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Viejas leyendas: la historia del Nissan GT-R Skyline

Godzilla es hoy uno de los deportivos más temidos del mercado, pero originalmente fue concebido como un sedán lujoso de cuatro puertas.

El Nissan GT-R Skyline, además de ser una joya de la automoción, es uno de los ejemplos más claros de las vueltas que puede llegar a dar la vida. Con 60 años a sus espaldas, el modelo ha evolucionado desde un origen en formato de sedán enfocado al lujo hasta convertirse en una mala bestia deportiva. Repasamos su historia.

VÍDEO: Prueba NISSAN GT-R 2017

VÍDEO: Prueba NISSAN GT-R 2017

Corría 1957 cuando se puso a la venta el primer Skyline, a secas, que se comercializó bajo las marcas de Nissan y Prince aún siendo el mismo coche. Eso sí, se trataba de un sedán de cuatro puertas pensado para familias y con cierto toque premium. Su motor 1.5 tetracilíndrico apenas desarrollaba 60 CV, lo que le permitía llegar hasta los 140 km/h de velocidad punta.

Con la llegada de la Serie S50 redujo ligeramente sus dimensiones, aunque continuó ofreciéndose únicamente con carrocerías de cuatro y cinco puertas, y se puso el ojo en el mundo de la competición, motivo por el que Prince desarrolló el Skyline 2000GT que ya utilizaba un motor de seis cilindros. Con la fusión entre Nissan y Prince se decidió continuar con el enfoque deportivo, lo que sentó las bases de la tercera generación, el que sería el primer GT-R.

Comenzó con una versión “suave” de motor 2.0 de 106 CV, pero pronto llegó la denominación GT-R, cuyo bloque 2.0 llegaba a 160 CV y que empleaba una carrocería sedán que pronto dio paso a la cupé. Por desgracia la crisis del petróleo golpeó duro a las dos siguientes generaciones, que se vieron condenadas a motores más eficientes, teniendo que esperar hasta 1981, con la sexta, para empezar a ver la resurrección.

Visto como un tope de gama, puso la primera piedra para que en 1985 la séptima, conocida ya cono R31, volviera a la grandeza de un motor 2.0 turboalimentado que entregaba 210 CV. Las 200 unidades que se fabricaron, necesarias para la normativa de homologación del campeonato de turismos, fueron el preámbulo de algo todavía más grande que estaba por llegar.

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En 1989 vió la luz el R32, ya todo un deportivo con mayúsculas. En esta ocasión hubo que producir 5.000 unidades por la normativa de competición que, por primera vez, dejaba atrás la propulsión trasera en favor de la integral. Esto supuso un aumento de peso de 90 kilos, pero el sistema empleado, denominado ATTES E-TS, era una auténtica obra de ingeniería para la época. Al final se utilizó un motor 2.6 de 276 CV y 360 Nm, la producción inicial se agotó muy rápido se acabó fabricando casi 44.000 unidades del deportivo.

Tuvo diversas versiones, pero no fue hasta 1994 cando llegó el R33, la novena generación que fue bastante continuista debido al enorme éxito cosechado por su predecesora. Se mantuvo el motor, la caja de cambios manual de cinco marchas y la tracción integral, aunque esta recibió ajustes de mejora igual que la suspensión. También recibió variantes más deportivas, como el V.spec N1 o el R33 400 RR, todas ellas mejorando su potencia y prestaciones, pero echando a la vista atrás palidecen con el golpe sobre la mesa que supuso su sucesor.

En 1999, como regalo previo al cambio de milenio, desde Nissan parieron el GT-R R34, la décima generación y seguramente la más conocida de todas. Conservaba el motor de 276 CV, pero se trabajó para reducir sus dimensiones y su peso con el uso de aluminio y fibra de carbono. Además, se lanzó al mercado por todo lo alto, con seis versiones diferentes: GT-R, el GT-R V.spec, el V.spec II, el V.spec Nur, el GT-R M-Spec y el GT-R M-Spec Nur. Las M-spec tenían elementos que mejoraban el confort, las V.spec optimizaban la aerodinámica y las Nur potenciaban el motor hasta los 450 CV.

En 2007 se llegó a la que hasta ahora es la última iteración del deportivo, el Nissan GT-R R35. Nada queda de sus más humildes orígenes, se trata de una bestia de competición que ofrece una de las mejores relaciones precio/potencia del mercado y que además ha sabido actualizar durante esta década. Así, cuando nació montaba un bloque 3.8 V6 biturbo de 478 CV y 588 Nm, a día de hoy desarrolla 573 CV y 633 Nm. Su caja de cambios automática de seis relaciones se ha optimizado para hacerla lo más rápida posible, ha ido perdiendo peso para mejorar su agilidad y su suspensión es prácticamente de competición. ¡Larga vida a Godzilla!

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