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Estas son las pruebas más exigentes que se le pueden hacer a un coche híbrido

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Cada vez son más exhaustivas las pruebas que se realizan a los coches antes de lanzarlos al mercado. A las piezas mecánicas se ha unido mucha, mucha electrónica. Asimismo, la globalización de las marcas hace que un coche pueda ser comercializado en sitios tan dispares, en lo que a temperatura se refiere, como Marruecos o Finlandia. 

Por ese motivo, marcas como Seat cuentan con centros de pruebas en los que se consigue pasar del calor más extremo a temperaturas que congelan el agua en milésimas de segundo. La firma de Martorell nos explica cómo prueban sus motores híbridos y eléctricos pasando de -40º a +60º en pocos minutos y sin moverse más de 10 metros.

Una de las pruebas a las que se someten los bloques es la que la temperatura baja a -40 grados. Vicente Sancho, ingeniero del Centro de Motores de Seat, es la persona que nos muestra el proceso que sigue: “Queremos comprobar en cuánto tiempo un motor eléctrico o híbrido es capaz de descongelar un parabrisas completamente cubierto de hielo”. Se enfunda una chaqueta térmica, botas de montaña, guantes y un gorro de lana. El coche lleva dentro de la cámara unas 10 horas, aclimatándose. Se le rocía de agua, al coche, que se convierte en hielo. Es la hora de entrar al interior, conectar la climatización y ver cómo en menos de 20 minutos la capa del parabrisas desaparece.

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Además, en esta sala el equipo controla que todos los componentes funcionan perfectamente a esa temperatura y que mantengan sus prestaciones al 100%.

En este centro se pasa del frío al calor en un santiamén. Es normal, es en la sala contigua donde la temperatura asciende a 60 grados. Unos paneles de luz generan la misma intensidad que encontraríamos estando bajo el sol del desierto y unos ventiladores calientan el habitáculo. El guante, los gorros y el chaleco se cambian por unas gafas de sol de alta protección. “Este tipo de pruebas son necesarias para comprobar la resistencia de todos los componentes al calor extremo. No hace falta vivir en pleno desierto para que un coche soporte temperaturas superiores a 50º. También es importante verificar la capacidad de resistencia a los rayos ultravioletas que genera el sol, y así garantizar la calidad tanto en pinturas como en otros elementos”, informa Vicente.  

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Otra de las pruebas más exigentes que se le puede hacer a un coche híbrido es la de circular a 5.000 metros de altura. “Algunos conductores puede que no se planteen llegar a los 5.000 metros con sus vehículos, pero en países como México, donde Seat tiene una gran presencia, es imprescindible”. Para ello, el equipo que prueba los coches a esta altitud ha tenido que pasar un control médico especial para poder acceder al recinto y conducir el vehículo durante horas, pero solo pueden entrar si no se superan los 3.000 metros. Porque si es necesario superar esa altura, 540 mbar de presión atmosférica, es un robot el que toma el relevo a los ingenieros. 

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