Logo Autobild.es

No imaginas cómo queda el Mazda CX-5 después de una prueba de 100.000 km

Su diseño destaca. ¿Y su fiabilidad? El Mazda CX-5 Skyactiv-D 184 AWD completa de forma brillante la prueba más exigente de AUTO BILD: nuestros 100.000 km.

El CX-5 se presentaba a esta prueba con una gran responsabilidad. Por una parte, debido a que la primera generación de este exitoso SUV japonés (2011-2017) había puesto el listón muy alto, con sólo alguna que otra pega al pasar por el taller. 

VÍDE: el Mazda CX-5 demuestra por qué es uno de los SUV más fiables

Por otro lado, porque esta segunda edición del Mazda CX-5 es tan atractiva a simple vista (suele dejar prendados a los entendidos y a los profanos; a los clientes de la marca y a los que apenas la conocen) que inmediatamente propicia una duda más que razonable: 

¿Se trata únicamente de una cara bonita o la verdadera belleza está en el interior? ¿Qué ofrece realmente de puertas para adentro un coche como este?

Nuestro equipo de pruebas ha destacado muchas cosas durante este exhaustivo y detallado test (100.000 kilómetros dan para mucho), aunque es cierto que todas las opiniones comenzaban de una u otra manera en lo relativo a la habitabilidad y el confort. 

Y en este caso concreto, el punto de partida para analizar el SUV compacto de Mazda giraba en torno a una cantidad muy razonable de espacio. Sobre todo, pensando en una familia, como clientes potenciales, que tuviera hasta dos hijos.

El Mazda CX-5 tiene el tamaño perfecto para familias que tengan un par de hijos
El Mazda CX-5 tiene el tamaño perfecto para familias que tengan un par de hijos

Con un maletero de 494 a 1.608 litros, en la redacción comprobamos las bondades de esta zona. Por ejemplo, cómo cabía todo nuestro equipo de cámaras más completo; otro compañero llegó a pasar una noche en esa parte trasera del coche en lugar de en el hotel, debido al coronavirus.

Y en un uso más convencional, otros probadores dieron fe de que la carga no se tambaleaba sobre caminos ondulados, porque el CX-5 impresiona con lo bien afinada que está su suspensión, que absorbe muy correctamente las irregularidades del terreno al tiempo que actúa con firmeza antes de que el balanceo sea excesivo. 

Únicamente se les ponía pegas a los neumáticos de 19 pulgadas en terrenos más exigentes, por rebotar con bastante rigidez. No obstante, hubo consenso en señalar que el comportamiento en general de este vehículo era tan relajado como honesto. 

Si los asientos fueran un poco más grandes, ¡el CX-5 podría haber sido declarado el turismo más cómodo del año! Pero todos tranquilos: el confort de marcha siempre ha sido (y será) uno de sus puntos fuertes. 

Gracias a la tracción total, el CX-5 se adapta bien incluso a las zonas nevadas en invierno
Gracias a la tracción total, el CX-5 se adapta bien incluso a las zonas nevadas en invierno

Otros compañeros apuntaban  que parte del secreto de sus cualidades dinámicas y el buen sabor de boca que deja al conducirlo está también en la unidad que forman el motor y la caja de cambios, que está muy bien diseñada:  cuando el diésel alcanzaba su temperatura óptima, demostraba siempre que podía ser muy adecuado y relajante hasta para viajes mucho más largos.

Algunos de nosotros expresamos dudas en torno a la potencia del diésel de 2.2 litros. Y lo cierto es que, a pesar de su dirección equilibrada y su agilidad en líneas generales, los 184 CV de este CX-5 no lo convierten precisamente en un atleta -sensación a la que contribuye también su elevada posición de conducción-. Y quizás es que nunca ha pretendido serlo...

Además, con la báscula y el cronómetro en la mano, cabe destacar que, con sus 1.766 kg de peso en vacío, este SUV con tracción total logra alcanzar los 100 km/h en poco menos de ocho segundos. 

Asimismo, la transmisión automática utiliza orgullosa el par de 445 Nm de manera casi perfecta. Para el CX-5, adelantar camiones en carreteras secundarias es fácil, si bien una séptima marcha funcionaría bien con su cambio automático de convertidor de par (y seguro que parecería más potente y, de cualquier modo, el consumo bajaría). 

Prueba 100.000 km Mazda CX-5

Aunque, a priori, el Mazda con AdBlue es bastante poco gastón, nuestros compañeros señalaban aquí que incluso conduciendo de un modo más sosegado y confortable que deportivo, registraban valores en torno a los 8,5 l/100 km

Y si ibas hundiendo mucho el acelerador, no era raro subir hasta los dos dígitos... y, como consecuencia, empezar a sufrir los rigores de distintos y molestos ruidos aerodinámicos. A velocidades realmente altas (en Alemania), sonaba  primero el lado del pasajero; luego, también el del conductor. 

