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Aston Martin Vanquish/Ferrari California/Mercedes-AMG SL63

Tres deportivos para volar a cielo abierto a más de 300 km/h con unos niveles de lujo casi inalcanzables. En esta comparativa del Aston Martin Vanquish vs Ferrari California T y Mercedes-AMG SL 63, es posible que no acabes decidiendo comprar ninguno de estos tres modelos, porque están reservados a unos pocos afortunados. Pero soñar es gratis, ¿no?

Motorizaciones comparadas:

Una advertencia antes de empezar: vamos a dejar de lado la coherencia y atender solo a las emociones en esta comparativa. Porque hemos juntado a tres sueños inalcanzables, en los que no cuentan los factores que sí lo hacen para los coches del resto de los mortales. Aston Martin Vanquish/Ferrari California/Mercedes-AMG SL 63.

Ninguno corre menos de 300 km/h. De hecho, esa es exactamente la punta del Mercedes-AMG SL 63. Eso sí: para alcanzarla, deberás pagar el paquete Driver de AMG, por más de 3.000 euros. Si no, te tendrás que conformar con los políticamente correctos 250 km/h a los que suelen limitar las marcas alemanas sus modelos más potentes.

No te pierdas el Ferrari California T... ¡Contra un caza!

El Aston Martin Vanquish Volante y el Ferrari California T no tienen esa tradición, y dejan que sus creaciones vuelen a placer: 317 km/h el primero, 316 el segundos. Y no es para menos. El Aston Martin está alimentado por un V12 atmosférico, con seis litros de cubicaje. El Mercedes opta por un V8 con dos turbos, con un par motor abrumador de 900 Nm. El Ferrari llega también con un V8 biturbo soplando a 1,3 bares, y respecto al atmosférico de su antecesor, aumenta el par motor en un 49% y la potencia en 70 CV.

Solo para unos pocos afortunados.

¿Y cuánto cuestan? Pues si estamos hablando de que el Mercedes AMG SL 63, comparativamente, es el chollo de esta prueba, puedes hacerte una idea. Con todos los extras, queda en torno a los 180.000 euros. Eso son más de 20.000 por debajo del Ferrari California. Y si optas por la exclusividad británica del Aston, prepárate a desembolsar en torno a 100.000 más. Pero claro, estamos hablando de descapotables que ofrecen unos niveles de lujo y deportividad extremos. Cada uno a su manera, claro: cuero suave como el culito de un bebé en el Aston Martin, toda la euforia mediterránea en el Ferrari, y la obsesión por la perfección en el Mercedes 

Pero ojo: ninguno de los tres está planteado con enfoque de circuito. Son más bien Gran Turismos, en el caso del Ferrari y el Aston Martin, con configuración 2+2 para llevar a niños pequeños detrás o, en su caso, un extra de equipaje. En el caso del británico, vuelve a demostrarlo una vez más: si algo define a los bólidos de Gaydon, por encima de todo lo demás, es su belleza. La elegante y poderosa carrocería del Vanquish cuida hasta el mínimo detalle, para desarmarte siempre, da igual desde el ángulo que lo mires. Su marcada parrilla de tintes clásicos o su zaga prolongada por líneas musculosas y fluidas son solo dos ejemplos. También resultan irresistibles el Ferrari California T y el Mercedes SL, que a diferencia del Aston llevan techo duro retráctil, de modo que en ambos casos tienes dos por uno: coupé y cabrio, y un mayor rango de utilización para todo el año. 

¡Arrancamos!

Me monto primero en el Vanquish, piso a fondo el pedal derecho y dejo que la sinfonía de su V12 recorra todos los tonos posibles. Sube de vueltas como un maldito hasta las 7.000, y siento que la espalda se me incrusta en el respaldo. Es lineal como se espera de un atmosférico, pero tiene el punch de los mejores turbos. Su respuesta es tan perfecta, que a uno le entra cierto optimismo respecto al futuro de los V12: con bloques así, están muy lejos de extinguirse.

Aquí tienes una prueba a fondo del Mercedes AMG SL 63.

Cambio al Ferrari: el botón rojo del volante despierta al 3,9 litros, el bramido con el que me saluda el V8 es toda una declaración de intenciones. Lo siento más ágil y directo en curvas que el Aston Martin, y es que el británico parece más concebido para planear a toda velocidad por amplias autovías. El motor del Ferrari empuja con tal ímpetu, que la marca solo deja que los 755 Nm se proyecten a las ruedas traseras en la séptima marcha. Su motor, tremendamente elástico, combinado con su caja de inserciones fulminantes, da la impresión de pedirte más gas todo el rato, y más, y más...

¿Y qué pasa con el SL 63? Pues se acerca tanto a la perfección que está a un tris de perder encanto: su dirección adaptativa, precisa y directa como pocas, se lleva a las mil maravillas con un chasis que logra el equilibrio perfecto entre confort y dinamismo. Y añade a eso un motor con un empuje portentoso y un sonido que recuerda a los clásicos V8. El cambio automático permite un manejo secuencial, con un tacto preciso que permite exprimir aún más la mecánica. 

Conclusión

¿Cuál gana de los tres? Como hemos dicho al principio, esta comparativa atiende exclusivamente a las emociones, y de eso va sobrado el trío. La elección depende de cada uno... Siempre que tengas una de las cuentas corrientes más abultadas del mundo.

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