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La increíble historia de la Bultaco Gold Medal

Bultaco Gold Medal
Éxito total y canto de cisne de una época.

En la actualidad España no destaca como fabricante de motos, pero echando la vista un poco atrás (o quizá bastante atrás, que ya ha pasado medio siglo) podemos encontrar la época dorada de la producción de motos patrias, los años 70, igual que dorado es el color que luce nuestra protagonista de hoy, la Bultaco Gold Medal.

Esta moto fue prácticamente el canto de cisne de Bultaco pero, eso sí, ejemplificó mejor que nada aquello de irse por la puerta grande: tanto la marca como la Gold Medal murieron de su éxito.

Pero empecemos por el principio. Bultaco se fundó en 1958 y se dedicó a fabricar modelos que en términos generales tuvieron buen rendimiento a nivel comercial, tanto de motocross como de Todo Terreno, que es como se llamaba antiguamente a lo que hoy es el Enduro.

En esta segunda rama la compañía disponía de la Bultaco Matador, todavía recordada con cariño a día de hoy. En 1973 cumplió su ciclo de vida y fue reemplazada por la Biflecha, que supuso un auténtico descalabro.

Necesitados de una solución para encontrar un sustituto a la altura, los pilotos que competían con la marca sugirieron adaptar la Pursang, con la que corrían en motocross, al enduro. Dicho y hecho, así apareció la Bultaco Frontera

El hecho de derivar en gran parte del mundo de la competición hizo que tuviera un reclamo comercial muy grande, algo que la convirtió en un éxito inmediato y que Bultaco supo aprovechar añadiendo a su nombre ‘Mk9’, lo que dejaba claro que derivaba de la Pursang Mk8.

Su gama se fue ampliando hasta incorporar versiones de 75 y 125cc (con chasis de doble cuna) en 1976, que se sumaban a las de 250 y 370cc originales.

Como derivaban de modelos de cross, tenían una entrega de potencia y par bastante fuertes, lo que hizo que hubiera que relajar un poco su carácter y que así fueran más fáciles de conducir, sobre todo en el caso de la que empleaba el motor más grande.

En el mismo 76 se presentó la siguiente evolución del modelo, la Mk10, con la que llegó la Bultaco Gold Medal. La combinación de colores en dorado y verde era muy llamativa, y a día de hoy ha envejecido francamente bien.

Despertó un interés inmediato, tanto que fue incluso demasiado para la capacidad de producción de Bultaco: desde Estados Unidos llegó un pedido bastante grande, pero el fabricante no pudo tener los ejemplares a tiempo y, cuando consiguió mandarlos, la temporada ya había comenzado.

Como respuesta, se le devolvieron todas ellas. Ante esta situación crítica, Bultaco fue imaginativa: cogió las unidades pensadas para motocross y las convirtieron en las Bultaco Gold Medal, que tenían demasiado carácter como para poder llevarse con facilidad haciendo Todo Terreno.

Esta jugada, que podría haber salido mal, fue todo lo contrario, supuso una publicidad muy buena, se corrió la voz de boca en boca y esa pegada extra hizo que mucha gente la quisiera.

De hecho, su éxito llegó al punto en el que no solo se vendió la serie entera, si no que además hubo que fabricar una segunda completa.

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