Si quieres obtener las mejores frenadas, tienes que usar fibra
de carbono, así se fabrican los frenos de los F1
que Brembo monta en la mayoría de los equipos más
punteros de la parrilla. A unos 10 kilómetros de el nuevo centro
neurálgico de Brembo, inaugurado en 2007 y dentro de un inmenso
parque industrial conocido como el 'kilometro rosso', está la
antigua sede de Curno, donde en 2004 se levantó un edificio de unos
120 metros de largo por 50 de ancho. Con unas 120 personas
trabajando todo el año en su interior, de aquí salen todos los
frenos de competición que produce la marca italiana para la
F1, el WTCC, el WRC,
MotoGP, la Nascar o cualquier otro deporte de motor.
Las medidas de seguridad son todavía más extremas aquí que en su
cercano centro de I+D porque los secretos industriales que se
preservan no solo pertenecen a esta firma del norte de Italia.
Junto a la entrada, se apilan bien ordenados bloques y bloques de
aleación de aluminio de diferentes tamaños, desde el equivalente a
una biblia a algunos como cajas de botas de montaña. Son la materia
prima con la que se producen las pinzas de freno de
competición, en las filas y filas de fresadoras
industriales que hay en el centro de la planta, cada uno irá
tomando forma hasta convertirse en la pieza de un Toro Rosso o de
la moto de
Jorge Lorenzo. De hecho, en cada pasillo hay un buen número de
fotos de pilotos visitando este lugar, aunque predominan las de
Michael Schumacher.
Cada sistema de frenos de un F1 está pensado para
resistir sin problemas 3.000 km rodando al máximo en circuito. Tras
este periodo, se vuelve a enviar aquí y se desmonta por completo
para ser revisado y analizado, el director de esta planta me
responde con cara de satisfacción que, si al revisarlo, se ve
completamente nuevo, lo vuelven a montar y se lo reenvían al equipo
para que cumpla otro ciclo de vida. El día de mi visita, 5 de
julio, es una fecha complicada: varias carreras en el calendario de
la F1 este mes hacen prever uno de los mayores picos de trabajo del
año aquí. El secreto de la duración de los frenos de
competición, sin embargo, no está en su robustísima
pinza
monobloque de aluminio, sino en el disco de carbono.
Si una fresadora puede tardar un día completo en darle forma a la
pinza de freno de un Fórmula 1, para
fabricar un disco de carbono hacen falta nada
menos que cinco meses. Todo el proceso es secreto, pero me cuentan
lo básico, los paños de fibra de carbono en forma de porción de
tarta plana se compran en Alemania o Reino Unido con la trama
orientada unos hacia el centro del semicírculo, otros en paralelo.
Un ordenador se encarga de aplicar un complejo algoritmo -toda esta
tecnología es posible gracias a los avances en computación de los
últimos 20 años- para ir colocando los paños unos sobre otros
ordenados de una forma muy concreta según la orientación de su
tejido. Entra en el siguiente enlace para ver todas las fotos de
los
frenos de F1 de Brembo.
El objeto resultante es un disco de freno de F1
que en esta parte del proceso es como de felpa y pesa unos 2 kg,
pero tres veces más grueso y, desde luego, sin ninguna rigidez. A
continuación, se inserta en máquina que tiene una parte móvil con
decenas de puntiagudas agujas que penetran una y otra vez en la
fibra de carbono para entretejer sus fibras hasta hacerlas una
maraña indisoluble. Después, se aplica el largo proceso de curación
que requiere esta fibra y que, en el caso de los frenos, puede
tardar hasta 12 semanas, de los últimos hornos sale un bloque de
color negro que, para terminar siendo unos frenos de competición,
debe pasar por un delicado proceso de fresado guiado por ordenador
donde recibe sus agujeros y canales
de refrigeración internos.
Para la temporada 2017, la FIA ha acordado un aumento de las
prestaciones de los monoplaza de F1 que les deberá llevar a
completar
Montmeló en 5 segundos menos. Esto conlleva una proporcional
sobredimensión del sistema de frenos de los Fórmula
1, esto ha significado que Brembo ya ha acordado con los
equipos ampliar el espacio dedicado a los discos de freno en unos
cinco centímetros. Y lo que es más importante, en algún lugar de
este edificio, ya están produciendo los primeros frenos de
competición que habrán de ser montados en los monoplaza de
desarrollo a partir del próximo mes noviembre.
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