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Prueba Ducati Scrambler Classic: diversión y belleza retro

En esta prueba, la Ducati Scrambler Classic proporciona diversión y belleza retro a partes iguales, pero con una base muy bien hecha y con unas prestaciones totalmente actuales, con unos acabados apetecibles y un precio muy competitivo. Pincha y te contaremos más.

Aunque se presentó en 2014, es una de las motos más esperadas de este año, por todo lo que tiene y lo que no de su fabricante. Ya tuvimos en nuestras manos la versión básica Icon (prueba de la Ducati Scrambler Icon) y nos gustó; ahora ha pasado por AUTOBILD.ES un modelo verdaderamente apetecible, por ocupar un escalón intermedio de la gama Scrambler, en calidades, prestaciones y polivalencia. Esta es la prueba de la Ducati Scrambler Classic, una máquina de generar diversión y belleza retro a partes iguales.

Si las miradas desgastaran, esta moto se habría quedado sin asiento antes de subirme. Y sin todo lo demás, porque todo el mundo la mira con una mezcla de curiosidad y admiración. Es coqueta, resultona en ese color Orange Sunshine que tanto me gusta. No tiene portaobjetos ni trucos de scooter -salvo la toma de potencia que hay debajo del mencionado asiento- y sobre el que su tapicería desliza un poco. Sin embargo, está rematado con las letras 'D-U-C-A-T-I', bordadas sobre un discreto pero efectivo piloto trasero con tecnología LED, que, junto al faro delantero (también LED más bombilla en óptica de cristal), ya anticipa lo que me espera: una moto muy 'vintage' y recién diseñada y fabricada.

El único 'reloj' -del manillar casi de bicicleta-, con toda la tornillería al aire, recuerda a aquellos que se ponían a última hora en las motos antiguas para cumplir con las homologaciones, sólo que aquí es totalmente digital y se navega por su pequeño menú con un pequeñísimo botón en el puño izquierdo, que culmina -igual que el derecho- en una delgada maneta con las letras de la marca a modo de 'café racer'.

Y no busques mucho más el sello del fabricante, pues solo aparecerá de forma minúscula sobre el velocímetro y en el motor. Porque aquí lo que prima es el modelo, Scrambler, pues los italianos quieren que casi acabe siendo casi una marca en reconocible en sí misma... como en su momento pasó con Mustang respecto a Ford o Corvette respecto a Chevrolet, añado yo. 

Saco la moto del garaje avanzando con los pies y compruebo que la ligereza y la manejabilidad va a ser otra de sus grandes bazas: 195 kg (con el depósito lleno). Me abrocho la chaqueta y el casco Scrambler qe llevo para la ocasión -ya que nos ponemos...-, giro la llave sobre el faro -nuevo guiño retro- y busco durante unos segundos el botón de arranque, que solo aparece como por sopresa cuando deslizas hacia arriba el cortacorrientes. No era necesario, pero me gusta. 

Sensación de libertad, en marcha

Ahora sí. La Scrambler da la bienvenida con un agradable ronroneo procedente de su 'exhibicionista' motor bicilíndrico en forma de L, de 803 cc y 75 CV, refrigerado por aire. Al acelerar te das cuenta de que es una montura que no exige prácticamente nada ni siquiera al que sea recién llegado al mundo de las dos ruedas. Si es tu caso o vienes de una moto pequeña sin marchas, cualquier Scrambler puede resultarte un poco brusca respecto a un scooter convencional incluso de alta cilindrada, pero enseguida verás como parte de su encanto es eso: las sensaciones que transmite a cualquier velocidad.

A medida que engranas las marchas y te haces con el embrague, disfrutarás más y más de una conducción ágil a regímenes medios y altos. Esto no quiere decir que te quedes 'vendido' en las recuperaciones, como en otras bicilíndricas (porque tiene un buen empuje desde abajo), sino que conviene no escatimar al abrir gas para obtener el máximo rendimiento. Si viajas con acompañante, sí que será aconsejable este tipo de conducción, por razones obvias de sobrepeso y porque lograrás engranar marchas de forma más suave y lineal. Por cierto que con alguien 'de paquete', se pondrá de manifiesto la poca sujeción del sillín, que aunque cumple, su fuerte no es soportar a dos personas durante demasiadas personas: aunque disponga de la ayuda de la precarga y la suspensión trasera monobrazo se adapte a esa misión, no es una moto para hacer muchos kilómetros acompañado.

