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Supermanzanas, así se ordenará el tráfico en las grandes ciudades como Barcelona

Supermanzanas, así ordenarán el tráfico en grandes ciudades como Barcelona

En las urbes, entre el 70 y el 80% del espacio que hay en las calles está destinado a los coches… que permanecen aparcados el 95% del tiempo. Un paisaje en el que la circulación de los vehículos a motor marca el ritmo y los peatones se mueven pos aceras, en ocasiones, estrechas. Para mejorar este panorama nacen las supermanzanas, una forma de ordenar el tráfico en las grandes ciudades.

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¿Qué son las supermanzanas? La definición más sencilla y concreta es “agrupación de manzanas”, pero son mucho más que eso. Se trata de una solución sencilla para organizar la ciudad en células urbanas que miden unos 400 metros por 400 metros y en cuyo interior el tránsito de coches privados se reduce todo lo posible para dar preferencia al transporte activo a pie o en bicicleta.

No obstante, transformar una gran ciudad como Barcelona o Madrid no es sencillo. Teniendo en cuenta esto, el primer paso es apostar por un urbanismo táctico con señales de tráfico, pintura y mobiliario sencillo. El segundo llegaría con una renovación más profunda en la que se modifiquen las estructuras y se realicen las instalaciones necesarias.

Supermanzanas, así ordenarán el tráfico en grandes ciudades como Barcelona

¿Cómo funcionan las supermanzanas?

Como hemos apuntado anteriormente, el tráfico en el interior de esta agrupación de manzanas estaría limitado a residentes, comerciantes, vehículos de carga y descarga y transporte público. Queda por ver si la barrera también se levanta para los coches eléctricos ya que son vehículos cero emisiones y uno de los objetivos de las supermanzanas pasa por reducir los niveles de dióxido de carbono (CO2).

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El tráfico interior no es el único que ordenará esta solución. El de paso no podrá atravesarlas, algo que se consigue con un sistema de sentidos de circulación que crea un bucle únicamente para los vehículos: con él, el conductor siempre sale por detrás de por donde ha entrado y así se evitar que entre hasta un 95% de motos. Así las cosas, la ciudad se organiza en una red de supermanzanas y los vehículos motorizados solo podrán circular por las vías perimetrales.

Supermanzanas, así ordenarán el tráfico en grandes ciudades como Barcelona

El interior de las supermanzanas

Con ellas se puede llegar a recuperar un 70% del espacio para los ciudadanos ya que el lugar que ocupan los coches que están aparcados o los que están circulando se destina a tejer una red comercial, a ampliar la que ya existe, a crear zonas peatonales, al ocio o a nuevas infraestructuras verdes.

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Para conseguirlo, una de las claves pasa por reducir el número de carriles reservados a los coches privados de combustión interna, ampliar las aceras, crear aparcamientos subterráneos y limitar la velocidad a 10 km/h. No son los únicos movimientos necesarios ya que se precisa el rediseño del transporte público para que se adapte a las supermanzanas y el fomento de la movilidad activa con viales adecuados para las bicicletas, los patinetes o los peatones.

Supermanzanas, así ordenarán el tráfico en grandes ciudades como Barcelona

El ejemplo de Barcelona y Vitoria

La Ciudad Condal, en 1993, puso en marcha su primera supermanzana (conocidas allí como superilla) en el centro histórico, concretamente en La Ribera. Años después, en 2006, lo extendieron al barrio de Gràcia y posteriormente a Poblenou, Sant Antoni, Horta, Sants, Montjuic… La idea es convertir toda la ciudad de Barcelona en una supermanzana. Otro caso de éxito es el de Vitoria, donde, en cinco años, las supermanzanas han logrado que el tránsito diario de coches pase del 37 al 23%. Y esto teniendo en cuenta que el objetivo es bajar el listón hasta el 13%.

¿Y Madrid?

En los últimos meses se ha barajado la posibilidad de recuperar el Proyecto Estratégico para Madrid Centro y sobre la mesa está la idea de crear una supermanzana en el barrio de Salamanca. La idea es crear un espacio en el que cada una de estas células agrupe doce manzanas para que el espacio libre se reparta de la siguiente manera: 73% para los peatones y un 27% para la circulación. De esta forma se conseguiría reducir las emisiones de CO2 en 3.250 kilos al año.

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