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Prueba del Mercedes Clase G 350d

"¡Pero si es cuadrado!", es lo primero que dice mi tía, que cuenta con 89 años, nada más verme aparecer con el coche de la prueba, el Mercedes Clase G 350d. Y sí, a nadie se le escapa que el automóvil parece una caja de zapatos. Y eso es lo que me gusta de él. A la compañía alemana le ha podido más el corazón que la razón, prescindiendo de cambios que mejorasen la aerodinámica en favor de mantener su diseño casi inalterado durante sus más de 40 años de vida. 

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Las modas -también el coeficiente aerodinámico- mandan: todos los vehículos presumen de sinuosas líneas curvas, donde las aristas brillan por su ausencia. En el Mercedes Clase G no. Solo hay que ver la inclinación del parabrisas, casi vertical. Podría pasar por la primera o la segunda generación si no fuese por los detalles que modernizan su diseño, como son las luces diurnas LED en los faros con forma de círculo y que le quedan como anillo al dedo, el diseño 3D, también formado por diodos luminiscentes, de los pilotos; las bisagras en la parte exterior de las puertas y el capó superpuesto. Pero hay detalles que no cambian y que no me gustaría que lo hiciesen en este icónico modelo como los listones protectores exteriores, la rueda de repuesto alojada en el portón trasero y los grandes intermitentes que flanquean el capó.

VÍDEO: Mercedes Clase G, ¿es tan seguro cómo parece?

Comienzo la prueba del Mercedes Clase G 350d. Según me acerco a él pienso: "No ha cambiado nada". Pulso el botón del mando que abre sus puertas, y el sonido que emite es el de coche fuerte, robusto, el de un hierro. Estoy seguro de que la compañía de Stuttgart ha estudiado para conseguirlo tal cual. "Me gusta". Ese toque retro se ve modernizado con el logotipo de la estrella que proyectan en el suelo los retrovisores. Después de estar 30 segundos buscando la forma de abrir la puerta, de buscar el mando que la abriese, la encuentro y resulta ser la de toda la vida: apretando el botón de la maneta. Apoyo el pie en la estribera, que me me ayuda a llegar a la cima como si de un serpa se tratase, y me acomodo fácilmente en su asiento. Cierro la puerta, a la segunda, puesto que es necesario hacer la acción con fuerza, y de nuevo el sonido me hace viajar al pasado. "Me encanta". Pero esa rápida aventura se esfuma al ver el nuevo interior, donde la tecnología es la auténtica protagonista... Bueno, protagonismo compartido con los materiales de primera. Como ocurre en el resto de la gama, el Clase G puede equipar un cuadro de instrumentos digital formado por una pantalla de 12,3 pulgadas y que se une a otra con las mismas dimensiones para formar un puesto de conducción muy moderno. Riza el rizo las salidas del sistema de climatización con forma de turbina y los botones cromados de los tres bloqueos de los distintos diferenciales. No le falta ningún lujo, tampoco a sus asientos, que son eléctricos, climatizados y ventilados.

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Bajo al mundo terrenal para subir de nuevo, esta vez a las plazas traseras. Los pasajeros cuentan con mucho espacio para las piernas y para la cabeza, menos para los hombros si viajan tres, algo lógico. Y si se ocupa la plaza central se puede estar relativamente cómodo teniendo en cuenta que la banqueta es mullida -más duro es el respaldo- y que el piso es bastante bajo. Por su parte, el maletero, al que se accede abriendo un portón de forma lateral, es generoso porque cuenta con 454 litros y su boca de carga muy baja. 

Prueba del Mercedes Clase G 350d

Es hora de comenzar la prueba dinámica del Mercedes Clase G 350d. Enciendo el motor pulsando el botón -sí, porque apertura sin llave no tiene, pero sí arranque-, y un bufido bien organizado, enérgico, me ameniza la mañana. Se trata de un seis cilindros en línea capaz de rendir 286 CV.

En marcha me llama la atención lo poco que se escucha el propulsor en el habitáculo. Otra cosa es el ruido aerodinámico, algo normal con un parabrisas tan vertical y unos retrovisores de gran tamaño.

A pesar de sus dos toneladas y media, el bloque mueve el conjunto con mucha soltura. No echo en falta más de la potencia que este motor me brinda, una energía que entrega bastante progresiva, con bien de fuerza a bajas vueltas, aunque es sobre las 2.000 rpm cuando se aprecia un mayor punch. Y todo ello acompañado por un consumo medio de 12,6 en modo Eco, una buena cifra para su peso, altura y el escaso trabajo aerodinámico que atesora.

La gente me observa con envidia, quizá también con odio; no sé si es porque voy en un coche de más de 100.000 euros o porque les miro por encima del hombro, hecho que no es mi culpa, sino de la altura del vehículo y de la alta posición de su asiento. Al único que puedo mirar casi de tú a tú es al conductor del camión de la basura. Qué subidito se lo tienen... el esquema de suspensiones del camión, digo.

Prueba del Mercedes Clase G 350d

Y hablando de la suspensión, me llama la atención lo bien que filtra las irregularidades de la calzada. Balancea en curva, sí, algo normal en un automóvil de su talla y peso, pero no en exceso. Para eso sus asientos tienen un buen agarre lateral.

También acompaña una dirección bastante precisa, aunque no muy rápida. Asimismo, debes tener en cuenta que el ratio de giro es muy amplio, por lo que en virajes cerrados te exigirá maniobrar... ¿Y pensabas que su tamaño era el único handicap para su uso en ciudad?

Y por último, toca realizar la prueba del Mercedes Clase G 350d en terreno off-road. Este grandullón puede con todo gracias a su ángulo de entrada es de 31 grados, de salida, de 30; ventral, de 26; su altura libre, de 241 mm y de vadeo, de 700 mm. Y lo más importante, sus tres diferenciales bloqueables. Lástima que la mayor aventura de la gran mayoría de los propietarios/as sea la de darles la comida a sus hijos a la salida del colegio... Oye, que no es tarea fácil.

Conclusión tras la prueba del Mercedes Clase G 350d

El Clase G es uno de esos coche que tendría en mi garaje si tuviese los 115.600 euros que la compañía de la estrella pide por él. Es una cantidad muy alta, sí, pero justificada.

Valoración

Nota9

Ponemos a prueba el Mercedes Clase G 350d, uno de los todoterreno más conocidos y eficaces. Más de 40 años lo corroboran...

Lo mejor

Imagen exterior casi inalterada. Lujo interior. Potencia de su motor. Capacidad off-road real.

Lo peor

Plaza central trasera con respaldo duro. Precio alto.

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