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Cara a cara: Tesla Model X vs Bentley Bentayga

Posiblemente sean dos de los coches más extremos del momento: prácticamente insuperables en lujo y tecnología. Uno es eléctrico, el otro un V12, los dos con un par motor descomunal. En estecCara a cara del Tesla Model X vs Bentley Bentayga comprobamos hasta dónde puede llegar, hoy, el mundo del automóvil.

Motorizaciones comparadas:

En el mundo automovilístico, estos dos modelos equivalen a las más estratosféricas estrellas del rock. Son puro espectáculo sobre ruedas, auténticos giracuellos a su paso. Y ahora los enfrentamos, por primera vez. Cara a cara: Tesla Model X vs Bentley Bentayga.

Así lucieron estos dos super SUV hace unas semanas en Las Vegas. Cerca, por cierto, de donde se está desarrollando el Faraday Future, la siguiente apuesta de coche eléctrico de lujo. Aún no está claro si lo veremos en 2019 ó 2020. Pero eso ya es otra historia. 

Por el momento, el Tesla Model X es el primer coche eléctrico de lujo con siete plazas, con baterías de gran capacidad y puertas traseras de alas de gaviota como señas de identidad. El Bentley Bentayga, por su parte, es un SUV gigantesco con motor W12 y 608 CV, potente, sediento y extremadamente caro. Por tanto, lo primero que los diferencia es lo que llevan bajo el capó. Un eléctrico vs un gasolina. Empecemos a acostumbrarnos, porque los coches con enchufe no dejarán de aumentar.

Aquí tienes el Bentayga... ¡Hasta arriba de barro!

El Bentley opta por un diseño imponente, masivo, recuerda de algún modo a los clásicos todoterreno americanos, y vas entronado en el asiento del conductor por encima del resto del tráfico. El Tesla opta por un diseño más limpio y futurista, es un coche que no recuerda a ningún otro, un modelo que te diferencia del resto. Un morro afilado, una línea coupé y una zaga elevada completan su silueta. Y con espacio par siete ocupantes. Uno va desahogado en las plazas delanteras, pero no es más espacioso que el Bentley.

La visibilidad no es su punto fuerte. Sí el cockpit, con una enorme pantalla de 17 pulgadas que recoge los controles de absolutamente todo, hasta el cierre de puertas. Y es que este no es solo un coche eléctrico por su propulsor. Todo, desde la segunda fila de asientos hasta el portón trasero, pasando por las puertas de alas de gaviota, se acciona eléctricamente. Estas últimas, por cierto, tienen sensores para detectar obstáculos. Por eso la operación de abrir y cerrar, por botón, dura algunos segundos. Los asientos de la segunda fila se deslizan hacia adelante.

El Bentayga  es un festival de lujo, con abundantes cromados y maderas personalizables. No faltan las alfombrillas de piel de cordero que, por cierto, cuestan en torno a los 1.000 euros extra. El cockpit es más clásico que el del Tesla: cada función tiene su botón, el velocímetros y el cuentavueltas son analógicos. En el maletero, como opción, tienes la opción de montar una suerte de sofá plegable, para contemplar las vistas, por ejemplo, tomando una taza de té.

¡Arrancamos!

Despierto a la bestia: un 12 cilindros con 6,0 litros y dos turbos que bulle bajo el capó. Noto el empuje de sus descomunales 900 Nm de par, que se entregan, eso sí, con absoluta elegancia, sin sobresaltos. Piso a fondo y acelero de 0 a 100 km/h en solo 4,2 segundos. Si siguiera, llegaría hasta los 301 km/h. Y estamos hablando de un coche de dos toneladas y media. Que se apoya, eso sí, en un arsenal tecnológico para desafiar a las leyes de la física: control electrónico del balanceo, suspensión neumática y carrocería con altura regulable, así como diferentes programas de conducción en función de las características del piso. De esta forma, el comportamiento de esta mole, a pesar de su tamaño y peso, es inusitadamente ágil en carreteras de curvas, y confortable hasta el extremos por amplias autovías. 

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Paso al Tesla Model X, que va muy bien servido. Un motor de 510 CV delante, otro de 263 detrás, un par que quita el hipo: 967 Nm. Piso a fondo y no hay la más mínima pérdida de tracción (en el Bentley, sí), y en solo 3,6 segundos ya voy a 100 km/h, y hasta los 200 km/h siempre va por delante de su rival. Pero no deja hacerlo todo el rato. A la tercera aceleración, los motores limitan su potencia para que las baterías se refrigeren. Por autovía, da igual al velocidad, es tan silencioso que uno puede contar las piedrecillas que chocan bajo los pasos de rueda. 

Lo que no nos ha convencido es el confort: el tarado del chasis es más duro del que esperábamos en un viajero familiar como este, y sus anchas ruedas de 19 pulgadas responden con sequedad sobre terreno bacheado. No sabemos si los ruidos aerodinámicos de los espejos retrovisores nos parecen demasiado elevados porque lo son, o sencillamente los oímos más por la ausencia de ruido del motor. La dirección es más directa que en el Bentley, pero también menos comunicativa. Y lo cierto es que, en modo Sport, pasa pro carreteras de curvas con sorprendente aplomo y facilidad, por más que sea un coche pesado y grande. 

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