Logo Autobild.es

Los accidentes más misteriosos y sin resolver en la historia del automovilismo

Accidente Le Mans 1955

Repasamos algunos de los momentos trágicos y misteriosos que han marcado la historia del automovilismo.

El automovilismo deportivo está plagado de historias épicas, rivalidades al límite y batallas sobre la pista que han contribuido a la grandeza de cada una de las categorías de motorsport que se disputan en todo el mundo, sea la Fórmula 1, Mundial de Rallys, Resistencia, Dakar... y donde el riesgo y los accidentes son parte importante de esa épica que atrae al espectador a la pantalla.

Pero en las carreras, además de épica, emoción, superación... también hay lugar para el terror y el misterio, que desafortunadamente siempre vienen de la mano de alguna tragedia. Porque, aunque en la actualidad el deporte de motor sea considerado seguro, hubo un tiempo en el que no lo fue. Ya lo decía Jackie Stewart, triple campeón del mundo de F1:

"En el periodo entre 1968 y 1973, si eras piloto de Fórmula 1, había muchas posibilidades de que murieras (...) Corríamos en circuitos en los que no había quitamiedos delante de los boxes y el combustible estaba tirado en latas en el pit lane. Un coche podía chocar fácilmente contra los boxes en cualquier momento. Era ridículo".

Enumerar (algunos de) los accidentes más misteriosos y sin resolver en la historia del automovilismo no es tarea sencilla, puesto que detrás de cada impacto hay una serie de catastróficas casualidades que conducen, en muchos casos, a una tragedia. Y, a lo largo de la historia del motorsport, ha habido demasiados ejemplos.

Sin embargo, para comenzar esta enumeración de algunos de los ejemplos más terroríficos del automovilismo, continuaremos hablando del genial Jackie Stewart, que tras sufrir por sí mismo la falta (o ausencia) de seguridad en los circuitos, inició una cruzada para que, al menos, hubiera médicos en los trazados del Mundial.

El accidente de Stewart en Bélgica 1966

Cuando Stewart decía que no existía seguridad en los circuitos de Fórmula 1 en los años 60, lo decía con conocimiento de causa. Él mismo sufrió un terrible accidente en el Gran Premio de Bélgica de 1966 donde pudo perder la vida. El piloto escocés, en aquel temible circuito de 14 kilómetros (ahora mide la mitad), se vio involucrado en un accidente donde salió mal parado.

Stewart, a los mandos de un BRM, se salió de pista, impactando posteriormente contra un poste de telégrafos y una cabaña... y cayó en una granja cercana al circuito. El piloto quedó atrapado dentro del coche, el cual estaba siendo bañado por el combustible del monoplaza. 

Ahora, en cuestión de segundos, veríamos cómo las asistencias se acercaban a atender al herido... pero hace 50 años, estas no existían. Los pilotos Graham Hill y Bob Bondurant rescataron a Jackie y lo llevaron en una camioneta al centro médico del circuito, donde esperó la llegada de una ambulancia que le llevase al hospital de Lieja... Esta hasta se perdió por el camino...

Jackie sobrevivió a aquel terrible accidente e inició una batalla por la mejora de la seguridad en los circuitos, desde el diseño de los trazados hasta los equipos de rescate y médicos. Esto no gustó a muchos e hizo que su popularidad cayese. Con el tiempo, los críticos también habrán visto que fue para bien y (quizás) ellos también salvaran su vida. Stewart ganó los títulos de 1969, 1971 y 1973.

La muerte de Alfonso de Portago en la Mille Miglia de 1957

Alfonso Antonio Vicente Eduardo Ángel Blas Francisco de Borja Cabeza de Vaca y Leighton, más conocido como Alfonso de Portago, fue un exitoso deportista que se atrevía con todo tipo de desafío que se le pusiese por delante. Pertenecía a una de las familias más destacadas de España y tenía todo el dinero que quisiera para sufragar sus vicios.

De Portago, que había sido apadrinado por el rey Alfonso XIII, era nieto de Vicente Cabeza de Vaca, alcalde de Madrid; descendiente de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, conquistador español; hijo de Olga Leighton, una millonaria que había heredado una inmensa fortuna de su anterior marido; y su padre era Antonio Cabeza de Vaca, quien había sido condecorado por el bando nacional de Franco tras la Guerra Civil por - según cuenta la leyenda - haber hundido un submarino republicano introduciendo una bomba en su interior por una escotilla.

De Portago no le temía prácticamente a nada y vivía al límite. Jugaba al tenis, esquiaba, fue un exitoso jockey... y hasta llego a finalizar cuarto en los JJOO de invierno de 1956 en Bobsleigh por parejas junto a Luis Muñoz Cabrero. En el campeonato del mundo de un año más tarde, logró el bronce.

