La historia nunca contada de BMW
De los aviones a los automóviles
En 1916, mientras los ejércitos francés, británico y alemán se batían en las pantanosas trincheras, nació uno de los fabricantes de automóviles más apreciados, aunque su origen tiene poco que ver con la carretera y sí con las alturas. Esta es la historia nunca contada de BMW.
Aunque hoy asociemos a BMW con grandes berlinas, potentes deportivos y estilosas motocicletas, la compañía empezó produciendo motores para los aviones en la Primera Guerra Mundial.
No fue hasta 1919, con la firma del Tratado de Versalles que prohibió a Alemania, entre otras cosas, construir motores de avión durante cinco años, cuando la marca pasó a fabricar frenos para ferrocarriles y, a partir de 1923, automóviles.
La historia nunca contada de BMW: el origen
En realidad, el nacimiento de BMW resulta algo más complejo. La empresa alemana tiene como fecha de fundación el 7 de marzo de 1916, pero hay algunos matices. En 1913, en los albores de la Primera Guerra Mundial, el ingeniero alemán Karl Rapp fundó una empresa bajo el nombre de Rapp Motorenwerke, dedicada a la construcción de motores de avión.
En aquellos años, la industria aeronáutica comenzaba a dar sus primeros pasos y pronto adquiriría una importancia trascendental con el estallido de la guerra. En 1916, la Rapp Motorenwerke se fusionó con otra empresa del sector, la Gustav Otto Flugmaschinenfabrik, fundada el 7 de marzo de ese mismo año por Gustav Otto, hijo de Nikolaus Otto, creador del motor de combustión interna.
De esta fusión nació la Bayerische Flugzeugwerke, que el 21 de julio de 1917 pasó a llamarse Bayerische Motoren Werke, bajo la dirección de Josef Popp. Ese mismo año se creó el famoso logo de la marca, que simboliza el Estado Libre de Baviera.
El Tratado de Versalles y el fin de la actividad
Durante la Gran Guerra, la empresa creció como la espuma y alcanzó un gran prestigio por la fiabilidad y el rendimiento de sus motores para los cazas alemanes. Pero, con el silencio de las bombas, llegó también el fin de la actividad.
El Tratado de Versalles firmado en 1919 en la Conferencia de París dejó muy mermada a Alemania y, entre otras prohibiciones, estaba la de construir motores de avión. Este hecho histórico motivó que la empresa tuviese que cambiar de producto para sobrevivir.
Es así como la BMW AG, sociedad limitada desde 1918, empezó a fabricar frenos para ferrocarriles tras el cese de las bombas. Y en 1923 arrancó su andadura en el mundo del automovilismo, iniciando la construcción de motocicletas con motores de dos cilindros en posición bóxer refrigerados por aire.
Pero no sería hasta 1928 cuando la marca bávara comenzó la fabricación y comercialización de sus primeros automóviles, tras adquirir la Automobilwerk Eisenach.
Esta marca había firmado había firmado un acuerdo de licencia en 1927 con la Austin Motor Company para fabricar una variante del Austin 7, que sería bautizado con el nombre de Dixi.
La compañía de Eisenach no podía colocar sus coches en el mercado debido a la terrible situación económica que azotaba al país en aquellos años 20 tras la guerra. Así que BMW compró la Automobilwerk Eisenach en 1928 y, con ella, los derechos del Dixi.
El Dixi, el primer BMW
En 1929 salió al mercado el primer BMW, el Dixi 3/15 PS. Posteriormente apareció una versión mejorada, el 3/15 DA/2, un modelo que permitió a BMW sobrevivir a la Gran Depresión.
Montaba un humilde propulsor de 743 centímetros cúbicos y cuatro cilindros que desarrollaba una potencia de 15 CV y alcanzaba una velocidad máxima de 50 km/h. Contaba con un cuerpo de acerco, cuatro ruedas y frenos. El Dixi 3/15 se hizo popular gracias a varias victorias en algunas carreras de motor. Se produjeron un total de 18.976 unidades.
Tres años después de entrar en el sector del automovilismo, en 1932, llegó el primer modelo genuino de BMW, el AM1, un coche que mejoraba mucho a su antecesor, más grande, con una técnica más avanzada, válvulas controladas desde arriba, frenos en las cuatro ruedas y eje pendular delantero.
Nace el motor de seis cilindros y la parrilla de doble riñones
Un año después la marca bávara desarrolló el primer coche de altas prestaciones, el BMW 303, el primer modelo en estrenar el motor de seis cilindros en línea, 1173 centímetros cúbicos y 30 caballos de potencia. Y, además, fue el modelo que estrenó la famosa parrilla de doble riñones, una seña de identidad de la marca.
Es desde este momento, cuando BMW se dedicó a la producción de vehículos de una clase superior. Al 303 le siguieron el 320, el 326 y el 328, el primer modelo deportivo dotado con una mecánica que proporcionaba grandes prestaciones al coche y contribuyó a convertir la imagen de BMW en una marca deportiva, gracias a victorias en carreras como la Mille Miglia en 1940.
Llega la Segunda Guerra Mundial
La marca iba viento en popa, incrementando cada vez más sus ventas. Pero, nuevamente, el contexto político del momento se cruzó en su camino. El inicio de la Segunda Guerra Mundial hace que las empresas más importantes de la Alemania Nazi sustituyan la actividad civil por la bélica.
