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El “coche triste” que me ha roto los esquemas

Mitsubishi Space Wagon

Los "coches tristes" te pueden llenar tanto como un Ferrari con el motor V12 Colombo. Solo tienes que tener la actitud correcta.

Seguramente, algunos recodaréis que me gustan los coches viejos. No solo viejos, sino “tristes”, como dice un amigo con el que comparto esta afición tan poco glamourosa.

Por eso, después de dejar mi Mitsubishi Space Wagon en el taller durante tres semanas, el día que fui a recogerlo estaba como un niño con PlayStation nueva

Es curioso que, aunque por mi trabajo puedo presumir de haber conducido prácticamente la totalidad de coches que se han fabricado desde 2005, lo cierto es que aún me ilusiona ponerme al volante de un cacharro de 23 años con un motor de 2,4 litros, 150 CV y un consumo medio de BMW M3.

Pero es que ese Space Wagon es muchas cosas. No solo es un “coche triste” de los que me gustan a mí. También es un coche lleno de vida, especialmente los tres días a la semana en que tengo que llevar a mi hijo a fútbol y, para ganar tiempo, meto a mis dos pequeños en el coche a merendar mientras hacemos las tonterías típicas que se hacen en familia.

 Puede sonar poco apetecible, pero si llego al cole y no hay “Mitsubisheta”, como lo llaman, lo sí hay es drama

Pero no solo con los niños. Mi mujer y yo, los niños y los abuelos es una estampa habitual. O con todos los amigos de mi hijo. O con la bici, que meto entera SIN DESMONTAR (compañeros ciclistas, sé que alguno me odiáis ahora) y sujeta con un invento que he desarrollado junto a un amigo tras un intenso I+D regado con líquido ámbar que hace espuma.

También la Mitsubisheta es el coche oficial de los viajes familiares. En serio: más de una y de dos veces he tenido que dejar mi coche de pruebas aparcado en casa para irnos a pasar unos días a la playa. Ahí nos tienes a los cuatro pasando de un A6 Avant TDI para meternos en un Space Wagon con una pegatina de “Rockabilly Dad” en la luneta. Historia autobiográfica de verdad de la buena.

Y es que, y con esto termino, este monovolumen japonés de imagen más bien anodina es mucho más que un simple “coche triste”. Es el coche que me ha roto los esquemas y el tiempo medio que suelo tenerlos: los compro baratos, los vendo baratos y paso al siguiente. 

Pero ha resultado que este me ha trastocado. Se ha llenado de vida, se ha metido una pequeña parte de mí, y es algo que, como diría mi hijo, “me aluciflipa”, porque no me lo esperaba.

Esto lo comentaba con alguien que tiene una colección de coches de esas que te hacen levantar como poco una ceja, entre ellos algún Ferrari de los 60. Y que me dijo una frase que, como poco me hizo reflexionar: “Es que el coche es lo que tú quieres que sea. Un 275 GTB puede ser solo chapa con ruedas si no te llena”.

Así que decidido: mi cola de adquisiciones va a quedar en pausa por ahora...

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Axel Springer o Auto Bild España.

Etiquetas: Opinión

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