Curiosamente, a veces, cuando iba sumando muchos kilómetros a velocidad de crucero, se mostraba relativamente silencioso. Creemos que esto podría estar en función de las condiciones meteorológicas, porque incluso llegamos a sospechar que los ruidos procedieran del depósito del  lavaparabrisas. Pero al desmontarlo todo no obtuvimos ninguna certeza al respecto.

Al margen de ello, hubo críticas al sistema de infoentretenimiento. La conexión Bluetooth funcionó bastante bien, pero hubo que actualizar constantemente la lista de emisoras. Y la navegación tardaba demasiado en calcular las mejores rutas y no lo hacía de forma muy fiable. 

Prueba 100.000 km Mazda CX-5

El monitor, con solo siete pulgadas, dejaba claro que nuestra unidad de 2018 ya no está muy actualizada. Con el lavado de cara que se hizo después llegó el nuevo sistema Mazda Connect con pantalla de alta resolución de 10,25", así como Apple CarPlay y Android Auto de Exclusive Line. 

A nuestro CX-5, por supuesto, se le podía meter mano sin ningún problema para mejorar este punto, incluso sin haber tenido previamente una actualización de software o hardware

Por otra parte, cuando revisamos posibles puntos de mejora, descubrimos una pequeña sorpresa en la parte posterior: el óxido florecía muy delicadamente en tres puntos diminutos. Hasta ahora no ha habido problema con eso, pero reconocemos que todo lo que augure corrosión nos alarma un poco, la verdad. 

Volviendo a la pregunta inicial, ¿la preciosa fachada del CX-5 desviará la atención sobre algún problema interno de importancia? ¿Qué más saldrá a la luz cuando trabajemos en las profundidades más oscuras de la estructura y el motor? Pues todo despejado. Al margen de detalles menores, no encontramos defectos graves.

En el interior, encontramos que se había arrancado la sujeción derecha de la alfombrilla del conductor y su asiento presentaba leves arrugas debido a su antigüedad. Algunas piezas de debajo del vehículo y en los pasos de ruedas se habían aflojado y estaban causando rozaduras, pero esto es algo que resulta absolutamente inofensivo.

Y algo similar ocurre en los largueros y los umbrales de las puertas. No obstante, es tranquilizador que el endoscopio no revele ninguna mancha de óxido.

En cuanto a la mecánica, el motor diésel de 2,2 litros tampoco ha sufrido mucho en nuestra prueba de los 100.000 kilómetros: las fluctuaciones en nuestras distintas mediciones son muy discretas; los sedimentos de aceite y carbonilla, así como los revestimientos desgastados, son cosa (leve) del kilometraje. 

Y lo cierto es que este CX-5 funciona incluso mejor que su predecesor. Por un lado, porque el taller hizo un trabajo impecable. Por otro, porque ha resultado ser un coche realmente bueno, que ha reforzado su buena fama con altas dosis de fiabilidad y con un aspecto de lo más atractivo

Puntos destacados tras el desmontaje del coche

1. La distribución está perfecta. Las cadenas, los árboles de levas y los elementos de arrastre están completamente en forma, sin signos de desgaste. La carbonilla en las válvulas de admisión se debe a la inyección directa y a la recirculación de los gases de escape. Todavía no tiene consecuencias.

Los cilindros siguen siendo absolutamente fieles al tamaño original. Presentan un bruñido limpio con algo de hollín y aceite.

2.  El convertidor de par parece ser el secreto que explica lo cómoda que es su caja automática de seis velocidades, que cambia suavemente. Sin desgaste apreciable en la caja de cambios. Solamente se registró una pequeña abrasión en el imán. Los sincros de la transmisión, las cadenas y los piñones pasan desapercibidos. Hay señales mínimas de desgaste en uno de los rieles.

3. Triángulos/trapecios impecables: se muestran muy bien conservados en ambos ejes. Todos los cojinetes y casquillos aparecen absolutamente intactos.

4. El colector muestra, como todo el circuito de admisión, acumulación de carbonilla. Pero todavía sin ninguna pérdida de rendimiento ni aumento del consumo.

5. En torno al depósito se oculta la incipiente y aún inofensiva corrosión del panel trasero.

Conclusión

Mazda sabe hacerlo muy bien. Tras este test de 100.000 km el CX-5 no ha presentado defectos destacables y gracias a un estado de conservación impecable, como se ha demostrado en su paso por el taller ha obtenido una nota final de 9,8 puntos, lo que le vale para situarse 4º en nuestro exigente ranking de fiabilidad. 

De hecho, ha sido mejor que su predecesor. ¿Superará el próximo CX-5 un listón tan alto?

Entonces, ¿Comprar o no comprar? Tu decides, pero tenclaro que el Mazda CX-5 es un SUV compacto muy sólido de principio a fin. El motor diésel de 184 CV (combinado con la tracción total) lo hace muy práctico en todas las condiciones.

Etiquetas: Test, SUV compacto

Descubre más sobre , , autores/as de este artículo.

Conoce cómo trabajamos en Autobild España.