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Los 5 tracción trasera más exigentes de conducir

El purista siempre ha preferido los tracción trasera, la propulsión como sistema más divertido para conducir a un coche pero, sin las ayudas electrónicas adecuadas, también el más complicado de dominar.

Así hace donuts todo un Lamborghini Countach

A la hora de elegir entre tracción delantera, integral a las cuatro ruedas o propulsión trasera, la mayoría de los amantes del mundo del motor descartan la primera opción prácticamente de manera automática. Entre la segunda y la tercera quizá haya más dudas, pero finalmente la balanza suele inclinarse del lado de la última. Algo tienen los tracción trasera que enamora a los puristas, ya sea el reparto de pesos o la tendencia a sobrevirar, algo que con las manos adecuadas permite tomar las curvas más rápido.

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Sin embargo, ahí está la clave: la habilidad. Para llevar un propulsión trasera rápido (algo a lo que los puristas se refieren al elegirlos como opción preferida) hay que ser hábil al volante, conocer las reacciones del coche y si se cuenta con un arsenal de ayudas tecnológicas, mejor que mejor. Sin ellas, no obstante, se convierte en una opción bastante más complicada de domar que un tracción delantera y no digamos ya que un 4x4.

A día de hoy posiblemente sea una discusión sin sentido, pero conviene recordar que hace no tantos años, los asistentes de conducción no eran algo tan común, por lo que por la carretera se veían criaturas prácticamente ingobernables que podían dar más de un susto a quien no fuera lo suficiente precavido. Hablamos de los tracción trasera más exigentes en la conducción.

No podía liderar la lista ningún otro: el Ferrari F40 es un deportivo de los de antes. Espartano a más no poder, no había concesión a la comodidad ni en el habitáculo ni en la conducción, no tenía ni una sola ayuda electrónica. No es de extrañar que costara dominar sus 478 CV machacando el eje trasero.El Dodge Viper original, un icono de los 90, también era reacio a incorporar cualquier tipo de ayuda electrónica, algo que complicaba de sobre manera llevar recto un deportivo que pesaba más bien poco y corría como alma que lleva al demonio gracias a su motor 8.0 V10 de 400 CV.

El Lamborghini Countach que vio la luz en 1974 tuvo que recibir numerosos cambios respecto al prototipo porque su apartado mecánico no aguantaba: finalmente se conformó con un V12 de 375 CV situado en posición trasera. Que su eje trasero digiriera tanta potencia solo era parte del problema, la otra era lo angosto del habitáculo, su mala refrigeración y es la escasa visibilidad debido al diseño. Que la modernidad del Porsche Carrera GT no lleve a engaño: la práctica ausencia de ayudas a la conducción hace que sea un deportivo muy difícil de conducir, lo que teniendo en cuenta que monta un V10 de 612 CV de potencia hace que sea recomendable pensárselo dos veces antes de ponerse al volante. Por último el Shelby Cobra.Es bonito (precioso, de hecho), divertido de conducir y, sin las precauciones adecuadas, peligroso. Mucha potencia y poco peso significan diversión, pero sin electrónica que amanse el conjunto hay que ser muy bueno para poder llevarlo por donde se quiere.

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