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Mille Miglia, la trágica historia de la carrera más bella del mundo

Mille Miglia 1957

La Mille Miglia es considerada una de las carreras de coches más bonitas de las que se han celebrado en el mundo, pero también una de las más peligrosas. Disputada entre 1927 y 1957, terminó en tragedia tras el terrible accidente de Alfonso de Portago y Edmund Nelson en Guidizzolo, a poco más de 40 kilómetros de la meta.

Hablar de la Mille Miglia es hablar de auténtica pasión por el automovilismo y los coches, así como de uno de los mayores retos que existieron para los pilotos de una época primitiva para el automóvil, donde se competía en carreteras públicas a altísima velocidad. La carrera de las mil millas se disputó entre 1927 y 1957: sus leyendas, batallas y también tragedias marcaron su historia.

La Mille Miglia tiene un papel protagonista en 'Ferrari', la película que retrata una época determinada de la vida de Enzo Ferrari (1957), quien atraviesa serias dificultades económicas para sacar adelante su empresa. Ferrari logró varias victorias en esta prueba; la primera tuvo lugar en 1933, cuando se impuso Tazio Nuvolari, con un Alfa Romeo 8C 2300 de la Scuderia Ferrari.

Los inicios de esta carrera datan de mucho antes, concretamente de los años 20. No se puede entender la Mille Miglia sin la ciudad de Brescia, en la región de Lombardía. 

Cerca de aquí se había disputado en marzo de 1899 una de las primeras carreras de las que se tienen constancia en Italia, la Verona-Mantua-Brescia-Verona, en la que se impondría ni más ni menos que Ettore Bugatti, fundador de la icónica marca de superdeportivos.

Mille Miglia

Mille Miglia

La pasión por la competición evolucionó rápidamente, y en septiembre Brescia acogió dos carreras, una en las carreteras que rodeaban la ciudad y otra con un recorrido de 223 kilómetros: Brescia- Mantua-Verona-Brescia. En 1921, cerca de la ciudad conocida como 'la leonesa', se disputaría el primer Gran Premio de Italia de automovilismo en el nuevo Circuito della Fascia d'Oro (Montichiari).

Pero la carrera pasaría al nuevo Circuito de Monza (cerca de Milán) solo un año más tarde, en 1922. En Brescia, al ver que el automovilismo abandonaba su territorio, se fundó el Real Automóvil Club de Brescia para impulsar el deporte, por iniciativa de Franco Mazzotti, Aymo Maggi, Giovanni Canestrini y Renzo Castagneto, cuatro brescianos, apodados como "Los cuatro mosqueteros".

Desde Brescia hasta Roma... y vuelta a Brescia

Continuando con la tradición de las primeras carreras organizadas en los alrededores de Brescia, los nuevos dirigentes del Real Automóvil Club idearon un reto para los pilotos más valientes: recorrer nada menos que 1.600 kilómetros (sí, Mil Millas) desde Brescia hasta Roma, para posteriormente regresar a Brescia por diferentes ciudades. 

Este planteamiento daba el protagonismo tanto de la salida como de la meta a la ciudad de Brescia, y atraía la atención tanto de los fabricantes de automóviles, que podrían poner a prueba sus vehículos ante el público de la región, como a los pilotos más atrevidos del mundo. No tenían que ser habituales en las carreras: podía inscribirse cualquiera.

La primera edición de la Mille Miglia se disputó el 26 de marzo de 1927, con un total de 77 vehículos inscritos, de los cuales 55 alcanzaron la meta en Viale Venezia. Los ganadores fueron Ferdinando Minoia y su copiloto, Giusseppe Morandi, a los mandos de un OM 665 S de 40 CV de potencia tras invertir 21 horas, 4 minutos y 48 segundos, a una velocidad media de 77,238 km/h.

El periódico Corriere della Sera publicó al día siguiente: "Poco más de veinte horas, ni siquiera un día y una noche para completar casi 1.700 km: una velocidad media que supera los 77 km/h. El automóvil ha atravesado las calles de media Italia como un soberano del tiempo y del espacio. El éxito del vehículo mecánico, por tanto, es asombroso".

En la Mille Miglia, los pilotos competían habitualmente acompañados de un copiloto. Este se encargaba de asistir a nivel mecánico en caso de problema y, en muchos casos, incluso tomaba el mando del vehículo. Hemos de recordar que la carrera duraba entre 15 y 20 horas en el caso de los equipos más competitivos, pero también había competidores mucho más modestos que tardaban más.