Así, la Bayerische Motor Werke, que no había cesado la producción de motores de avión a través de empresas filiales, se centró en la producción de propulsores para los cazas de la Luffwaffe.
En 1941 vio la luz el 801, un motor de 14 cilindros, refrigerado por aire y equipado con un compresor centrífugo que entregaba 1.600 caballos en el despegue y 1.440 a casi 6.000 metros de altura. Gracias a este motor, los aviones alemanes serían notablemente superiores a sus rivales en el período 1942-1943.
Durante el conflicto armado, BMW produjo también diversos vehículos militares, entre los cuales, tuvo un enorme éxito la moto R 75, equipada con una carroza en el lado derecho, parecido a un sidecar.
Tras el fin de las hostilidades, como ocurrió en 1918, Alemania se hundió nuevamente en la más absoluta miseria y ello afectó también a las empresas del país.
Así como el Tratado de Versalles obligó a la compañía a cesar la producción del que era su producto original, motores de avión, en 1945 otro hecho histórico le privó de seguir construyendo el que era ahora su principal producto, automóviles.
Tiempos difíciles
Después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania quedó dividida en dos bloques, uno controlado por Occidente y otro bajo la órbita soviética. Eisenach había quedado dentro de la Alemania Oriental y era en la planta de esta ciudad donde BMW producía sus coches.
La planta de Múnich no estaba preparada para producir vehículos. En estos años, la compañía apenas sobrevivía con la fabricación de motocicletas, pero no era suficiente. Era necesario volver a construir automóviles. Finalmente, y tras muchas vicisitudes, la planta de Eisenach volvió a fabricar coches, eso sí, bajo la licencia de una nueva marca, la Eisenach Motor Werke.
La década de los 50 fue terriblemente dura, como para el resto de las empresas del país y, tras la producción de varios modelos, algunos míticos como el 507, que hoy es considerado un clásico muy valorado por los coleccionistas, la marca entendió que debía abandonar la fabricación de coches caros y centrarse en otros más modestos y baratos.
Despegue en la década de los 60
En los años 60, BMW despegó. A finales de la década anterior, la compañía había lanzado al mercado un modelo de origen italiano que no había obtenido mucho éxito en el país transalpino, el Isetta.
En Alemania sí alcanzó unas cifras de ventas muy buenas, permitiendo a BMW resurgir tímidamente de la precaria situación económica en la que se hallaba. Pero no bastaba y en 1959 la empresa estuvo a punto de ser vendida a la poderosa Daimler-Benz.
Fue entonces cuando se produjo un hecho inesperado que dio un giro de 180 grados en el devenir de la empresa bávara.
Uno de sus principales accionistas, Herbert Quandt, se convirtió en el titular de la compañía al adquirir la mayor parte del accionariado. Con la llegada de Quandt, llegó también la tranquilidad económica en BMW.
Así, comenzó una nueva etapa para la marca, con la producción de modelos como el 700 y la creación una nueva gama de modelos denominada Neue Klase, como el 1.500. En esta época, la empresa compró también otra marca alemana, la Glas, que fabricaba vehículos de gama media y baja.
Nacen la Serie 3 y Serie 5
En las décadas siguientes, BMW se consolidó como una de las marcas más prestigiosas del mundo. A esto contribuyó la creación de las famosas Serie 3 y Serie 5, que incrementar0n las ventas de la casa germana.
Además, nacieron dos empresas que reforzaron el carácter deportivo que la marca había iniciado con el 328 antes de la Segunda Guerra Mundial. Por un lado, la BMW Motorsport, una división dedicada a la preparación de vehículos de serie con dotaciones más prestacionales.
Por otro, Alpina, una marca especializada en la producción de modelos con un equipamiento más lujoso.
Desde este momento, BMW empezó a ocupar un lugar importante en el mercado premium y se introdujo también al segmento de las berlinas de lujo con el nacimiento de la Serie 7 en 1977 para rivalizar con la Clase S de Mercedes.
Por otra parte, la compañía dio el salto al mundo de la competición participando en la Fórmula 1 y consiguió el primer título mundial en 1983, de la mano del brasileño Nelson Piquet.
Una trayectoria exitosa
Con la llegada del nuevo milenio, la marca alemana penetró en el sector de los vehículos todoterrenos con el X5. Pero el hecho más interesante en este momento fue la recuperación de la marca Mini que permitió rescatar el clásico utilitario británico, adaptándolo al siglo XXI, como hizo Volkswagen con el Beetle y Fiat con el 500.
Como ves, la historia de BMW está llena de éxitos y dificultades, como la vida misma. Hoy es una de los fabricantes de automóviles y motocicletas de alta gama más apreciados y valorados por los aficionados al motor y su imagen es sinónimo de calidad, fiabilidad, lujo, tecnología y deportividad.
Pero no hay que olvidar sus orígenes y que, gracias al tratado de paz firmado en 1919 en la Conferencia de París, en el Salón de los Espejos del palacio de Versalles, por las potencias beligerantes, aquella fábrica que construía motores para los aviones del ejército del II Reich se vio obligada a cambiar de producto si quería sobrevivir, sustituyendo así los aviones por los coches.
Etiquetas: Grandes Historias
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