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Alfonso de Portago, la trágica historia del primer piloto español de Ferrari

Alfonso de Portago

Esta es la historia de Alfonso de Portago, el primer piloto español de Ferrari y el primer piloto de nuestro país que subió al podio de la Fórmula 1.

Alfonso de Portago, el Marqués de Portago, guarda un importante lugar en la historia del mundo del motor, el deporte y la Fórmula 1 en España. Si bien su historia es prácticamente desconocida, merece la pena recordar al que fue el primer piloto español de la historia de la Scuderia Ferrari. Noble, millonario y deportista nato, Portago practicó especialidades como hípica, Bobsleigh o automovilismo... el cual nunca volvió a ser el mismo tras su muerte el 12 de mayo de 1957 en la Mille Miglia, carrera que fue prohibida después de su trágico accidente. Esta es la historia de Alfonso Antonio Vicente Eduardo Ángel Blas Francisco de Borja Cabeza de Vaca y Leighton, el XI Marqués de Portago. Una historia pasión por el deporte, superación amor y tragedia. 

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Alfonso de Portago nació en Londres el 11 de octubre de 1928 en el seno de una familia de la alta alcurnia y de gran prestigio español y mundial. Era hijo de Antonio Cabeza de Vaca y Carvajal, Antonio de Portago, un deportista multidisciplinar que practicaba hípica, polo o boxeo, y que también era actor. La carrera cinematográfica de Antonio, allegado al rey Alfonso XIII - que sería padrino de Alfonso - quedó suspendida con el estallido de la Guerra Civil, en la que llegó a luchar. De hecho, se le atribuye “gran valor y arrojo” con el hundimiento de un submarino republicano, a nado con una bomba de fabricación casera, como gran logro, según su biografía en la Real Academia de la Historia. El padre de Alfonso falleció en mayo de 1941 cuando sufrió un desvanecimiento tras un partido de polo. La madre de Alfonso era Olga Leighton, una irlandesa afincada en Norteamérica que había heredado una gran fortuna tras enviudar de su primer marido, Frank J. Mackey, cofundador del banco HSBC. Portago era también descendiente de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, conquistador español con varias expediciones en América y primer europeo en llegar a las cataratas del Iguazú y explorar el río Paraguay.

Con esta herencia familiar, no es un secreto decir que Portago tenía una buena vida. Afincado en Biarritz, en el País Vasco francés, viajaba por todo el mundo moviéndose entre las propiedades con las que la familia contaba en España, Francia, Italia, Estados Undios… Al igual que su padre – al que perdió a los 12 años -, “Fon”, como le llamaban en su círculo más íntimo, fue un deportista ejemplar. Practicaba todo tipo de disciplinas, tales como tenis, golf, esquí, esgrima o hípica. Destacó como jockey, llegando a participar en dos ediciones del “Grand National” de Aintree (Gran Bretaña) y ganando en multitud de competiciones. También sorprendió con una participación en los Juegos Olímpicos de Invierno de Cortina d’Ampezzo en 1956 en Bobsleigh, una especialidad inédita para el deporte español: A pesar de llegar a ser objeto de burla él y sus compañeros sorprendieron, llegando a ser cuartos, a solo 0.14 segundos de la medalla de bronce. Un año después, en el Mundial disputado en St. Mortiz, logró un meritorio tercer puesto. Su última pasión fue el automovilismo, de la cual se enamoró nada más descubrirla, gracias a su amigo Luigi Chinetti, que era importador de Ferrari en América.

En el aspecto más personal Portago se movía en el ambiente más selecto del mundo en aquel entonces. Se ganó la fama de “playboy” y se le veía en las fiestas de la más alta sociedad, en ciudades como Paris, Londres o New York. En 1949 se casó con la modelo americana Carroll McDaniel, aunque su relación fue un tanto tormentosa, pues durante los años en los que estuvieron casados mantuvo otras relaciones esporádicas con otras mujeres y supuestamente llegaron a iniciar un proceso de divorcio… que no se llegó a dar. De Portago había salido durante su matrimonio con la modelo Dorian Leigh y con la actriz Linda Christian, a la última que pudo besar solo horas antes de morir.

Una muestra de la actitud de Portago es que en una ocasión se atrevió a sobrevolar con un avión el Támesis y pasar por debajo del Puente de Londres solo por ganar una apuesta de 500 dólares, lo cual le costó que le retiraran la licencia… ¿Iba a temer alguien así conducir coches de carreras en circuitos o entre ciudades a más de 200 km/h? 

