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Segunda mano: Mitsubishi L200 II

Carlos Siles

El Mitsubishi L200 tiene un precio asequible y, además, este 'pick-up' tailandés puede aguantar muchos kilómetros si lo han tratado bien. Eso sí, debes estar atento a algunos elementos mecánicos.

En Tailandia te lo puedes pasar en grande si vas de vacaciones, aunque los hay que prefieren montar una fábrica de coches. Eso es justo lo que hacen los japoneses de Mitsubishi desde 1987. No muy lejos de Bangkok, la metrópolis tailandesa, se encuentra la mayor fábrica de coches que tiene Mitsubishi fuera de Japón. El modelo de mayor éxito se llama Triton, aunque en Europa recibió el nombre de L200: se trata de un pick-up de factura sencilla y precio económico fabricado especialmente para transportar mercancías y personas por los peores caminos del Tercer Mundo y los países en desarrollo. Es un auténtico mulo de carga hecho para resistir, pero no para correr.

Y justo ahí se encuentra su talón de Aquiles por autovías europeas: el motor turbodiésel, procedente del Montero de los años 80, no está concebido para correr. El pequeño alimentador turbo está diseñado para lograr un par motor máximo enseguida pero, a la velocidad punta de 155 km/h, tiene que resistir unas revoluciones bestiales. Para el motor, ídem de ídem. Y es que la corta relación que ofrece a bajas velocidades pone un límite constante al turbodiésel con bomba de inyección.

De este modo, la culata termina sobrecalentándose y ningún termómetro está ahí para indicártelo. ¿Consecuencias? La culata puede resquebrajarse, hay pérdida de compresión, problemas de arranque en invierno... el 19 por ciento de los lectores tuvo que hacer frente a una serie de averías muy, muy costosas. Además, el riesgo de que ocurra algo, asciende exponencialmente cuando el cuentakilómetros sobrepasa los 120.000 kilómetros.

Si te vas a comprar un coche usado, te va a ser muy difícil saber si te encuentras ante un diésel de Mitsubishi con problemas serios. Los profesionales de verdad cuentan con aparatos para medir la compresión, la pérdida de presión, el aceite (¿agua en el aceite?) y restos de gases de combustión en el líquido refrigerante. Si no tienes ningún amigo de confianza que sea mecánico y te pueda echar un cable, entonces vas a tener que recurrir a un truco bien simple: poner la mano encima del motor para comprobar si el vendedor lo ha calentado a hurtadillas antes de la visita.

El motor helado debe arrancar cuando se apague la luz de precalentamiento. El diésel debe seguir encendido sin problemas después de que el motor de arranque dé unas cuantas vueltas sin hacer ruidos extraños o soltar demasiado humo blanco. Debes estar pendiente también de los restos de sedimentación marrón y fangosa en la cara interior de la tapa del aceite, la varilla del nivel de aceite y del cierre del radiador. El único consuelo es que los recambios son muy baratos.

Tampoco puedes perder de vista la caja de cambios, uno de los puntos débiles clásicos de los primeros Mitsubishi 4x4: un diez por ciento de los lectores tuvieron que pasar por caja en este apartado. Los problemas empiezan cuando se escuchan unos arañazos al meter las marchas con la transmisión aún fría. Sin embargo, los daños no siempre se hacen notar de esa manera... el cuentakilómetros tampoco es un método fiable de averiguarlo, ya que algunas cajas de cambio mueren a los 70.000 km y otras lo hacen a los 200.000 km.

Las fuerzas de este pick-up se ponen al límite con demasiada frecuencia: el problema no es sólo la velocidad, sino los remolques (hasta 2,7 toneladas) y las cabinas dobles que doblan el chasis y se cargan los amortiguadores del eje trasero.

A pesar de las numerosas averías que sufre el Mitsubishi L200, sus dueños se suelen sentir muy unidos con la marca... Mitsubishi debe agradecérselo principalmente al ágil servicio con el que cuenta y a su económico abanico de piezas de repuesto. De ese modo, el 81 por ciento de los poseedores de un L200 se muestran satisfechos con los talleres oficiales. Debido al corto intervalo de mantenimiento, 7.500 km, tienen que acudir allí con frecuencia.

En cambio, el propio Mitsubishi L200 recibe numerosas críticas: la escasa potencia (40%), la dureza de la suspensión trasera (32%) y el alto consumo (28%) suelen ser las quejas más habituales.

A pesar de que la valoración de los talleres de Mitsubishi es positiva, los dueños del L200 se muestran tan decepcionados con este coche que pocos repetirían: sólo el 30 por ciento pasarían al L200 III o al Montero. El 48 por ciento, en cambio, no quiere saber nada más de esta marca y se han decantado por un Volkswagen Amarok. Finalmente, hay un 22 por ciento de indecisos del que Mitsubishi quizás podría arañar algo.

Aquí puedes encontrar varias ofertas de Mitsubishi LS200 de segunda mano.

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El Mitsubishi L200 tiene un precio asequible y, además, este 'pick-up' tailandés puede aguantar muchos kilómetros si lo han tratado bien. Eso sí, debes estar atento

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