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Las tres razones por las que una buena carretera puede ser más peligrosa

Razones por las que una buena carretera es peligrosa

Las estadísticas confirman que las carreteras secundarios acumulan más accidentes de tráfico que las autovías y autopistas. Pero también hay razones para creer que las buenas carreteras pueden resultar peligrosas.

Por buenas carreteras entendemos aquellas que, aparentemente, son ideales para conducir: con varios carriles, largas rectas y poco tráfico. Su principal enemigo: la distracción (una de las primeras causas de siniestralidad reconocidas por la Dirección General de Tráfico).

Las tres razones por las que las buenas carreteras son peligrosas

  1. El exceso de confianza. Un estudio de la Universidad de Newcastle remarca una paradoja en la carretera: las vías más seguras según los criterios técnicos pueden ser más peligrosas. ¿El motivo? Las vías que se perciben más seguras hacen sentirse al conductor más confiado y que tienda a tomar mayores riesgos: aumentan la velocidad y el número  de adelantamientos. 
  2. El estado de la vía. Por lo general, autovías y autopistas están mejor conservadas; no tienen tantas curvas y el paisaje suele resultar menos llamativo. Esto produce una sensación de monotonía que se apodera del conductor y puede terminar por provocar somnolencia.
    La somnolencia es uno de los mayores peligros al volante. Exactamente igual que sucede con la conducción bajo los efectos del alcohol, el cansancio y la somnolencia aumentan el número de distracciones,  altera la capacidad para tomar decisiones, disminuye la capacidad para prestar atención al entorno y aumenta el tiempo de reacción ante los eventos del tráfico. Como resultado:  las posibilidades de colisión por alcance, salida de la vía o invasiones de carril contrario.
  3. La situación del tráfico. Si a todo lo anterior se suma que, por la hora del día o la fecha, la carretera está poco concurrida, la sensación de monotonía es todavía mayor. 
    Otros vehículos son estímulos que nos mantienen alerta y prevenidos", explica Jorge Jabalquinto, Director del despacho especializado en ayudar a víctimas de accidentes de tráfico Legalcar. "Por ello es frecuente que en los tramos en los que no nos crucemos con nadie la gente desconecte o incluso que aproveche para hacer algo que pueda poner en riesgo la circulación: mirar el móvil, llamar o incluso encender un cigarrillo. Muchos accidentes fatales tienen motivos tan simples y ridículos como estos”, afirma.

Las dos 'caras' de la tecnología

La tecnología ayuda al conductor y, en la mayor parte de las ocasiones, reduce el riesgo de accidente y sus consecuencias, pero también tiene un lado malo.

La velocidad crucero, por ejemplo, es tan útil como perversa, ya que el control manual de la velocidad es un estímulo que mantiene nuestra atención activa. De nuevo, la conducción hecha fácil puede provocar exceso de confianza y desatención al entorno: ante cualquier evento de la carretera el riesgo está servido. “De hecho, en un porcentaje muy alto de conversaciones con nuestros clientes nos reconocen cierto sobresalto ante un evento en carretera si la velocidad de crucero está activada”, aseguran desde Legalcar. Oocurre lo mismo -aunque quizá en menor medida- con los vehículos de cambio automático: “simplificar el manejo puede inducir a monotonía”; concluye.

La pregunta de los martes: ¿deberían bajar a 50 km/h la velocidad en las vías de circunvalación o es una locura?

Por contra, son muchas más las tecnologías que permiten luchar contra el aburrimiento de forma pasiva. Hablamos de los asistentes por salida de carril; que alertan en cuanto se detecta que el coche cruza una línea sin haber indicado el cambio con el intermitente. "Más allá llega el semi piloto automático, que es capaz de tomar el control brevemente en estas situaciones para rectificar la marcha si no se detecta respuesta del conductor", termina Jabalquinto.

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