Envidia sana, pero envidia al fin y al cabo

Soy humano, muy y mucho humano, que dirían algunos. Y por esta misma condición, tengo que reconocer que estoy lejos de la perfección; y ya he desistido en lograrla, así que he hecho un pacto conmigo mismo y desde entonces duermo a pierna suelta a pesar de mis (variados) pecados. Porque tenerlos, los tengo.

Sigo con la previa: hace poco volví a ver la película Seven, un magnífico thriller que se estrenó allá por el año 1995 y que fue protagonizado por Brad Pitt y Morgan Freeman. (¡Exitazo en taquilla y varios premios al bolsillo!). 

Por cierto, hablando de premios: se acercan los Premios Motor de Axelspringer, los de nuestra casa, así que te animamos a participar y dejar tu opinión: desde aquí puedes votar por los que para ti son los mejores coches del año. ¡Participa!

Y, ahora, volviendo al título de la película que te nombraba, esta hace referencia a los siete pecados capitales. ¿No te los sabes? Bueno, no pasa nada (eso es que eres una persona muy santurrona).

¿Por qué te cuento todo esto? Porque hace unas semanas tuve el privilegio de sentarme al lado de un par de grandes pilotos y vivir la experiencia de ir a fondo en sus máquinas… desde el lado del copiloto. ¡Y claro! No he podido dejar de sentir uno de esos pecados capitales en mis propias carnes: la envidia…

¡Sana, eso sí! No, no es de esas que te corroen y te quitan la vida poco a poco. Es más ese deseo irrefrenable de querer estar al volante y ser el que acelera y frena a mi antojo. 

Te cuento la primera: pleno desierto de Marruecos, 35 grados, sol de locos. El mismísimo Isidre Esteve me da la bienvenida. ¿El propósito? Sentarme a su lado y ser testigo de lo que se siente en su Toyota Hilux T1 Plus, una máquina que esconde un V8 bajo el capó y desarrolla 420 CV.

Te podrás imaginar que han sido los 10 minutos más intensos de todo lo que va de año. En este caso, la envidia sana a Isidre se mezclaba con un sentimiento tremendo de admiración, porque, como sabrás, el piloto catalán sufrió un grave accidente en moto en 2007 en la Baja Almanzora que le dejó en silla de ruedas.

Lejos de tirar la toalla, cambió las motos por los coches, adaptó el volante para acelerar, frenar y girar con las manos, y se volvió a lanzar a las dunas para seguir haciendo lo que más le gusta y es su pasión: competir.

La segunda experiencia que he tenido de este tipo ha sido esta misma semana, en el circuito de Vic, en Barcelona. ¿Qué hacía allí? Nuestros amigos de Seat Motorsport están de celebración: se cumplen 25 años desde que el Seat Córdoba WRC debutara en el Mundial de rallys.     

Consiguieron hitos importantes, como varios podios y hasta un scratch en el mítico tramo del Turini, en Mónaco. Tuvieron pilotos de primera, como Harri Rovanpera, Oriol Gómez, Piero Liatti, Didier Auriol y Toni Gardemeister, llegaron a disputar 33 carreras del mundial.

Y también tuve la oportunidad de sentarme en el asiento del copiloto para experimentar las maneras de ese coche tan espectacular e histórico, esta vez conducido y pilotado por Mia Bardolet, campeón de España de tierra en 1991 con Ford Sierra Cosworth 4X4 y en 1993, campeón de España de Asfalto con un Opel Astra GSI 16v.

Y nuevamente esa misma sensación de envidia sana por querer estar detrás del volante y exprimir aquella máquina (nada menos que un WRC) a fondo en algún tramo del Mundial. Prometo que si algún día me toca la lotería (da igual la edad) seré yo el que me ponga al volante de un coche de rallyes para hacer una carrera.

 Dicho esto, nuestro país ha contado siempre con grandes nombres en motorsport, no solo en las cuatro ruedas, también sobre dos ruedas… ¡Y en todas las categorías! Pero hay que seguir cuidando a nuestros pilotos y darles a conocer como merecen, no solo hablar de grandes nombres de MotoGP y F1. ¿Quieres un ejemplo? Sin ir más lejos, Jorge Prado, gallego de 22 años, se proclamó campeón del mundo de motocross hace unas semanas, un hito histórico que apenas tuvo repercusión.

El propio piloto le dio un buen palo al programa El Hormiguero, de Pablo Motos, que se negó, al parecer, a entrevistarle porque ‘no era suficientemente famoso’... ¡Un campeón del mundo! En fin… Al menos sí se pasó por el plató de La Resistencia.