En los núcleos urbanos con más de 50.000 habitantes la gente anda como loca buscando coche nuevo para poder circular con normalidad. Muchos se plantean un vehículo con etiqueta Eco y solo tienen en mente modelos exóticos, grandes y más caros de lo que les gustaría pagar. El de esta prueba, el Renault Clio E-Tech puede ser la solución que muchos necesitan.

Estéticamente es igual que el resto de la gama y salvo por el distintivo E-Tech que lleva en el portón no sabrás que se trata de un vehículo híbrido. Lo que sí que añade son los cambios de diseño que se realizaron en este modelo con el restyling a mediados del año pasado. 

Y esta unidad, con el acabado Esprit Alpine, que es nuevo en la gama, además suma toques más deportivos, como los logotipos delantero y trasero oscurecidos, el distintivo de la versión en las aletas delanteras y las llantas de 17 pulgadas con la firma Alpine. Sin olvidar la lama aerodinámica delantera acabada en gris mate, al igual que la sección inferior del paragolpes trasero.

Esta versión híbrida en realidad con etiqueta Eco de la DGT ya se lleva comercilizando desde el año 2020, aunque ahora ha recibido ligeros cambios y entrega algo más de potencia. La diferencia está en que monta un motor gasolina atmosférico más potente. Este tiene 94 CV y a él se suman dos eléctricos: uno de 49 CV, que es el que le hace funcionar en modo híbrido; y otro de 20 CV, cuya misión es que cuando el motor de combustión entra en acción lo haga de manera suave. 

Esto es así, porque el coche siempre arranca en modo eléctrico y el de combustión se pone en funcionamiento una vez elevas la velocidad. La batería de este Renault Clio Hybrid 145 Esprit Alpine de la prueba tiene 1,2 kWh de capacidad bruta y se recarga por sí sola durante las fases de desaceleración y frenada.

La potencia total del conjunto mecánico es de 143 CV (antes 140 CV) y la encargada de que todo esto funcione como una orquesta bien afinada es una caja de cambios automática multimodo sin embrague, que resulta más suave que rápida, especialmente en las reducciones.

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En líneas generales el funcionamiento es suave y fluido, pero hay que reconocer que en ocasiones el motor se revoluciona en exceso y hace más ruido de la cuenta. 

Lo importante es que el consumo real es bastante contenido. Renault declara un gasto medio de 4,3 litros y en esta prueba, alternando recorridos urbanos e interurbanos se ha bebido 5,8 litros cada 100 km.

Dinámicamente es un coche que me ha gustado por su polivalencia. En ciudad es realmente ágil y aparcarlo en huecos estrechos es pan comido; y cuando sales a la carretera se muestra muy estable y asentado en las curvas. La suspensión filtra bien las imperfecciones del asfalto y se apoya en una dirección de tacto lo suficientemente preciso.