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Los Ferrari que no se pueden comprar solo con dinero

La marca italiana reserva algunos de sus exclusivos modelos (series limitadas y one-offs) a clientes de lo más especiales, no a los más ricos.

Dicen que el dinero puede con todo. No es algo que nosotros vengamos a discutir, pero sí hay que apuntar que con todo, lo que se dice todo, no puede, al menos en nuestro terreno, el del motor. Cierto que cuanto más rico seas, mejores y más exclusivos coches podrás adquirir, pero hay ciertos límites que ni con esas se pueden cruzar. Entre todas las marcas de lujo, hay una que por tradición y por manera de actuar, se separa del resto: Ferrari.

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La marca del Cavallino Rampante sigue una política que ninguno de sus rivales comparte, sus coches no están hechos para todo el mundo. Siempre se ha oído que “no todo el mundo puede tener un Ferrari”, y es cierto. Acceder a uno de los superdeportivos del fabricante no es solo cuestión de billetes (que hay que tenerlos, y mucho), también hay que cumplir una serie de requisitos.

Empezando por el nivel más bajo, no se puede comprar un Ferrari si no se ha tenido otro antes. ¿Cómo es posible eso? ¿Cómo se tiene el primero entonces? Recurriendo a la segunda mano. Ferrari se asegura de que a sus posibles clientes les quede claro que hay una jerarquía, unos peldaños cada vez más empinados por los que para ascender hay que tener toda una serie de honores cada vez más difíciles de alcanzar.

Ese es el primer paso, uno que el 99% de la población mundial nunca podrá dar, pero los que sí, siempre van a buscar más, y la siguiente fase es intentar hacerse con un Ferrari de edición limitada. Aquí el criterio es mucho más exigente y la cosa se complica todavía más. Hablamos de modelos como los míticos F40 y F50 en su época, el Ferrari Enzo o, más recientemente, los Ferrari XX K, 599 GTO, Pininfarina Sergio y tanto la variante cerrada como la Aperta del LaFerrari. Para conseguir uno de ellos hay que enviar una candidatura a la marca y esta, en función de ciertos aspectos que varían según el caso, analiza cuales de sus ya clientes se merecen ser dueños del preciado superdeportivo de turno.

Entre las varas de medir que se emplean están tener más de ‘x’ número de Ferraris en posesión (cifra que oscila dependiendo del país), haber adquirido ‘x’ Ferraris en los últimos ‘x’ años, ser dueño de un determinado modelo… Y además, hay una persona encargada de llevar a cabo el proceso de selección y de transmitir a los clientes, tanto los afortunados como los que se quedan fuera de la criba, la decisión final: Enrico Galliera, director comercial de la marca. “al principio se reciben peticiones de gente que no los merece, simplemente tienen dinero. Esa es la parte fácil. Después te toca lidiar con alguien que es muy buen cliente pero que no está en el Top 200, y no les puedes ofrecer el coche. Normalmente lo entienden… pero algunos de ellos no están acostumbrados a oír un ‘no’ como respuesta”, comenta.

Ferrari SP275 RW Competizione: one-off del Berlinetta

Lo último, el top de tops, consiste en que Ferrari te construya un one-off, una unidad única que nadie más va a poseer. De media se producen dos o tres Ferrari de este tipo al año, y solo los mejores clientes de la marca tienen opción de pedir uno. Si su propuesta es aceptada trabajan junto al equipo desarrollo entre 18 y 24 meses, teniendo que comprometerse a ir a Maranello con cierta regularidad. Además, una vez se hace la entrega, el dueño se compromete a no vender, excepto de vuelta a la marca, la unidad por el mismo precio que ha sido adquirida durante los siguientes 18 meses.

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