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Comparativa: Peugeot 308 GTi vs Hyundai i30 N Performance

eugeot 308 GTi vs Hyundai i30 N Performance
Dos compactos que quitan el hipo en circuito.

Te traemos dos compactos, uno de Corea y el otro de Francia, que bajo sus burguesas carrocerías esconden fuego puro. El Peugeot 308 GTi y el Hyundai i30 N Performance son deportivos sin concesiones. Posiblemente, lo más vibrante que se puede encontrar ahora en el segmento. Los hemos enfrentado. Comparativa: Peugeot 308 GTi y el Hyunda i30 N Performance.

VÍDEO: ¡Con el Hyundai i30 N al límite!

Estos deportivos compactos de Hyundai y Peugeot logran la complicada simbiosis de dar diversión y espectáculo y al mismo tiempo usabilidad diaria. En el nuevo Hyundai i30 N resoplan orgullosos 275 CV. En el Peugeot 308 GTi son 272.

¡Arrancamos!

Los dos cohetes despiertan por medio de un botón. Eso ya es habitual en esta liga, pero sigue siendo un gran detalle. Presiono levemente, y el rumor excitante del Hyundai lo llena todo. Una mariposa del escape permite, por botón, regular el sonido. Pero no aporta nada a las prestaciones.

En el motor sopla un turbo 'twin-scroll': sobre el papel, 353 Nm de par máximo. El Hyundai se pone en marcha sin piedad. El empuje es muy lineal en las primera dos marchas. Más allá de 200 km/h el motor de dos litros desfallece un poco. Y es que su último empellón no lo hace en la última marcha. En el Peugeot toma el mando el relativamente pequeño 1,6 litros. Pero que no te engañe su tamaño: empuja con más avidez que su rival, se muere por subir de vueltas todo el rato y no tiene reparos en coquetear constantemente con la zona roja del cuentarrevoluciones. Aquí sí es consecuente: cuando llego a 250, la aguja entra en la zona. El cambio tiene recorridos más largos, pero algo más fluidos que los del Hyundai.

Los dos devoran las curvas

Y llega la hora de abordar una zona de curvas: el Hyundai las supera muy bien, el Peugeot, todavía mejor. Tiene un mordiente y una precisión que recuerdan inevitablemente a la competición. También al girar el francés, más ligero, tiene una respuesta un poco más espontánea y exacta. Se siente más firme, eficaz y aplomado sobre el asfalto.

Pero ojo, porque el Hyundai adora las curvas. Pero es un poco menos comunicativo y las ruedas delanteras provocan el subviraje un kilómetro por hora antes que su rival. En el mismo radio, el 308 se agarra más firmemente al asfalto. Y si el conductor levanta levemente el pie del acelerador, el coche reacciona con un leve latigazo de la zaga que ayuda a recolocarlo en su trayectoria. En definitiva: más precisión en curvas, más diversión al volante. Quienes valoren las sensaciones deportivas por encima de todo, adorarán este coche.

El Hyundai juega otras cartas. Permite influir en su carácter de muchas maneras. La centralita, por ejemplo, regula la subida de vueltas en las reducciones. El efecto de su diferencial con bloqueo es variable, los amortiguadores pueden regularse de duro a muy duro. Hasta el sonido puede aliñarse con más octavas. Es endiabladamente rápido y un coche muy redondo, qué duda cabe. Pero su tacto es algo más artificial que en el Peugeot.

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