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Tres ventajas y un problema de los motores de tres cilindros

motores de tres cilindros

Llegaron para quedarse.

Hay que remontarse unos años atrás para encontrar la fiebre del ‘downsizing’, con la mayoría de fabricantes apostando por motores más pequeños y “apretados” de lo habitual. La fiebre como tal ya se pasó, pero ha dejado en el mercado a los motores de tres cilindros que, hasta que sean obligatorios los coches eléctricos, seguirán presentes en la industria.

Polémicos cuando empezaron a introducirse en masa en el mercado, lo cierto es que tienen sus pros y sus contras: vamos a ver tres ventajas y un problema de los motores tricilíndricos.

Mayor eficiencia

La principal virtud de este tipo de propulsores y la principal razón de ser que tienen es la eficiencia. Fueron concebidos originalmente para mover coches pequeños y livianos, no exigentes en términos de potencia y rendimiento; y a día de hoy siguen siendo su baluarte, son los vehículos en los que consiguen un mejor desempeño.

Al tener un cilindro menos que un tetracilíndrico, tienen un peso inferior y, por tanto, aligeran el conjunto del coche. Además, necesitan menos energía para moverse y, al tener una cilindrada menor, por norma general, se ahorra combustible, rebajando el consumo de gasolina (y del diésel, aunque son menos comunes).

 

De paso, también se reducen las emisiones contaminantes, por lo que a priori también son más limpios para el medioambiente. Lo puntualizamos porque en el consumo y las correspondientes emisiones también influye mucho cómo conduzca cada persona.

Más económicos

Son motores mas baratos que sus hermanos mayores, por lo que aunque sea de manera ligera, se nota en el precio del vehículo.

No solo eso, también son bloques con una mayor sencillez mecánica, con menos piezas que puedan estropearse (todo lo correspondiente a ese cilindro de menos), menos necesidades de lubricación, etc., así que, al menos sobre el papel, son más económicos de tener y mantener.

También pueden entregar altas potencias

Aunque de inicio fueran concebidos para dar vida a utilitarios con poca demanda de potencia, algunas marcas han sabido darle la vuelta a la tortilla, como es el caso de Toyota, que ha decidido utilizar un tricilíndrico para dar vida a uno de sus modelos más cotizados de los últimos años, el Toyota GR Yaris.

Bajo el capó de este coche de calle que parece sacado del mundo de los rallyes se encuentra un motor 1.6 turbo de tres cilindros que desarrolla 261 CV y 360 Nm de par. Son cifras más que notables para un bloque “pequeño” y más que suficientes como para mover con mucha soltura sus 1.280 kilos.

Acelerar de 0 a 100 km/h en 5,5 segundos, tiene una velocidad máxima de 230 km/h y ofrece unas sensaciones de conducción sencillamente espectaculares.

Pero el mejor ejemplo es el del Koenigsegg Gemera, que como parte de su sistema de propulsión híbrido tiene el 'Tiny Friendly Giant', un 2.0 biturbo de tres cilindros que entrega nada menos que 608 CV.

Problema: las sensaciones

Sin embargo, el GR Yaris es una rara avis, la excepción que confirma la regla y es que, por norma general, las sensaciones al volante que ofrecen este tipo de motores dejan bastante que desear.

Para empezar, su formato de tres cilindros hace que no estén equilibrados, al menos no tanto como un tetracilíndrico, lo que hace que sean bloques que produzcan unas vibraciones mayores de lo habitual, aunque la mayoría implementen medidas para intentar controlarlo.

Además, también son más ruidosos de lo normal, y no en el buen sentido. Su sonoridad no es que destaque para bien precisamente.

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