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Prueba del Mazda CX-30 Skyactiv-G 2.0 122 CV

Llega un nuevo SUV al mercado. Está firmado por la marca japonesa y por tamaño se sitúa entre el CX-3 y el CX-5. ¿Es más de lo mismo?

Antes de comenzar la prueba del Mazda CX-30 Skyactiv-G 2.0 122 CV, déjame que te haga una recomendación si piensas adquirir este vehículo: paga la pintura que ves en estas fotos, la Soul Red Crystal. Es una pasada por los efectos que se crean al reflejarse la luz. No hay un color tan cambiante y dinámico en el mercado y le da un plus de vida y dinamismo a su carrocería, que en este vehículo exhibe la última tendencia del lenguaje de diseño de Mazda Kodo (alma del movimiento), que intenta prescindir al máximo de líneas rectas para hacer de este vehículo un organismo con personalidad y vida y no una pieza industrial salida de una fábrica llena de robots. Por eso es un vehículo que llama mucho la atención.

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Y algo que también resulta, cuando menos, curioso es su nombre: ¿por qué CX-30 y no CX-4, ya que cubre el hueco existente entre el CX-3 y el CX-5? Indagando un poco he descubierto que, al parecer, Mazda ya tiene un CX-4, pero es exclusivo para el mercado chino y, claro, vender dos coches diferentes con el mismo nombre... 

Resuelto el misterio de su denominación, vamos a resolver otro asunto menos banal: ¿se merece estar en tu garaje? Si atendemos a su tecnología, a sus acabados, a su eficiencia y a su precio, a priori es obvio que sí, pero tengo por delante un montón de líneas para desgranar y analizar su compra.

prueba del Mazda CX-30 Skyactiv-G 2.0 122 CV

Para empezar, su estética. Es algo en lo que los periodistas no debemos entrar porque esto, ya sabes, es tan subjetivo como la opinión y el gusto de cada uno. Aún así, esta vez me voy a mojar: creo que a pocos les parecerá un coche feo. Ese aspecto dinámico del que antes hablaba le da un aire diferente a lo existente en el mercado. Y aunque lo diferente no siempre es bueno o agradable, los diseñadores de Mazda están logrando una gama muy acertada estéticamente. Tanto, que este SUV no parece un SUV o, por lo menos, se aleja de su estilo tradicional de los todocamino. Parece un Mazda3 elevado, con un morro prominente y menos altura de lo que puedes esperar en un coche de este segmento. Exhibe más un estilo coupé, que se solidifica en su parte inferior gracias al uso de plástico negro sobre los pasos de rueda.

Al ponerme al volante observo que el acceso a las plazas delanteras es muy bueno, porque los asientos no van tan altos como en un SUV tradicional, por lo que entrar o salir resulta muy fácil y cómodo. ¿A ver si pasa lo mismo detrás? No, no ha habido suerte. Aquí el cuento es diferente. El paso de rueda se entromete en los movimientos de acceso o salida y la caída del techo es tan pronunciada que te obliga a agacharte para no golpearte en la cabeza.

Un interior de lo más agradable

Una vez dentro, acomodado ya en los asientos traseros, la sensación cambia para bien. Hay espacio más que de sobra para cabeza y piernas, aunque midas 1,80 m. Eso sí, la plaza central es algo más incómoda, algo común entre sus rivales, con un túnel central voluminoso, una butaca peor perfilada para la espalda y escaso sitio para los pies. Por lo menos tiene salidas de aire específicas para esta fila trasera, algo que no equipan muchos de sus rivales.

prueba del Mazda CX-30 Skyactiv-G 2.0 122 CV

Respecto al maletero, es discreto, pero funcional. En esta unidad de pruebas caben 422 litros, ocho menos que en otros acabados, ya que el equipo de sonido Bose utiliza el maletero para esconder algunos de sus componentes. Aunque con 430 o 422 litros, se vea superado por la competencia, la zona se ha aprovechado muy bien gracias a un espacio sin demasiados recovecos. Además, incluye portón trasero eléctrico.

Vuelvo a las anchas plazas delanteras y me invade una agradable sensación de calidad: buenos materiales, superficies acolchadas y ajustes bastante buenos, en general. No me resulta inferior a los acabados premium que exhiben sus oponentes alemanes de Audi, BMW o Mercedes. En este sentido, está a su altura.

Los tres relojes del cuadro de instrumentos y la pantalla central que, con sus 8,8 pulgadas parece emerger del salpicadero, están bien orientados, facilitando su lectura.

Vídeo: Test EuroNCAP del Mazda CX-30

Y es que el equipamiento de esta versión Zenith de la prueba del Mazda CX-30 Skyactiv-G 2.0 122 CV es muy bueno. Tanto, que hace palidecer, de nuevo, a sus rivales alemanes en los que hay que pagar por todo lo que se salga de lo más básico. Piensa que por los 30.000 euros que cuesta, lleva elementos como el navegador, radio digital, sistema de sonido Bose, reconocimiento de señales de tráfico, control de crucero adaptativo, control de ángulo muerto y detector de tráfico trasero, sistema de asistencia a la frenada, llamada de emergencia automática, airbags de rodilla, aviso de cambio de carril y así, un largo etcétera. Es decir, todos los asistentes que le puedes pedir a un coche moderno de hoy en día.

