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Prueba del SsangYong Tivoli DKR: llegar y triunfar

Prueba SsangYong Tivoli DKR
Cuando un proyecto nace desde la pasión, es más fácil que llegue el éxito. Es lo que le ha pasado al equipo SangYong España en el último Dakar, cuyo Tivoli hemos probado.

Alegra ver cómo algunos proyectos que en un principio pudieran parecer muy locos consiguen el éxito gracias al empeño, el tesón y la pasión de unos pocos. Es exactamente lo que le ha pasado al equipo español de SsangYong en su primera participación en el Dakar. Y seamos sinceros: ni los más optimistas daban un duro por ellos. Sin embargo, etapa tras etapa fueron callando muchas bocas en el, dicho por todos los participantes, Dakar más duro de los organizados en Suramérica. Hoy probamos el SsangYong Tivoli DKR.

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Lo cierto es que todo parecía estar en contra: un coche nuevo con pocos kilómetros de test, un equipo nuevo y un piloto debutante, Oscar Fuertes, experimentado en rallys de tierra (fue campeón de España), pero poco ducho en raids y pruebas tan exigentes. Y lo hicieron todo a pedir de boca. No sólo llegaron a meta, un éxito en sí, sino que estuvieron a punto de ser los mejores rookies de la prueba (quedaron segundos). 

Vídeo: así es el SsangYong Tivoli DKR Dakar 2018:

Ambos, Óscar y su copiloto -Diego Vallejo-, deben estar orgullosos por muchos motivos, pero sobre todo tienen que estar agradecidos a todo su equipo, a los patrocinadores y también a un coche que se comportó de forma extraordinaria en los tramos más duros. Resultó ser más fiable de lo que cabría esperar por su juventud, toda una sorpresa. He tenido el privilegio de probar esta máquina, construida a partir de un chasis multitubular, en una finca cerca de Madrid, donde pude experimentar qué se siente a los mandos de un buggie con un poderoso motor V8 de gasolina de 405 CV, cuyo precio ronda los 300.000 euros.

Probamos el SsangYong Tivoli DKR

El mismísimo Diego Vallejo nos haría de copiloto, en un tramo corto, pero con curvas de todo tipo y un salto como guinda donde poder experimentar la sensación de volar. Entrar no es fácil y lo peor es que una vez te encajas en el estrecho bacquet, la sensación de claustrofobia no ayuda a calmar los nervios. No sé cómo se pueden pasar en ese habitáculo tantas horas de competición, con la tensión de la prueba y las dificultades que entrañan el calor y el polvo. 

Diego me da la salida. Arrancamos. El sonido del motor es brutal, muy ronco y omnipresente. Llego a la primera curva y toco el freno de forma suave para ir habituándome. Salgo de la curva y gas a fondo. De nuevo el sonido lo inunda todo. ¡Qué pasada! Más que la aceleración, lo que sorprende de este SsangYong Tivoli DKR es la sensación real de poder pasar por casi cualquier sitio, gracias a un recorrido de suspensiones que parece infinito.

Finalizo mi primera vuelta de aclimatación y voy a por la segunda y última. Tengo que ir un poco más allá. Ya ni toco el freno en la primera curva, la paso con un ligero golpe de volante y dando gas para salir disparado hacia adelante. Diego se da cuenta de que esta vuelta va a ser más movida y me pide calma, pero ya es tarde. ¡Me lo estoy pasando en grande! 

Afronto una chicane a la que llego con el motor alto de vueltas. Es un circuito tan revirado que ni siquiera tengo que jugar con el cambio. Lo hago todo en segunda, aprovechando la tracción de unas ruedas de las que Oscar Fuertes habla maravillas. Freno, intento descolocar la zaga y acelerar pronto para salir de lado. El SsangYong Tivoli lo hace todo con una progresión tremenda hasta el punto de darte absoluta confianza.

Diego me vuelve a pedir calma. Le miro de reojo y nos reímos. Sabe que me queda poco para bajarme de esa maravilla y que tengo que aprovecharlo. Se acerca el salto. Salgo de la curva nuevamente cruzado con el pie a fondo y sólo en el último instante suelto. Estamos con las cuatro ruedas en el aire haciendo un vuelo que nunca olvidaré. ¡Puro vértigo! Aterrizamos y nos chocamos la mano. He dejado el coche intacto para su próxima participación. Porque SsangYong va a volver y lo hará, esta vez, con dos Tivoli. Mucha suerte. 

Etiquetas: SsangYong Tivoli

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