Comparativa: Opel Astra vs Kia Ceed, Ford Focus y Renault Megane

El Opel Astra existe, desde el reciente facelift, solo como un tres cilindros. ¿Puede el alemán resistir así a la competencia compacta más dura? Eso es a lo que vamos a responder en esta prueba. Comparativa: Opel Astra vs Kia Ceed, Ford Focus y Renault Mégane.

El retador Opel llega con un nuevo motor de tres cilindros y 1,2 litros (130 CV, 225 Nm). En el promedio de la prueba de consumo, el Astra ha necesitado 6,4 litros por cada 100 kilómetros. Por lo tanto, ni siquiera es el más económico, ya que este título va para el Renault Mégane TCe 140 y su cuatro cilindros (140 CV, 240 Nm). Solo ha necesitado 6,3 litros, el Renault, que es incluso 0,2 mejor que el segundo de tres cilindros en esta historia, el Ford Focus1.0 EcoBoost (125 CV, 170 Nm, 6.5 l / 100 km).

El cockpit del Kia raya la perfección

El candidato más tragón de la prueba número también tiene cuatro cilindros, y ha consumido 7,2. El Kia Ceed 1.4 T-GDI (140 CV, 242 Nm) es el último en nuestra ronda de consumo, pero eso sí, nos ha encantado el cockpit del Kia. El navegador táctil con pantalla está justo en el campo de visión, incluidos los botones de acceso directo para radio, la unidad de aire acondicionado, y hasta el compartimento del teléfono móvil para la carga inductiva queda muy a mano. Los asientos están perfectamente contorneados. 

También elogiamos el cockpit bien organizado con pantalla vertical en el Mégane, desde la que se controla prácticamente todo. Y los asientos de esta versión van bien contorneados. Los botones para la calefacción de los asientos están ahora en la consola central, bien a la vista. Detrás, quienes midan más de 1,80 metros fácilmente pegarán con las rodillas en el respaldo delantero, y estas deben ir bastante flexionadas.  

Los asientos AGR, los más cómodos

De la pantalla táctil en el Ford, echamos de menos botones de acceso directo, y la pantalla a menudo envía un mensaje de error cuando el teléfono se carga inductivamente, porque a menudo se desliza. En las plazas traseras, eso sí, es que el tiene más espacio de los cuatro, y el acceso es realmente cómodo. El cockpit del Opel es claro, pero la pantalla de navegación es profunda y está demasiado lejos del conductor. En el asiento trasero plegable de tres partes nos sentamos bien, pero mejor aún son los asientos delanteros AGR con un soporte extensible para los muslos.

Comenzamos nuestro recorrido de conducción, una carretera con bastantes irregularidades y asfalto defectuoso, el suelo de cualquiera que quiera probar un chasis a fondo. Y una dura prueba para el Astra. Los baches prolongados mueven tanto la carrocería que a veces creemos que estamos en el automóvil equivocado: ¿es realmente un Opel, cuya suspensión siempre hemos elogiado? 

Pues no, este lleva un tarado demasiado blando, su dirección también echa en falta un poco más de peso al tacto, y hay un ruido crepitante parásito cuando paso sobre adoquines. Nos gusta, eso sí, el nuevo tres cilindros, un desarrollo de Opel, nada de PSA. Sí, el 1.2 necesita ir alto de vueltas, por debajo de 2.000 no se siente a gusto. Pero a partir de ahí notas sus 225 Nm de par, y notas un empuje contundente que te proyecta hacia delante.

Buenos adelantamientos en el Astra

En solo 8,6 segundos, llevamos el Astra, en cuarta marcha, de 60 a 100 km h, que es medio segundo más rápido que el Focus de tres cilindros, que pesa casi 80 kilos más que el Opel, 1.351 en total. Cuando se conduce, eso sí, no nos damos cuenta. Y eso es gracias al motor de un litro del Ford, que estira con ganas bien arriba (¡hasta 6.000 revoluciones!). Y con una dirección más directa y precisa que las del sus rivales, posiblemente la más deportiva de esta liga.

El Kia, eso sí, tiene el chasis más equilibrado, como solo conocemos en el Golf, es bastante aplomado en carretera, la dirección funciona con precisión. Y en el 0 a 100 es el más rápido: solo ha requerido 9,1. Lo mismo se puede decir de todo lo contrario: desde los 100 km/h es el que antes frena, en 32,9 metros en frío, y 33,4 en caliente, más de tres metros mejor que el Mégane. 

El Renault queda por detrás en comportamiento. Los recorridos de la palanca de cambio son demasiado largos, y la dirección, insensible. Y echamos en falta más aplomo sobre tramos bacheados, por no hablar del asiento del conductor, que rechina como el chaise longue de la abuela, ¡oh, là, là! Y es una pena, porque el motor es el más económico, de modo que aquí puntúa. Pero dista mucho de ser el más divertido. Con el francés, mejor tomárselo con calma.