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Prueba del Ford Focus RS500: sólo para coleccionistas

Prueba del Ford Focus RS500

Con una estética radicalmente agresiva y unas prestaciones de infarto, esta edición limitada a 500 unidades será muy codiciada dentro de unos años

¡Qué grandísima equivocación la mía! Yo que pensaba que ya lo había visto todo en lo que a compactos deportivos se refiere... y de repente aparece esta bestia de color negro mate, dispuesta a dejarme totalmente descolocado. 

Pero, ¿a quién se le ocurre lanzar al mercado un coche con 350 CV que van directamente a las ruedas delanteras? Sólo Ford se atreve con semejante reto. Y la verdad es que esta edición limitada y potenciada del Focus RS no les ha quedado nada mal. Más bien todo lo contrario. Este compacto es, probablemente, el más adictivo de cuantos existen. Realizar la prueba del Ford Focus RS500 es como montar en la atracción más salvaje de un parque temático: liberas mucha adrenalina y, nada más bajarte, ya estás pensando en hacer cola de nuevo para volver a subir y recibir una nueva ración de locura.

 

En el plano mecánico, la única diferencia que incorpora el RS500 frente al RS normal es una vuelta más de tuerca en el cinco cilindros turbo, que aumenta su potencia en 45 CV. Esto es un claro ejemplo de cómo jugar con los límites de lo posible, pues a pesar de su buena capacidad de tracción y del acertado funcionamiento del diferencial autoblocante Quaife, al Ford se le pueden llegar a acumular los caballos en determinadas situaciones, como por ejemplo, a la hora de abrir gas a fondo en curvas lentas y cerradas. 

En esta situación te tocará luchar con el volante porque la dirección cobra vida propia y se vuelve muy nerviosa. Pero sólo es cuestión de aprender a dosificar... y punto. Ninguna pega más en este sentido. Lo demás son unas aceleraciones simplemente fulminantes (más rápidas que las del RS) acompañadas de un sonido muy especial, que puede llegar a ponerte los pelos de punta. Este coche no conoce los términos “relax” o “moderación”, más bien entiende de lo contrario, de reacciones salvajes y puramente pasionales. 

Por supuesto, el chasis va en consonancia y es ágil hasta decir basta. Pero no sólo esto, sino que también es duro de suspensión. Así que si estás pensando en este Ford Focus como un coche para todo, caerás en un grave error porque tus riñones no lo soportarán; por el contrario, si tu intención es convertirlo en un antiestresante de fines de semana, acertarás de pleno. Perdón, quería decir que habrías acertado de pleno... si te hubieras dado prisa. Porque a pesar de que se han fabricado 500 unidades, sólo 20 han llegado a España y todas tienen dueño.

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Como podrás imaginar, su precio es superior al del RS. Concretamente, 8.600 euros más. ¿Qué te llevas por esa cantidad extra? Además del motor sobrevitaminado, este Focus incorpora unas agresivas llantas multirradio de 19 pulgadas, asientos envolventes en cuero rojo, sensores de aparcamiento con cámara de visión trasera, una pequeña placa identificativa ubicada en la consola, y ese color mate que, aunque parece pintura, en realidad son adhesivos colocados sobre la carrocería. Si el RS 500 te parece caro, piensa en lo que valdrá en unos años... sin duda, será un coche de colección.

Prueba del Ford Focus RS500

Conclusión tras la prueba del Ford Focus RS500

A mediados de los 80 Ford lanzó al mercado una edición limitada del Sierra que, bajo la denominación RS500, montaba un motor Cosworth turboalimentado de 225 CV. El objetivo era homologar esta versión para el Campeonato Europeo de Turismos. Hoy, dos décadas después, la firma del óvalo recoge su herencia y la aplica al Focus RS500. Como compacto deportivo no tiene rival. Quizá algún otro sea más equilibrado, pero a la hora de hablar de potencia y pasión en estado puro, nadie le gana. Desde hoy, pasa a formar parte de mi garaje soñado.

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