Alfonso de Portago
Alfonso de Portago

El 'virus' del automovilismo también le picó, y a través del dinero de su madre consiguió hacerse con algunas de las máquinas referentes de la época, entre ellas algunos Maserati, Osca o Ferrari, contando con maestros de la talla de Louis Chiron. Portago llegó a convertirse en piloto de fábrica Ferrari, corrió en la Fórmula 1 y conquistó el primer podio de un español, tras ser segundo en el GP de Gran Bretaña de 1956.

Enzo Ferrari le pidió (u obligó) a correr la Mille Miglia de 1957, algo que Portago no quería hacer, como confesaría él mismo en una carta a su novia, Linda Christian: "Enzo me obliga a hacerlo. Ojalá me equivoque, pero tal vez vaya a una muerte temprana. No me gustan las Mille Miglia, por mucho que uno entrene es casi imposible recordar cada curva y un mínimo error puede matar a cincuenta personas".

De Portago no se equivocó y encontró la muerte como él mismo predecía. Mientras luchaba por la victoria - iba segundo -, el español, que corría con su buen amigo Edmund Nelson como copiloto, habría tocado un bordillo con la rueda delantera de su Ferrari, doblando uno de los brazos de suspensión. Los mecánicos de Ferrari le advirtieron de ello, pero 'Fon' decidió seguir.

En una zona entre Cerlongo y Guidizzolo, y a una velocidad aproximada de 250 km/h, el neumático delantero del vehículo estalló. A continuación, se salió de la carretera, volando hacia una zona de árboles donde había numerosos espectadores. Portago y Nelson murieron, al igual que nueve aficionados.

Minutos antes del accidente, en una parada en el recorrido, Linda Christian y Alfonso de Portago se encontraron y se besaron, momento que fue captado por un fotógrafo. Esta imagen es conocida como "El beso de la muerte". 

Linda declararía más tarde: "Tuve una extraña sensación con aquel beso. Era frío, y me hizo mirar por primera vez a Nelson (el copiloto y amigo de Portago), sentado detrás de él. Parecía una momia, gris, ceniciento, como hipnotizado. Tenía los ojos de alguien que ha sufrido un enorme shock".

Imola 1994, el fin de semana más negro de la F1

El Gran Premio de San Marino de 1994, celebrado en el Circuito de Imola, ha pasado a la historia como uno de los más trágicos de la historia de la Fórmula 1. En aquella prueba, la categoría reina del automovilismo perdió a dos de los integrantes de la parrilla, Roland Ratzenberger y Ayrton Senna, y temió por la vida de un tercero, el jovencísimo Rubens Barrichello.

Ratzenberger, piloto austriaco de 33 años que venía de correr en la Fórmula 3000 japonesa y tenía experiencia en las 24 Horas de Le Mans (donde había ganado la clase C2 en 1993), había logrado debutar en la Fórmula 1 con el humilde equipo Simtek gracias a la consecución de un importante sponsor. 

Tenía cinco carreras para demostrar su potencial con un coche de última fila. En Brasil no se clasificó y en el GP del Pacífico había sido undécimo. Después llegó Imola, su tercera oportunidad... que resultó ser la última. Un accidente en la Curva Gilles Villeneuve tras la rotura del alerón delantero le provocó heridas irreversibles y el de Salzburgo perdió la vida.

El ambiente en el Circuito de Imola no volvió a ser el mismo. La tragedia se respiraba en cada centímetro del trazado situado en Emilia Romagna. Se cree que muchos de los pilotos de la parrilla no querían correr tras haber perdido a uno de los suyos. Entre los más afectados se encontraba Ayrton Senna, siempre preocupado por la seguridad de todos sobre la pista.

Salida del GP Imola 1994

No en vano, el piloto brasileño había llegado a aparcar su Fórmula 1 en pista en Circuito de Spa-Francorchamps en 1992 tras ver accidentado al piloto Érik Comas, que había recibido el golpe de uno de sus neumáticos y había quedado inconsciente. 

Senna, en aquella prueba dos años antes, se metió en la pista arriesgando su vida, colocó a cabeza del belga para que no sufriera daños vertebrales y retiró su pie del acelerador para evitar un incendio.  "Si hoy estoy aquí es porque Ayrton Senna salvó mi vida", llegaría a decir Comas años más tarde.

El domingo de Imola, Senna no quería correr, pero corrió, porque ese era su deber. La carrera no se canceló, puesto que bien sabemos que la F1 era, es y será siempre un negocio, con decisiones que no gustarán a todos. El brasileño llegaba con la presión de haber abandonado las dos primeras carreras el Mundial, a pesar de hacerse con la pole position, como tenía también en Imola... y Schumacher venía apretando.

