A punto de tener un accidente mientras viajaba con mis hijos en las plazas traseras

8 de la mañana. Un día cualquiera entre semana. Por la noche ha hecho frío. No llueve, pero el suelo está húmedo. Voy camino del colegio acompañado por mis dos hijos. Llegamos a una de las rotondas por la que pasamos todos y cada uno de los días. En principio todo bien, no hay nada que temer. 

Pero quizás el Volkswagen T-Roc que voy conduciendo me transmite buenas sensaciones y me vengo arriba, o simplemente voy un poco más rápido de la cuenta. El caso es que en el momento del cambio de dirección a la izquierda noto que el coche empieza a deslizar del eje delantero, las ruedas patinan en un subviraje que parece no tener fin y me dirijo peligrosamente hacia el guardarraíl. 

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En ese momento, suelto el pie del acelerador, el peso, evidentemente, pasa al eje delantero, que gana agarre. ¿Salvado? ¡Para nada! La cosa se complica aún más, porque la trasera se descoloca y…

Y entonces llega un ángel de la guarda llamado ESC y nos salva de un susto aún mayor y de un posible accidente. Todo ha pasado en apenas un segundo, pero al viajar con mis hijos atrás me he llevado un sustito bastante majo.

UNA REFLEXIÓN AL RALENTÍ

Esto, como es lógico, me ha llevado a plantearme las bases: ¿merece la pena correr? En realidad no iba rápido, pero quizá sí que confiaba en que hubiera más agarre en el asfalto, lo que quiere decir que no había ajustado bien la velocidad a las circunstancias. Vamos, que sí iba más rápido de lo que se podía.

Por otro lado, me ha servidor para darme cuenta de lo mucho que nos ayudan los ADAS (asistentes a la conducción), y más en concreto el control de estabilidad. Lo sé de sobra, porque trabajo en esto y cuando pruebo un coche busco aposta cierto límite para ver cómo se comporta. Pero es muy distinto buscarlo que encontrártelo de sopetón.

Esto, unido a un viaje de trabajo en el que he estado recientemente, con Volkswagen en Suecia, conduciendo en un lago helado, en una de sus Driving Experiences, me lleva a recomendarte que realices uno de estos cursos de conducción sí o sí.

Este tipo de cursos, además de ayudarte a mejorar tus dotes al volante, son lo más excitante y divertido que vas a hacer en tu vida, te lo aseguro. En este, en concreto, te dejan un Golf R 20 aniversario de 333 CV, te invitan a desconectar los controles en el primer momento y te dejan a tu aire para que derrapes, trompees y aprendas a tu ritmo.

Volviendo a mi casi accidente, el ESC me salvó de salirme de la carretera, pero no deja de ser cierto que mi reacción natural fue colocar el coche mirando hacia la salida de la rotonda y me di cuenta de que de manera natural miré hacia allí y no hacia el guardarraíl. No sé si te suena evidente o no, pero eso es justo lo que hay que hacer cuando la trasera derrapa. Y son este tipo de cosas las que aprendes en los cursos de conducción segura.

No deja de ser cierto que, con la experiencia de la VW Driving Experiencie Ice Suecia (sí, así de largo es su nombre oficial) quizás debería haber sido más suave a la hora de pasar del acelerador al freno para que no se produjera un cambio de masas tan brusco, lo que motivó el derrapaje. Pero cuando ya has entrado colado, subviras, te asustas y frenas, al menos hay que saber cómo corregir lo que ya has hecho mal.

UN CONSEJO

Me dedico a esto de conducir, pero (como todos) cometo errores. Lo bueno es que, además de contar con el ESC, supe cómo reaccionar. ¿No querrías tú tener esa misma capacidad? 

Mi consejo, evidentemente, es que, si no lo has hecho ya, te apuntes a un curso de conducción. No hace falta que sea en hielo ni en Suecia (o sí, tú decides), pero al menos haz uno de conducción segura.

Y si todavía no lo tienes claro, te invito a leer este contenido: Qué es y qué se aprende en un curso de conducción.

Y aprovecho este apartado para aconsejarte una lectura completamente diferente de un contenido que he escrito yo mismo en el que te cuento mi experiencia a lo largo de todo un año conduciendo un coche eléctrico. Por si te resulta interesante.