un talento fuera de toda duda, aún no ha ganado un mundial y él y su padre, el clan de los Verstappen, son un arma de doble filo para Red Bull que está siendo difícil de gestionar para la estructura austriaca. Max tiene tantos admiradores como detractores. Y su futuro ya no es tan prometedor como el año pasado. ¿Por qué?

Para empezar, porque Red Bull ya no es la escudería a batir que sufrieron Alonso y Ferrari de 2010 a 2013, pues está por detrás de ésta, de Mercedes y, en ocasiones de Haas. Además, durante todos estos años de gloria o de retroceso han contado con un motor Renault cuya fiabilidad dista mucho de ser lo que fue y que, por si fuera poco, en 2019 dará paso al propulsor Honda que ahora llevan sus hermanos pequeños en Toro Rosso y que McLaren dio definitivamente por imposible. 

Red Bull correrá con motor Honda en 2019

Para seguir, los resultados de Verstappen han sido bastante irregulares en las últimas dos temporadas y su agresividad desmesurada o su excesiva precipitación  le han alejado demasiado de las luchas de delante… cuando la mecánica no presentaba fallos de fiabilidad -que también los ha habido y muchos-. 

Sea como fuere, no parece que Verstappen esté en las quinielas de salir de Red Bull: por parte del piloto, todo indica a que no tiene muchas opciones de moverse ahora; por parte de la escudería, quieren seguir haciendo una labor de ‘educación’ con el joven holandés, pero tampoco quieren dejarlo marchar cuando el otro gran talento, Ricciardo, sí que se va en 2019 (a Renault). Y bien, ¿esta dependencia tan grande de un corredor como Max -tan rápido siempre como inconsciente a veces- es sana para la escudería austriaca? 

Max: la forja de un rebelde... naranja

Para entender este fenómeno naranja-holandés dentro de la escudería del los dos toros enfrentados, hay que retrotraerse a la salida de Vettel a Ferrari en 2015, después de que Red Bull hubiera ‘perdido las alas’ que les habían hecho prácticamente invencibles desde 2010 a 2013 y con los que habían conseguido nada menos que cuatro títulos Mundiales consecutivos. Sin embargo, Mercedes ahora se tornaba como el rival a batir, con unas diferencias respecto a los demás de casi 2 segundos en algunos circuitos y un cambio de era, con los motores híbridos V6 turbo para lo que nadie salvo ellos estaban verdaderamente preparados. 

Además, el sustituto de Webber para esa temporada había sido un tal Daniel Ricciardo que, con su mismo material, había logrado batir a Sebastian en varias ocasiones, con lo que Vettel sufría en sus propias carnes cómo el chico nuevo del equipo salía bastante respondón. Así que la réplica a su marcha sería el ruso Kvyat, que daba un salto de vértigo desde la segunda escudería de las bebidas energéticas, Toro Rosso. 

Con Vergné ya descartado para el curso 2015, la estructura de Red Bull miraba con buenos ojos a Carlos Sainz, uno de los integrantes de su programa de promoción para jóvenes pilotos. Pero ocupar una de las dos vacantes en su segundo equipo, al madrileño se le exigía como paso previo e irrenunciable, ganar las World Series by Renault en las que estaba participando. 

Finalmente, en la última carrera, Sainz se benefició del abandono de otro español, Roberto Merhi, y se graduó en el certamen… pero pasaron las semanas y nadie en el entorno del madrileño entendía por qué no se producía la ansiada llamada. Por contra, Toro Rosso confirmó de pronto la incorporación de Max Verstappen, hijo de Jos Verstappen, expiloto de F1 (1994-1998, 2000-2001, 2013).

Vídeo: Jos Verstappen arde en un pit stop de 1994

Así, algunos no pudimos evitar la tentación de pensar que todo lo que el padre tuvo de mediocre en pista lo tendría de buen negociante en los despachos. Y eso que lo mejor estaba por llegar…       

El nuevo ojito derecho

Max demostró enseguida ser rápido pero no tanto como para que la escudería austriaca lo hubiera fichado de una manera tan fulgurante, un combinado que tampoco dio ninguna opción a su alter ego español cuando ascendió a Max en cuanto Kvyat cayó en desgracia. 

Desde entonces, Verstappen no paró de cotizar al alza, a pesar de que su agresividad en pista también le haría ganarse muchos enemigos como en recientemente le había sucedido a Kvyat con corredores como su bestia negra definitiva, Sebastian Vettel. Pasara lo que pasaba, el joven holandés seguía contando con el apoyo incondicional del equipo, en detrimento, demasiadas veces, del siempre discreto, deportivo, eficaz y sonriente Daniel Ricciardo. 

Verstappen gana en España y hace historia

Tras un rendimiento muy desigual en las últimas dos temporadas, el clan Verstappen es todo un ‘lobby’ dentro del equipo, pero también un arma de doble filo: mandan mucho, pero los resultados de Max -destinado a ser campeón del Mundo más pronto que temprano según los que le elevaron demasiado pronto a los altares- lo cierto es que aún dejan mucho que desear. Así que como Verstappen no es actualmente el número uno indiscutible que lucha por las victorias y el campeonato, Red Bull no puede permitirse quemar con un segundón el asiento que quedará libre el año que viene. 

Ventajas de fichar a Sainz

Esto podría, paradójicamente, abrirle las puertas a Carlos Sainz, que a pesar de sus más y sus menos de antaño con Max (cuando le preguntamos por él, el español siempre tuerce el gesto), puesto que el equipo conoce la calidad del madrileño y quien ve en hipotético fichaje para 2019 tres ventajas incuestionables: restar poder a los Verstappen, contar con un piloto regular y en plena progresión como es Carlos que complemente a Max y asegure buenos puntos… y, sobre todo, motivar más al holandés, para que no se confíe y baje el rendimiento. 

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