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Viejas leyendas: Citroën Dyane 6

Citroën Dyane 6
La difícil tarea de reemplazar al 2 CV.

Pocas veces se piensa en la historia que, cuando una marca de automóviles marca un hito con un modelo concreto, cuando llega la tarea de reemplazarlo por su sustituto, ésta puede ser titánica. El 2CV sentó precedente, poniéndoselo bastante difícil a su relevo, un Dyane que recibió sus mejores versiones en la forma del Citroën Dyane 6. Esta es su historia.

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Fue en 1967, jugando en casa en el Salón de París, cuando Citroën presentó el Dyane, cuyo objetivo, además de sustituir al mito, era competir de tú a tú con el Renault 4L. Eso sí, la idea era conseguirlo ahorrando lo máximo posible, motivo por el que se buscó que compartiera muchas piezas con su predecesor, así como las líneas de montaje.

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El movimiento no fue muy bueno puesto que, al ser más grande que el 2CV, sus prestaciones y rendimiento eran peores. Citroën no tardó en ponerle remedio, lanzado dos nuevas variantes en 1968, los D4 y D6, que pronto cambiaron su denominación a Dyane 4 y Dyane 6. Éste es el que nos interesa.

Las diferencias entre ambos consistían en que el Citroën Dyane 6 se situaba como el tope de gama, con el motor más potente de todos los que se ofrecían. Durante un tiempo convivieron en el mercado, pero finalmente en 1975 el pequeño 4 se descatalogó.

Hasta llegar a ese punto, el Dyane 6 tuvo bastantes revisiones. En su estreno contaba con el motor del AMi 6, un bloque denominado M4 que cubicaba 602cc y rendía 25 CV de potencia. Durante el mismo año 68 incorporó cambios en la carrocería, añadiendo su característica tercera ventanilla lateral (algo que también implementó su hermano pequeño), y para finales volvió a cambiar de motor, pasando a acoplar el M28, que mantenía la cilindrada, pero aumentaba su potencia hasta los 28,5 CV.

No sería la última actualización que recibiría puesto que en 1970 el motor de 602cc aumentaría su relación de compresión para alcanzar los 32 CV. Fue con esta potencia con la que se mantuvo hasta el final de su producción, que tuvo lugar en 1.983. Para entonces se habían fabricado un total 1,4 millones de unidades, 233.100 de las cuales salieron de la planta que la marca francesa tenía en Vigo.

Su imagen es muy característica, reimplementando algunos de los rasgos del 2CV pero dándoles un toque más moderno. Era más grande, lo que daba lugar a una carrocería más alargada, integraba los faros delanteros en los pasos de rueda y contaba con un portón trasero de generosas dimensiones. Uno de los puntos más aclamados de su apartado mecánico era su suspensión, muy estable y que aportaba bastante confort.

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