¿Marca premium o generalista equipada al máximo?
Lo vemos continuamente en multitud de ámbitos: gente que paga 30 euros de más porque en su camiseta blanca básica luzca el logo de Abercrombie, smartphones con las mismas funcionalidades que otros con menos nombre por un precio que prácticamente los dobla… vivimos en un mundo en el que las marcas importan y al gente está dispuesta a pagar cantidades importantes solo por lucir un logo.
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No entraré a valorar los correcto o lo incorrecto de este mentalidad, pero si quiero reflexionar sobre su ocurre lo mismo en el mundo del automóvil. Es inevitable que el usuario/comprador medio tenga prejuicios sobre esta o aquella firma, ya sean positivos o negativos, aunque en un muchas ocasiones no estén ni justificados o incluso se basen en datos o impresiones de hace décadas. El problema es que esto en muchas ocasiones les impide plantearse cuestiones lógicas en las que merece la pena pararse a pensar. Teniendo en cuenta como nos dejamos llevar por las marcas, ¿es mejor un modelo de una marca premium o uno de una generalista equipado al máximo?
Antes que nada: sí, es cierto que un fabricante premium (no voy a dar nombres) utiliza materiales de mejor calidad, sobre todo en lo referente a acabados interiores y a remates del coches, que las marcas generalistas. Y es normal, para ello se paga una diferencia de precio considerable en modelos equivalentes del mismo segmento.
Sin embargo, esa diferencia de calidades que se presupone abisal, tampoco es tanta. Puede que lo fuera en los 90, pero en la etapa actual los fabricantes “normales” han dado un salto de calidad importante en este aspecto y si nos fijamos en sus niveles de equipamiento superiores, el escalón entre uno y otros se reduce.
Cierto esto tiene un coste, literal, que supone un aumento del precio del generalista y reduce su principal ventaja sobre un premium (ser barato), pero también hay que tener en cuenta que, y es importante quitarnos esta idea de la cabeza, que por muy premium que sea, cualquiera de los coches de este segmento en su versión base suele venir bastante pelada.
Es precisamente por eso que plantearnos qué es mejor, si marca premium o generalista equipada al máximo, es algo totalmente lícito.
Repito que no voy a entrar en comparar modelos o marcas concretas para evitar herir sensibilidades, pero podéis realizar el experimento de una manera muy sencilla: coged dos coches, uno generalista y otro que no, abrid sus respectivos configuradores y jugad con ellos, comparando motores equivalentes y lo que trae cada nivel de equipamiento de uno y otro y a qué precio.
Se mire en el caso que se mire hay ciertas pautas que se van a repetir. La diferencia de coste entre uno y otro será considerable, y es posible que en el acabado base de cada uno, la diferencia a nivel estético, de equipamiento y calidades será grande. Sin embargo, es fácil que para que el “pobre” alcance al “rico” solo sea necesario subir un poco en la gama del primero o que incluso que valga con añadir un pack específico (conectividad, aparcamiento o similar).
En ese momento estarán bastante igualados en cuanto a dotación y, aunque la diferencia de precio se haya reducido, es posible que siga siendo demasiado alta como para justificarse con el argumento de “es que este es un X”, que puede que a muchos les valga, pero de manera objetiva no es que tenga mucho sentido.
Es lógico que algunos argumenten que el premium también puede subir de nivel de acabado y conseguir un equipamiento más completo, y es verdad, pero el salto de uno a otro tiende a ser más caro que en las generalistas. Es más, si ponemos a un lado y a otro las versiones tope de gama de ambos (siempre con motores equivalentes), es probable que la diferencia de precio sea todavía mayor que en las versiones básicas, aún cuando el equipamiento estará mucho más igualado.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.
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