Otra vez solo

Hechos los recados por la ciudad aprovechando sus reducidas dimensiones para colarme bien entre los coches, es hora de disfrutar de esta Scrambler Classic por carreteras viradas y autopista. Esta moto no dispone de serie de ninguna protección contra el viento, pero la postura es más erguida de lo que esperaba y a 120 km/h el viento no llega a incomodar. 

La suspensión cumple mucho mejor de lo prometido y esto tiene su mérito, sobre todo cuando la orquilla delantera no es regulable y no me había parecido nada incómoda en los baches y badenes propios de la ciudad. A velocidades superiores, es firme y trabaja a la perfección (igual que el amortiguador trasero monobrazo y lateral) con otro de los elementos estrella de esta moto: los frenos Brembo, que resultan tremendamente poderosos y progresivos, a su vez. 

Al llegar a unas rotondas de las afueras y reducir marchas, agradeces enormemente que el sonido ronco del motor acabe en bonitos petardeos, así como ese 'clin-clín' de la cadena que te recuerda que cabalgas sobre una motocicleta que podría haber sido una continuación perfectamente lógica de las Ducati sesenteras y setenteras (en el tapón del depósito pone "Born in 1962") en las que se inspira esta Scrambler.

Neumáticos mixtos, más diversión

Al torcer hacia una carretera de asfalto rotro y tramos cubiertos de tierra arrastrada por las últimas lluvias, reparo en que calzo unos efizaces neumáticos mixtos que si bien no han penalizado en absoluto el comportamiento en autopista, ahora me van a venir de perlas para entrar sin miedo en las fincas colindantes. Así que, cuerpo arriba sobre los estribos, brazos extendidos, rodillas flexionadas... ¡y a seguir disfrutando! 

Vuelvo a quedarme asombrado por lo bien reglada que está esta moto y lo bien que trabaja su chasis tubular. Y por si fuera poco, aunque no se trata de una moto de enduro -afortunadamente, no pretende ni parecerse-, ni de una trail, su guardabarros trasero tan elevado con la matrícula 'colgando' sí que recuerda a aquellas Ossa, Montesa, Bultaco, Puch... de hace décadas -salvando muuucho las distancias-. Asimismo, las llantas de radios de esta versión Classic sí que permiten alguna alegría más, pues resultan más resistentes a las irregularidades del terreno que las que montan de serie las otras variantes de la gama Scrambler. 

La noche se ha echado encima y es hora de regresar a casa, por buen asfalto y carreteras principales. Con farolas o sin ellas, la mezcla entre lo 'vintage' y lo moderno vuelve a brillar -y nunca mejor dicho- porque este sencillo faro redondo (con corona de LED) proporciona una iluminación propia de una moto nueva. 

Pocos kilómetros antes de llegar, la luz de la reserva se ilumina de pronto con ganas de chafarme la jornada, porque al cuadro carece de una información más clara de lo que te queda por recorrer con la gasolina que llevas. Sin embargo, aún puedo estirar los 13,5 litros con los que contaba por la mañana, así que sin grandes estridencias llego sobrado a la gasolinera, con la sonrisa aún en la boca cuando pongo la pequeña pata de cabra -no hay caballete por estética y peso- y me marco un "Lleno, por favor".

"Qué bonita es esa... 'Scrambler' tuya", me dice un chico que pasa por allí. "¡No conocía esa marca!". Bien, parece que la estrategia de Ducati está empezando a funcionar, casi tan bien como esta moto que, por su aspecto, prestaciones, polivalencia y precio (9.850 euros), es de lo más apetecible.

Lo mejor: estética, novedad en la marca, concepto, comportamiento, manejabilidad, diversión y precio.

Lo peor: asiento, información del cuadro escasa. 

Equipamiento de esta prueba:

- Casco: jet Short Track de Ducati.

- Chaqueta: Quattrotasche de Scrambler (Ducati). 

- Guantes: Tucano Urbano.   

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En esta prueba, la Ducati Scrambler Classic proporciona diversión y belleza retro a partes iguales, pero con una base muy bien hecha y con unas prestaciones

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