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Filtro antipartículas: todos los secretos que esconde

Filtro antipartículas
¿Qué es el filtro antipartículas? ¿Cómo hay que cuidar de él? ¿Qué averías puede sufrir? Te lo contamos todo acerca de esta parte de tu coche.

Las normativas anti contaminación cada vez son más duras para los vehículos. Y, al menos hasta que los coches eléctricos sean lo único que veamos circular, los diferentes fabricantes han de inventarse soluciones para que sus vehículos sean más verdes. Desde 2011, en el caso de los diésel y debido a la entrada en vigor de la normativa Euro 5, existe la obligación de instalar el filtro antipartículas. De hecho, algunos gasolina también lo llevan. Pero, ¿sabemos exactamente lo que es y para qué sirve?

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A esta pieza se le conoce también como FAP o DPF, ya sea por sus siglas en español o en inglés. Si un coche lo tiene instalado, por muy diésel que sea nunca emanará de su escape una nube de humo negro, ni siquiera al acelerar en subida o desde bajas revoluciones.

La misión del filtro antipartículas la deja bien clara su propia denominación. Se trata de una pieza colocada en el sistema de escape que evita que salgan al exterior las partículas emitidas por el motor. En ocasiones va instalada junto al catalizador, aunque sigan llevando a cabo su función de manera independiente. Obviamente la capacidad del filtro es limitada, momento en el cual se ha de proceder a la regeneración del mismo. Para ello el sistema quema las partículas atrapadas mediante pirólisis, un proceso que debe hacerse sin interrupción y que dura alrededor de 20 minutos. Es la centralita electrónica del coche la que decide cuándo hay que afrontar el proceso, y se da cuenta porque existe una presión diferente entre la salida y la entrada del filtro.

¿Qué hacer para mantener en buen estado el filtro antipartículas?

El primer y más útil consejo para evitar problemas en nuestro filtro antipartículas es no interrumpir nunca el proceso de regeneración. El cuadro de mandos suele llevar un indicador sobre ello. Incluso pueden notarse alteraciones en el funcionamiento del motor, puesto que la electrónica hace que se lleven a cabo acciones como inyectar más carburante del necesario para aumentar la temperatura. También se puede detectar porque el motor está más revolucionado de lo habitual.

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Otra de las claves para evitar problemas en este sentido es respetar los tiempos de mantenimiento de nuestro coche. Cuando toque, los mecánicos en cuestión sustituirán el filtro antes de que cause una avería. Y ojo, porque éstas pueden ir más allá de la propia pieza.

No todos los aceites son iguales. Los coches que tienen filtro antipartículas agradecen la utilización de lubricantes con bajo contenido de azufre, cenizas y fósforo, algo que se hace especialmente útil en el momento de la regeneración. Si no te quieres complicar, usa el que recomiende el fabricante. Vigila además de forma constante su nivel, y en el caso de que éste supere el máximo te tocará ir al taller.

Los trayectos cortos son un gran enemigo del filtro antipartículas, aunque todos sabemos que es inevitable realizarlos. Al no llegar a la temperatura idónea, algo que ocurre especialmente en invierno, el filtro no llega a realizar su función de forma correcta. Pero ojo, que con que cada mil kilómetros aproximadamente salgamos a carretera media hora y utilicemos marchas más cortas de lo habitual, es suficiente.

Otro de los consejos que te podemos dar es que no llenes hasta los topes el depósito de carburante. Es mejor dejar cierto margen. La primera vez que salte la manguera, algo que en todas las gasolineras sucede con margen, deja de insistir. Respecto al combustible, por cierto, decirte que no añadas ningún aditivo.

¿Qué tipos de filtro antipartículas hay?

Los filtros antipartículas actuales son dos, y su temperatura de funcionamiento es diferente en función de su incorporan aditivos o no. Los que no llevan aditivos requieren una colocación específica muy cercana al motor para que la temperatura sea la mayor posible. Conviene no olvidar que son necesarios 650ºC como mínimo para llevar a cabo la regeneración.

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En el caso de los filtros con aditivo, la utilización de cerina hace que la temperatura necesaria para llevar a cabo la regeneración descienda unos 100ºC, lo que permite una colocación más libre. Una pega es que el aditivo se va consumiendo a medida que se llevan a cabo las regeneraciones, y su sustitución oscila entre los 80.000 y los 140.000 kilómetros de recorrido. ¿Su coste? Unos 100 euros.

Averías del filtro antipartículas

La avería más común del filtro antipartículas tiene que ver con su obstrucción, algo derivado principalmente del constate uso en ciudad de un coche. También puede haber problemas con esta pieza si realizamos una conducción demasiado eficiente. El filtro necesita que, de vez en cuando, subamos las revoluciones del motor.

La obstrucción también se puede dar en los conductos que unen la entrada y la salida del filtro con el detector de presión, que es el que indica si es necesaria o no la regeneración. En este caso, lo normal es que la electrónica empiece a 'encargar' regeneraciones sin necesidad.

Lo que decíamos antes de evitar llenar al máximo el depósito de carburante tiene que ver con los filtros antipartículas con aditivo, puesto que un exceso de combustible puede hacer que la cantidad de aceite crezca, lo que puede derivar en un destrozo de los importantes.

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