Piano, piano...

...si arriva lontano. La típica frase italiana, que significa que poco a poco se llega lejos, viene aquí a cuento porque su suavidad de marcha es superlativa. Lo notarás nada más pulsar su botón de arranque: ni vibraciones ni ruidos molestos. 

Bajo el capó tengo la versión de gasolina SkyActiv-G de 122 CV. Es un dos litros atmosférico y precisamente aquí radica el talón de Aquiles de este CX-30. Su falta de turbo no le permite ninguna agilidad de reacciones a bajas vueltas. Hasta que no alcances las 3.500 rpm en marchas cortas no empieza a andar de verdad y la lentitud con la que gana velocidad puede llevarte a la desesperación y a estar tentado de picar embrague para subirle las revoluciones más deprisa. Esto en marchas cortas, pero es que a partir de tercera, no podrás acelerar con decisión si no pasas de 4.500 rpm y a estas alturas ya vas demasiado deprisa.

prueba del Mazda CX-30 Skyactiv-G 2.0 122 CV

Y las relaciones tan largas del cambio tampoco ayudan a su agilidad. Valga como ejemplo que en segunda puedes pasar de 110 km/h y en tercera... de ¡160 km/h! una verdadera locura que tampoco ayuda en su eficiencia. Por lo menos en sexta, a 120 km/h, la aguja del cuentarrevoluciones se clava en las 2.500 rpm lo que no está mal para contener el consumo. En fin, que si quieres andar con algo de agilidad, también deberás pasarte con la misma premura por la gasolinera, ya que el consumo puede alcanzar los 10 litros a los 100 km.

Por lo menos, y ya que hay que usar con asiduidad el cambio manual de seis relaciones, te diré que es de los mejores entre los SUV existentes en el mercado, por sus cortos recorridos, la suavidad en sus inserciones o la precisión con la que los ejecuta. Y es que, al mínimo repecho que encuentres, la sexta no te servirá para nada y deberás reducir una o incluso dos marchas para poder mantener una velocidad de crucero de 120 km/h.

Comparativa del Mazda CX-30 vs Opel Grandland X y Nissan Qashqai

Por eso te decía que piano, piano... y es que este coche no es para correr, es para circular relajadamente y disfrutar a bordo de su ausencia de ruido mecánico o de rodadura. Es una pena que, con todo esto, pase completamente desapercibido su sistema de microhibridación basado en una red de 24 voltios (no hacen falta más) que contribuye a reducir el consumo de combustible, recuperando la energía durante las deceleraciones a través de un motor eléctrico que asiste al propulsor principal. Sin duda, lo mejor es que puede lucir en el parabrisas la pegatina ECO de la DGT

Pero igual que te digo una cosa, te digo la otra: el chasis es una maravilla y tiene una dirección (dos vueltas y tres cuartos entre topes) que transmite al conductor perfectamente lo que pasa bajo las ruedas delanteras. 

prueba del Mazda CX-30 Skyactiv-G 2.0 122 CV

Respecto a la suspensión, su firmeza ayuda a que el paso por curva sea rápido y con un aplomo mucho más cercano y parecido al de un turismo que al de un SUV. Eso sí, si la carretera se rompe mucho, se le acumula el trabajo y esa firmeza puede volverse en contra de los confiados pasajeros. Y si circulas por asfalto deteriorado, tendrás otra buena razón para no pisar mucho el pedal derecho.

Respondiendo a la pregunta que hacía al principio... ¿se merece estar en tu garaje? Sí, si buscas un diseño moderno y atrevido que se salga de los cánones establecidos por la industria, un habitáculo lo suficientemente amplio y cómodo para el día a día y una tecnología a la última, sobre todo, en lo que a conectividad y seguridad se refiere y por la que no tendrás que pagar un euro más. Sin duda, una opción diferente a la oferta actual en el mercado, una buena elección. 

Conclusión tras la prueba del Mazda CX-30 Skyactiv-G 2.0 122 CV

El motor Skyactiv-G cuesta subirlo de vueltas, pero destaca por su refinamiento. Sí, tiene hibridación ligera, pero como tienes que revolucionarlo para obtener energía, el consumo se dispara. Destaca por su precio y tiene poco que envidiar a los rivales alemanes con unos precios mucho más elevados.

Valoración

Nota8

Esta vez ponemos a prueba el Mazda CX-30 Skyactiv-G 2.0 122 CV, el nuevo SUV que por tamaño se sitúa entre el CX-3 y el CX-5.

Lo mejor

Suavidad motor. Plazas traseras espaciosas. Acabados y materiales. Equipamiento de serie.

Lo peor

Acceso a las plazas traseras. Plaza central. Fuerza en bajas por falta de turbo.

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