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Prueba Mercedes AMG GT: somos los primeros en subirnos

AUTOBILD prueba el nuevo Mercedes AMG GT en exclusiva mundial. Este coche está llamado a plantar cara el Porsche 911, un deportivo con todas las de la ley, capaz de medirse con los mejores. Y para obtener las primeras conclusiones hemos tenido el lujo de contar con el mejor de los probadores, el campeón del DTM alemán, Bernd Schneider.

Somos muchos los que estábamos esperando la primera prueba del Mercedes AMG GT. Y para saber dónde se enmarca este Mercedes AMG GT no hay que aclarar mucho. Basta una leve pulsación al botón de encendido para saber a qué nos enfrentamos. Los ocho cilindros despiertan con un intenso y profundo bramido y dejan patente ante qué coche nos encontramos: uno con el objetivo de ofrecer la máxima diversión al volante. Ni más ni menos. Por eso resulta hasta anacrónico en estos tiempos que corren, en los que priman las cilindradas bajas para contener las emisiones de CO2 y los ingenieros tienen que hacer virguerías para extraer la máxima potencia de sus mecánicas más deportivas. Por suerte, soñar es un derecho que aún nos queda. Y es fundamental. Todavía no tenemos permiso para conducir este deportivo, pero sí hemos podido sentarnos en el asiento del acompañante. Porque quien sí lo ha probado para nosotros ha sido el piloto profesional Bernd Schneider. No solo tiene una larga trayectoria a su espalda, sino que ha colaborado en el desarrollo del AMG GT.

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Justo después de encenderlo, el motor queda expectante al ralentí, acompañado de un murmullo constante. Esto es por las válvulas del escape, que se encargan de contener el ruido en el tráfico urbano en aras del civismo. GT significa Gran Turismo, es decir, gran viajero. Algo que cumple el AMG GT a la perfección. Este Mercedes se pone a rodar con absoluta discreción, sin el escandaloso rugido de un Ferrari ni el tacto duro de un Porsche. El GT está hecho de otra pasta, filtra con delicadeza, los asientos deportivos ofrecen un compromiso perfecto entre confort y sujeción lateral, el motor siempre entrega la fuerza que debe y el cambio de siete velocidades con doble embrague inserta las marchas sin ningún tirón perceptible. Un tipo muy civilizado, este Mercedes. Y es que el GT demuestra lo acertado que ha sido por parte de AMG no concebir una copia del 911, sino seguir su propio camino.

Mercedes AMG GT: un deportivo con carácter sincero

Es un coche con un carácter sincero. Un deportivo donde el conductor a cada giro de volante, a cada golpe de gas, siente que forma una unidad con el coche, al menos eso se deduce al ver la sonrisa que aparece una y otra vez en la cara Bernd Schneider. Cuando dejamos detrás el tráfico urbano y la autovía para poner a prueba el comportamiento en carreteras de montaña, este GT muestra su otra cara... Que puede ser muy furiosa. El modo Dynamic agudiza el ocho cilindros de doble turbo y el chasis de este coupé se transforma en el de un deportivo radical. Pero sobre todo... ¡Ese sonido! Apenas ha sobrepasado las 3.000 vueltas y empiezan unos aullidos que te ponen la carne de gallina. Schneider mantiene el pie en el acelerador y el escándalo que sale de los gigantescos escapes sin duda sobresalta el apacible paisaje campestre por el que rodamos. Justo antes de la primera curva, cuando el piloto levanta el pie del acelerador, el aullido se convierte en un cautivador borboteo. Y automáticamente, una vez más, el vello de los brazos se pone de punta. ¡Este coche ha sido concebido con gasolina en las venas! Algo que también deja clara su buena manejabilidad: el GT gira preciso y permanece neutral incluso al límite. Aquí no cabe el indeseado subviraje, que para eso ha logrado un reparto de pesos casi simétrico de 47:53. Nunca antes un Mercedes había sido tan divertido. “Jamás había probado un deportivo de calle tan equilibrado”, sentencia Schneider. Y para demostrarme a qué se refiere, desconecta todas las asistencias electrónicas, frena extremadamente tarde antes de la curva y acto seguido hunde el pie en el acelerador. Una y otra vez. La tracción es perfecta, incluso cuando pasa por surcos e irregularidades del asfalto. Ni rastro de inestabilidad en la zaga, ningún desmadre de las ruedas posteriores buscando grip.

Cuando paramos al margen de la carretera, llega mi pregunta inevitable: el precio. En esta categoría juegan los ricos, que no suelen mirar el céntimo. Aquí tienes los precios del Mercedes AMG GT, un abanico que comienza en 141.800 euros.

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