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Alfonso de Portago y el inicio de su nuevo amor: los coches de carreras

En 1953, mientras vivía en New York, Portago visitó junto con su buen amigo Edmund Nelson, un veterano de la fuerza aérea americana, un salón del automóvil en el que estaba presente Ferrari. Los coches rojos ya eran mundialmente conocidos y contaban con un fantástico palmarés internacional. De hecho, el campeón del mundo de Fórmula 1 de 1952 había sido Alberto Ascari con un Ferrari, y renovaría el título aquella temporada.

Fue en esta exposición donde Portago y Nelson vieron a Luigi Chinetti, un ex mecánico de Alfa Romeo – que forjó una buena amistad con Enzo Ferrari – y piloto (tres veces ganador de las 24 Horas de Le Mans) que actuaba como importador exclusivo para la marca del Cavallino en América. Chinetti ofreció a Portago que fuese su copiloto en la Carrera Panamericana, lo cual aceptó…. y el Marqués, además, se compró un Ferrari 250MM. A finales de aquel 1953 compitió junto a Chinetti, aunque el motor de su coche se rompió.

Alfonso de Portago

Meses después, ya en 1954, Portago comenzó a competir con su 250MM junto al piloto americano Harry Schell, que le había convencido para que comenzase a correr de una forma más "seria". Juntos participaron en las 1000 Millas de Buenos Aires y acabaron segundos. De vuelta a Europa, Portago se inscribió en las 24 Horas de Le Mans con un Maserati A6G propio, pero con apoyo oficial de la marca. Su amigo, Schell, le había dicho que sufriría en esta carrera, pues tendría que conducir con coches manuales y él solo lo había hecho con automáticos. Y cierto es que comenzó sufriendo: ¡llegó tarde a la inspección técnica en Le Mans porque se rompió el camión que llevaba su coche y tuvo que conducirlo él mismo desde Módena! Afortunadamente, recibió luz verde para correr. Eso sí, tuvo que retirarse por la rotura de su motor. También corrió en Metz (Francia) con Maserati y ganó la clase de dos litros.

Sin descanso, Portago se fue a las Bahamas con su Ferrari para competir en la “Semana de la Velocidad” en Nassau. Acabó segundo la primera carrera y ganó la segunda, todo sin apoyo de fábrica de la marca, lo cual perseguía insistentemente. Su ascenso como piloto fue interrumpido en 1955 por un accidente en el International Trophy, una serie de carreras no puntuables para la F1, que le impidió participar en la mayoría de aquella temporada… Sin embargo, su agresividad sobre la pista y buenos resultados encandilaron a Enzo Ferrari, que había seguido muy de cerca sus pasos: “Il Commendatore” le ofreció un contrato de dos años como piloto oficial de Fórmula 1 y deportivos para 1956 y 1957. Todo un “Gentleman driver” había cumplido el sueño de competir para Ferrari, a sus 28 años… ¡con solo 2 años de experiencia como piloto! De repente se vio en el club de Juan Manuel Fangio, Peter Collins, Luigi Musso, Eugenio Castellotti...

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Alfonso de Portago en la Fórmula 1: Solo 5 carreras y el primer podio español

Alfonso de Portago

De Portago debutó en la Fórmula 1 en el Gran Premio de Francia de 1956, al volante de un Ferrari D50. Abandonó en su primera participación en la categoría reina por un problema de caja de cambios, pero en la siguiente carrera hizo historia: Acabó en la segunda posición del Gran Premio de Gran Bretaña de 1956, solo por detrás de Juan Manuel Fangio, tras salir desde el duodécimo puesto de la parrilla. Tuvo que ceder su coche a Peter Collins – algo habitual en la época - , pero aún así fue el primer podio de un piloto español en una F1 primitiva y muy peligrosa. En las dos carreras restantes de aquel año, Alemania e Italia, Portago se retiró por problemas mecánicos y en la primera prueba de 1957, en Argentina, acabó quinto, tras reemplazar en el coche al piloto local José Froilán González. 

La siguiente carrera era Mónaco, la cual Portago esperaba con ilusión. No solo porque su temporada había empezado bien – su actuación en Argentina fue muy aplaudida -, sino porque su actitud casaba perfectamente con la sociedad y exclusividad de Mónaco. Desgraciadamente, nunca pudo llegar a las calles de Montecarlo.

Alfonso de Portago (Imagen: Wikipedia)
Alfonso de Portago (Imagen: Wikipedia)

Mille Miglia: El accidente fatal de Alfonso de Portago

Por indicación de Enzo Ferrari, Alfonso de Portago debía competir en la Mille Miglia, una clásica pero peligrosa carrera italiana que se disputada por carretera y entre ciudades, desde 1927, con salida en Brescia rumbo a Roma y vuelta hacia Brescia para finalizar. En ella los fabricantes italianos, entre ellos Alfa Romeo, Maserati, Lancia o Ferrari defendían el honor patrio frente a BMW o Mercedes. Enzo quería que su último fichaje, el más atrevido de todos, defendiera la corona lograda por Castellotti el año anterior, sustituyendo a Luigi Musso, que sufría hepatitis y que no podía competir.