Mille Miglia

Mille Miglia

Otra de las curiosidades ligadas a esta carrera tienen que ver con el orden de salida. Y es que eran precisamente los coches menos competitivos los que salían antes que los favoritos. De este modo, se reducía el tiempo en el que las carreteras estaban cerradas y la organización no tendría que estar varias horas (o no demasiadas) pendiente de la carrera una vez el ganador alcanzase la meta. 

Entre 1949 y 1957, los dorsales de los participantes correspondieron a su hora de salida. Esto quiere decir que el dorsal 531 -  Alfonso de Portago en 1957 - comenzaría la prueba a las 5:31h de la mañana.

La Mille Miglia sirvió para que marcas de automóviles y pilotos forjaran su leyenda, especialmente los italianos.  De las 24 ediciones celebradas entre 1927 y 1957 - no hubo carrera ni en 1939 ni entre 1941 y 1946 -, los pilotos locales se impusieron en 21 de las citas celebradas. 

Las excepciones fueron pilotos de enorme calidad como Rudolf Caracciola (Mercedes) en 1931, Fritz Huschke von Hanstein (BMW) en 1940 y Stirling Moss (Mercedes) en 1955.

Entre los nombres propios de la Mille Miglia se encuentran Giuseppe Campari, ganador con Alfa Romeo en 1928 y 1929, o Tazio Nuvolari, un piloto tan veloz y agresivo que fue considerado temerario... y también un auténtico héroe en la época pre Fórmula 1. 

Nuvolari ganó la Mille Miglia en dos ocasiones, en 1930 1933, pero brilló aún más realizando remontadas casi imposibles hasta los primeros lugares en 1947 y 1948 a pesar de la lluvia y de la enfermedad pulmonar que padecía. En ambas ediciones fue derrotado por circunstancias externas a su velocidad por Clemente Biondetti, quien ganaría la prueba cuatro veces (1938, 1947, 1948 y 1949).

Archille Varzi, Luigi Villoresi, Alberto Ascari (campeón del mundo de F1 en 1952 y 1953), Eugenio Castelloti o Piero Taruffi, también ganaron la Mille Miglia.

El accidente de Alfonso de Portago que terminó con la Mille Miglia

La tragedia golpeó la Mille Miglia en numerosas ocasiones a lo largo de sus 24 ediciones. Un total de 56 personas perdieron la vida entre pilotos, copilotos y espectadores que se agolpaban al borde de las carreteras para ver pasar a los vehículos a toda velocidad. La suma de fallecidos era terrible. Y, en 1957, dejó de contar.

El triste protagonista del último capítulo de la Mille Miglia es Alfonso de Portago, aristócrata, jockey, piloto y medalla de plata en el Campeonato del Mundo de Bobsleigh en 1957. Había heredado el título de Marqués de Portago de su padre y era ahijado del rey Alfonso XIII. Su madre, Olga Leighton, había heredado una fortuna de su primer marido, fundador del banco HSBC.

De Portago no había tenido problemas para costear su caro vicio del automovilismo, donde además había logrado ser competitivo. Después de competir con varios vehículos privados, entre ellos algún Ferrari, el español llamó la atención de Enzo Ferrari, que lo incorporó a su equipo oficial para la F1 y otras aventuras, entre ellas la Mille Miglia.

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Alfonso de Portago
Alfonso de Portago

En 1956, "Fon" consiguió el primer podio de un piloto español en la Fórmula 1, tras finalizar en la segunda posición del Gran Premio de Gran Bretaña, en Silverstone, por detrás de Juan Manuel Fangio, con quien tuvo una fantástica relación. Para 1957, Portago comenzó la temporada con un quinto puesto en Argentina, única carrera de F1 en la que compitió aquel año.

Enzo Ferrari encomendó a Portago la participación en la Mille Miglia. A nuestro compatriota se le daban bien este tipo de carreras. No en vano, había ganado junto a su buen amigo, Edmund Nelson, el Tour de France de 1956 con un Ferrari 250 GT. Pero la Mille Miglia no le gustaba: era demasiado peligrosa. Y él soñaba con ser campeón de F1, como había hecho Fangio. 

Sin embargo, Ferrari empujó al Marqués a tomar la salida la carrera, y no le dejó otra opción. Luigi Musso, quien debía formar parte de este equipo, había enfermado de hepatitis y Ferrari necesitaba al español. Portago pensó inicialmente que pilotaría el 250 GT que llevó a la victoria en Francia, pero de nuevo Ferrari tenía otros planes: llevaría el 335S, más potente y temible.

