Las puertas del Ford GT no es que se sean muy prácticas
Doug DeMuro es una de esas personalidades del mundo del motor que todo el mundo conoce. Especializado en probar coches de todo tipo y dar su opinión sobre ellos, siempre con un toque de humor, hace poco se compró un Ford GT de 2005 (una de las cosas más locas que ha hecho, en sus propias palabras). Lógicamente, aunque sea suyo, no se va a librar de una buena crítica, y es que poco ha tardado el bueno de Doug en identificar lo que menos le gusta del modelo: sus puertas.
Pensado para ofrecer las mejores sensaciones al volante, así como un diseño rompedor, la practicidad no es una de sus fuertes: la baja altura a la que está o la incómoda posición para entrar en el coche así lo demuestran; pero es que las puertas no hacen sino complicar todavía más la tarea.
Éstas no se abren con un marco normal, sino que para homenajear al Ford GT40 original, se llevan consigo parte del techo. Esto ayuda a que piloto y copiloto tengan algo de espacio extra para sus cabezas, pero hace que el hueco disponible para entrar sea minúsculo a no ser que se abran completamente las puertas.
Como es lógico, acceder al vehículo en lugares estrechos, ya sea aparcando en batería o en plazas de garaje junto a otros coches, es toda una aventura. Ya en el de su casa, DeMuro apunta que no ha sitio suficiente como para escurrirse al interior, por lo que entra gateando al asiento, teniendo que girar luego sobre sí mismo por completo para poder adoptar una postura de conducción. Un pequeño peaje a pagar por conducir el deportivo.
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