Portago no quería correr, tal y como dijo en una carta a su amigo Roberto "Bitito" Mieres,  fechada solo cuatro días antes de la Mille Miglia, el 8 de mayo. “No quiero participar en la Mille Miglia, pero Enzo Ferrari me obliga a hacerlo". Se cree que Enzo Ferrari le amenazó con no dejarle competir en la F1 si no tomaba parte en aquella prueba.

Alfonso de Portago en la Mille Miglia Imagen: Wikipedia
Alfonso de Portago en la Mille Miglia Imagen: Wikipedia

El mal presagio de Portago se cumplió, desgraciadamente. El español, junto con su buen amigo y copiloto, Edmund Nelson, tomó la salida de la Mille Miglia el 12 de mayo desde Brescia a las 5:31 de la mañana (con dorsal 531 por ello). Llevaba buen ritmo, peleando en la parte alta de la tabla de resultados, cuando a mitad de camino cumplió la promesa, según cuenta la leyenda, que le hizo a su amada: al llegar a Roma se daría un largo beso con ella, en plena competición, y después continuaría con la carrera. Él se encargaría de recuperar el tiempo perdido pisando el acelerador más a fondo que nunca. 

Durante una asistencia técnica posterior, en Bolonia, los mecánicos de Ferrari advirtieron a Portago de que tenía una rueda muy dañada, quizás por un golpe o por desgaste, y le indicaron que había que cambiarla. Preguntó a los técnicos si podían arreglarlo rápidamente, pero le dijeron que llevaría un largo rato, y él decidió continuar. Al parecer Enzo Ferrari se encontraba allí, lo que suponía una presión adicional, y le dijo que si no apretaba a fondo, le alcanzarían sus rivales. En cabeza marchaba Piero Taruffi, seguido por el belga Gendebien, ambos pilotos de Ferrari, y Portago peleaba por darles caza e incluso superarles… Si cambiaba los neumáticos, sabía que no lo conseguiría, y en la parada para besar a Linda Christian se había dejado dos minutos… 

Así las cosas, Portago inició la parte final del recorrido con el coche muy tocado. A falta de unos 70 kilómetros para la meta, entre las ciudades de Cerlongo y Guidizzolo, en la comuna de Cavriana, al noroeste de Mantua, el Ferrari 335S de Portago y Nelson sufrió el reventón de un neumático a más de 250 km/h, con fatal desenlace. El coche se salió de la carretera, chocó contra un poste telefónico que seccionó el vehículo y los restos del Ferrari volaron hacia una zona donde se encontraban los espectadores viendo la carrera.

Murieron en el acto piloto y copiloto, y una decena de espectadores, cinco de ellos niños. Asimismo, hasta treinta personas resultaron heridas. La tragedia copó titulares en la prensa del país. La carrera fue tildada de peligrosa y cancelada para siempre por ello, aunque a día de hoy se sigue celebrando una edición histórica, de forma conmemorativa.

La muerte de Portago supuso un duro golpe para Ferrari, que ya había perdido a otros pilotos al volante de sus coches. Además, Enzo y los responsables de la marca de neumáticos Englebert fueron acusados de homicidio involuntario, aunque cuatro años más tarde fueron absueltos.

Alfonso de Portago fue enterrado el 15 de mayo en Madrid, siendo una de las personas que portaron el féretro Juan Manuel Fangio, quien ganaría cinco títulos mundiales de F1, y que tenía una buena relación con el español. El Circuito del Jarama, en Madrid, nombró una de sus curvas en su honor tras su construcción en 1967.

La historia de Portago fue la de un apasionado del deporte, especialmente del deporte de riesgo. Un aristócrata, enamorado de la buena vida, que arriesgó su vida en múltiples ocasiones. Fue el primer piloto de Ferrari español y el primer hombre de nuestro país en lograr un podio en la historia de la F1, que se ganó el respeto de estrellas como el propio Fangio o Stirling Moss.

"Puede sonar sentimental, pero creo que los pilotos estamos muy cerca de la muerte cada domingo, así que por eso creo que apreciamos más la vida. Estoy seguro de que amo más la vida que un hombre normal. Quiero conseguir algo de cada minuto, no quiero desperdiciar el tiempo". Alfonso de Portago

Imágenes: Motorsport Images/Wikipedia

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