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Prueba de locos: Audi SQ7 contra un avión a reacción

No nos hemos vuelto locos. Queríamos comprobar la capacidad de aceleración del descomunal motor diésel V8 que monta el Audi SQ7. ¿Qué mejor que medirlo contra un jet en una pista de despegue? Duelo descabellado: Audi SQ7 contra un avión a reacción

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La pista de despegue está tan iluminada que, aunque ya ha caído el sol, parece de día. Un motor V8 ruge nervioso, como un animal salvaje preparado para atacar. Este es un duelo descabellado: Audi SQ7 contra un avión a reacción. Concretamente, un Alpha Jet.

El SUV y el avión, uno al lado del otro, dispuestos a salir disparados. Dentro del Audi SQ7. Está activado el modo de conducción Sport, el freno pisado, acelerador a fondo: launch control. A su lado, el Alpha Jet con sus dos reactores al rojo vivo. Me encanta mi trabajo. 

Estoy el la localidad eslovena de Maribor, una tarde de domingo. Los ingenieros de Ingolstadt quieren comprobar si su nuevo Audi SQ7 es capaz de acelerar más que un jet. Que sepamos, nunca ha existido un cara a cara como este. 

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Tras el volante de cuero del SQ7 se sienta Mike Rockenfeller (32 años), varias veces campeón en Le Mans. Preparado para despegar, Philip Haidbauer. Antiguo piloto de guerra de la armada austriaca con más de 3.000 horas de vuelo sobre sus anchos hombros. 

El Audi SQ7 ha recibido una cura intensiva de adelgazamiento en esta versión deportiva: el 41% de la carrocería es de aluminio. Solo las dos puertas, ahorran 24 kilos respecto a las originales de acero. También las aletas son de ese material. En total, 2,4 toneladas. El Alpha Jet, por su parte, es un avión de entrenamiento para el ejército. Pesa 3,6 toneladas, sin armamento.

El Audi SQ7 es el SUV diésel más potente del mercado. Tiene un 4,0 litros V8 que rinde 435 CV pero, sobre todo, unos descomunales 900 Nm de par. El Alpha Jet llega a los 10.000 CV. El SQ7 tiene un depósito de 85 litros que le permite recorrer hasta 1.000 kilómetros sin repostar. El tanque de queroseno del jet traga 1.900 litros, y le permite volar durante 1.950 kilómetros. 

Llega la hora de la verdad. Cuatro minutos después de calentar motores, el piloto desliza hacia delante la palanca de despegue. Los dos reactores SNECMA braman. Al mismo tiempo, Rockenfeller suelta el pedal izquierdo: los dos rivales salen disparados por la pista, como dos cohetes.

300 metros después llegan a la meta. El Alpha Jet ha necesitado 11,4 segundos. El SQ7 lo ha hecho cuatro décimas antes. ¿Cómo puede ser? El SUV de Audi lleva dos turbos, y uno tercero eléctrico que evita el típico receso al acelerar. Esto se traduce en un empuje demoledor, ya desde el primer momento. Nunca se había montado algo tan complejo bajo un capó, por eso el SQ7 necesita una segunda red eléctrica a bordo de 48 voltios, a partir de una batería extra de ión-litio alojada en el maletero.

Resultado: de 0 a 100 km/h en solo 4,8 segundos. Algo inaudito en un diésel, más aún si va alojado en una mole de dos toneladas y media. 

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