Alfonso tenía dudas, incluso miedo, ante esta carrera. Él mismo lo compartió en una carta a su amigo Roberto Mieres, también piloto, enviada desde un hotel de Módena solo cuatro días antes de la cita:

"Ferrari me fuerza a correr en la Mille Miglia. Primero me dijeron que lo haría con un Gran Turismo, pero después de mi primera vuelta en entrenamientos, me dijeron que tenía que hacerlo con el 3.800 Sport. Hoy me anuncian que Taruffi y yo tendremos los nuevos 4.000 cc. Qué mierda, pero pienso ir en plan Turismo, ni siquiera Gran Turismo".

Las malas vibraciones ante la carrera se acrecentaron el mismo día de la salida por un gesto de lo más inoportuno y rocambolesco. Durante el desayuno junto a Romolo Tavoni, entonces director deportivo de Ferrari, se golpeó con un camarero al girarse para firmar un autógrafo. 

Tras el encontronazo, cayó al suelo una bandeja de té y leche. Portago, según Tavoni, se quedó pálido: "En mi país, tirar la leche y el té es símbolo de mala suerte. Hoy será un mal día". Tristemente, lo fue. 

De soñar con la victoria al 'beso de la muerte' en Roma

Portago, al volante del Ferrari con dorsal 531, estaba haciendo una buena carrera. Varios favoritos habían abandonado y el Marqués llegó en cuarta posición a Roma, la ciudad eterna.

Allí se encontró con su amante, la actriz Linda Christian, con quien engañaba a su esposa, la modelo Carroll McDaniel, madre de dos de sus tres hijos. El tercero fue fruto de una relación extramatrimonial, con la modelo Dorian Leigh.

El Marqués y Linda tenían planes de casarse y hacer una vida juntos. Estaban profundamente enamorados. Ella esperó a Portago en Roma, llamando la atención de periodistas y paparazzis, durante el repostaje que los coches realizaron en la capital italiana. Allí se vieron, cruzaron miradas y se besaron, en un momento conocido como "el beso de la muerte".

Alfonso continuó la carrera, a sabiendas de que tendría opciones de lograr la victoria o de pisar el podio al menos. Superó a Collins, que se retiró, y se fue a por Von Trips y Taruffi, que comandaba la prueba. Ganar era posible y lo daría todo. En una revisión del coche, en Bolonia, se detectó un problema en el neumático, pero Portago optó por seguir para no perder tiempo.

Cuando solo faltaban cuarenta kilómetros para cruzar la meta de Brescia, a la altura de la pequeña población de Guidizzolo, un neumático del Ferrari de Portago y Nelson estalló, tras al parecer haberse dañado al pasar por encima de un 'ojo de gato'  (baliza de señalización de la carretera). Iban a 250 km/h y, en ese preciso instante, pasaron a ser unos simples pasajeros de una bala roja.

El coche salió volando, golpeó un poste telefónico y cayó en una zona donde se habían colocado unos espectadores que llevaban todo el día viendo cómo pasaban los vehículos. Portago y Nelson perdieron la vida, así como lo hicieron nueve aficionados, entre ellos cinco niños. 

El lugar del accidente, en Guidizzolo, ha quedado marcado de por vida, con una columna donde se recuerda a todos los fallecidos en la Mille Miglia. Piero Taruffi alcanzó la meta de Brescia sin ser consciente de lo ocurrido kilómetros atrás, alzándose con la victoria que le retiraría del automovilismo, como prometió a su esposa. 

La de 1957, con más de 300 participantes, fue la última Mille Miglia disputada, por orden del gobierno italiano. Fue un golpe duro para Enzo Ferrari, que se aisló en Maranello tras perder a uno de los suyos. 'Il Commendatore' tuvo que sentarse ante la justicia, pero sería absuelto de lo ocurrido.

La Mille Miglia en la actualidad... y en el cine

La Mille Miglia en la actualidad
La Mille Miglia en la actualidad

Mille Miglia

La Mille Miglia regresó en 1977 a modo 'turístico' para celebrar la historia de la prueba recorriendo las carreteras italianas por las que en su día brillaron los grandes tlentos del automovilismo. En la actualidad se sigue disputando con vehículos clásicos.

La prueba ha tenido recientes apariciones en el cine, no solo en la película Ferrari, donde tiene un papel protagonista, sino también en "Rosso Mille Miglia", una comedia romántica que gira en torno a la prueba y que sirve para hacerse una idea de lo que representa para la cultura italiana esta magnífica cita, ahora reconvertida en un formato no competitivo.

Sobre Alfonso de Portago se ha hablado mucho menos de lo que un personaje de su carisma y calidad deportiva habría merecido. Recientemente, se publicó el libro "El sabor del último beso", una novela de Javier Puebla que se toma numerosas licencias literarias pero que ilustra cómo era y vivía Portago.

Impensable hoy... y bella a la vez que trágica en el pasado. Esto era la Mille Miglia. La carrera más bella del mundo.

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