Al inicio del Gran Premio de Imola, un accidente volvió a sobresaltar a los espectadores, tras la colisión entre Pedro Lamy y J.J. Lehto. Si bien los pilotos no sufrieron daños, hubo piezas de sus monoplazas que salieron despedidos hacia el público, hiriendo a varios asistentes. Esta circunstancia hizo que saliera a pista el coche de seguridad, el cual duró cinco vueltas. 

Dos giros más tarde, se produjo el accidente que dio la vuelta al mundo, cuando Ayrton Senna se fue recto contra la curva de Tamburello, chocando contra el muro a 211 km/h. El astro brasileño perdió la vida tras este fuerte impacto, habiendo recibido el golpe de una rueda, que había salido despedida. Además una pieza de la suspensión perforó la visera del casco.

Existen diversas teorías sobre el accidente de Ayrton Senna, que sigue siendo uno de los grandes misterios por resolver del automovilismo. Entre ellas se encuentra la rotura de la columna de la dirección, que el propio piloto pidió modificar, puesto que le resultaba incómoda: Williams cortó la que ya usaba y le soldó un trozo de menor diámetro para extenderla. 

Otras teorías que han aparecido con el tiempo están relacionadas con la pérdida de la temperatura de los neumáticos y contracción de los mismos durante el periodo de safety car (este se introdujo aquel año oficialmente en la F1), lo que habría llevado al roce con el asfalto y al 'despegue' de este. También se habló de un pinchazo.

El desastre de Le Mans 1955: Un piloto y 83 aficionados pierden la vida

El accidente de las 24 Horas de Le Mans de 1955 es considerado como la mayor catástrofe de la historia del automovilismo. El piloto francés Pierre Levegh murió tras un accidente múltiple que también se cobró la vida de 83 espectadores. 

En cuestión de segundos se desató la tragedia. Mike Hawthorn - que luchaba por la victoria acompañado por Ivor Bueb al volante de un Jaguar D-Type, peleando mano a mano con Juan Manuel Fangio y Stirling Moss - decidió entrar a boxes repentinamente tras adelantar a un doblado, Lance Macklin.

Después de una repentina maniobra, Macklin, para esquivarle, se movió bruscamente a la izquierda, en el momento en el que los Mercedes de Levegh y Fangio se le echaban encima. Levegh levantó el pie y advirtió a Fangio del peligro, pero no pudo evitar chocar contra el Austin Healey de Macklin a más de 200 km/h, saliendo su coche despedido hacia el exterior del circuito. 

Partes desprendidas del vehículo, incenciadas al estar este fabricado de magnesio, acabaron en las gradas. El piloto, Levegh, y 83 espectadores perdieron la vida en el desastre de Le Mans 1955. Se calcula que alrededor de otras 80 personas resultaron heridas.

La carrera continuó, según la organización, para evitar que la marcha del resto de los aficionados colapsara la vía e impidiera la atención médica por parte de los servicios de emergencia. Mike Hawthorn se hizo con la victoria en aquellas tristes 24 Horas de Le Mans.

La carrera tuvo serias consecuencias para el mundo del motor. Durante la noche, el equipo Mercedes se retiró de la carrera y estuvo ausente durante años de la competición. Suiza prohibió durante seis décadas las carreras automovilísticas en circuito (solo se levantó la prohibición con la llegada de la Fórmula E en 2019). 

Durante 1955 se produjeron otras suspensiones en pruebas de toda Europa y, como sucede tras cada tragedia, se revisaron los protocolos y normativas de seguridad. Los fabricantes fueron más conscientes que nunca del peligro de las carreras, lo que llevó a que muchos fueran más reticentes ante la competición.

Los dedos (humanos) que se encontraron en un coche de rallys

Los Grupo B fueron los coches más emocionantes de la historia del Campeonato del Mundo de Rallys, pero también los más peligrosos, y no solo para los pilotos participantes. Muchos aficionados, en su deseo por verlos lo más cerca posible, incluso llegaron a arriesgar su vida... 

Uno de los Grupo B más populares fue el Peugeot 205 T16, un vehículo que resultaría campeón del mundo en 1985 y 1986, con Timo Salonen y Juha Kankkunen al volante respectivamente. Una de las circunstancias más dantescas relacionadas con este modelo se produjo en el Rally de Portugal de 1986, y atento, porque lo historia tiene miga.

Según desvelaron desde el equipo Peugeot, los operarios de la escudería encontraron dos dedos enganchados en una de las rejillas de ventilación del vehículo francés. Estas, según explicó Kankkunen, estaban "bastante afiladas", lo que unido a la circunstancia de que los aficionados se agolpaban en los extremos del recorrido para tocar el coche, daría una explicación a lo ocurrido.

Quizás lo más curioso de esta historia es que el aficionado presente en el Rally de Portugal de 1986 nunca apareció para reclamar sus dedos... 

Etiquetas: WRC

Descubre más sobre , autor/a de este artículo.

Conoce cómo trabajamos en Autobild España.