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La increíble historia del Mazda 787B

La increíble historia del Mazda 787B

La primera marca asiática en ganar en La Sarthe.

Han pasado ya 29 años desde que un 23 de junio, a eso de las 16:00h de la tarde, la bandera a cuadros se movía para dar la bienvenida al campeón de las 24 Horas de Le Mans de 1991, un coche con colores verde y naranja, con el número 55 y un peculiar sonido del motor, un motor rotativo. Aquel no era otro que el Mazda 787B.

Aquella edición de la carrera de resistencia más famosa del mundo fue inolvidable y lo sigue siendo todavía hoy. Fue la primera vez que un fabricante asiático ganaba en La Sarthe y así fue hasta 2018, cuando empezó el dominio de Toyota

Pero fue también la primera vez que un coche movido por un motor rotativo cruzaba en primer lugar la línea de meta del mítico circuito francés. Todo un hito que merece un lugar destacado en la historia del automovilismo. 

La increíble historia del Mazda 787B

No importa si eres o no aficionado a las carreras y, en concreto, a la prueba de resistencia francesa. La historia del Mazda 787B es de esas que gusta a cualquier apasionado del motor. 

En torno a las 16:00h del 23 de junio de 1991, se agitó la bandera a cuadros al paso del ganador de aquella edición. Era el coche número 55, con la carrocería en verde y naranja brillante y con el rugido inconfundible de su motor de cuatro rotores. 

 

Tras 21 horas de carrera y después de una extenuante pugna con los favoritos, los Mercedes-Benz y Jaguar, el coche japonés tomó la delantera por primera vez y ya nunca perdió esa posición. 

A partir de ese momento, defendió su puesto en cabeza con uñas y dientes. Tres horas más tarde, y contra todo pronóstico, Johnny Herbert cruzó triunfante la línea de meta al volante de su Mazda ante la mirada de 250.000 espectadores, aunque también contribuyeron a la victoria japonesa los otros dos pilotos del equipo, el alemán Volker Weidler y el luxemburgués Bertrand Gachot.

Una carrera para la historia

La increíble historia del Mazda 787B

La carrera de 1991 fue histórica por varios motivos. En primer lugar, fue la primera vez que un fabricante asiático ganaba en Le Mans, desde que inició su andadura en 1923 (la próxima temporada celebrará su centenario). Hubo que esperar 17 años para ver otra marca japonesa ganar en la prueba francesa, en este caso, Toyota, con Fernando Alonso al volante.

En segundo lugar, aquel triunfo fue y sigue siendo el primero de un coche equipado con un motor sin pistones. Se trataba de un motor rotativo R26B con inyección periférica y tres bujías por rotor, con una potencia de 710 CV a 9.000 rpm.

Tal fue la fiabilidad del propulsor, que los tres coches de Mazda, dos 787B nuevos y un 787 del año anterior, completaron la carrera en primera, sexta y octava posición, respectivamente, en la clasificación general. 

Este dato cobra mayor envergadura si se pone en contexto: de los 38 coches que tomaron la salida, solo consiguieron terminar otros nueve, además de los tres de Mazda. 

De hecho, cuando los ingenieros inspeccionaron el motor R26B después de la carrera, dijeron que estaba en tan buen estado que bien habría podido correr otras 24 horas

El 787B que resultó ganador completó una carrera impecable, con 362 vueltas. En total recorrió 4.932 km a una media de 205,38 km/h hasta que ondeó la bandera a cuadros.

Un objeto de culto

La increíble historia del Mazda 787B

Al año siguiente, el coche número 55 fue a parar al museo de Mazda en Hiroshima después de que, en 1992, cambiara la normativa limitando la cilindrada de los motores, y el motor rotativo fuera desterrado de las 24 Horas de Le Mans. 

Desde entonces, ha hecho apariciones ocasionales, por ejemplo, en la edición 2011 de Le Mans con motivo del 20 aniversario de aquel triunfo de leyenda o en el Festival de Velocidad de Goodwood en 2015. Exhibiciones que sirvieron para que muchos entusiastas del motor escucharan por primera vez el sonido en directo de su característico motor rotativo. 

En la actualidad, el Mazda 787B sigue siendo casi un objeto de culto entre aficionados a las carreras y, sobre todo, entre entusiastas del motor rotativo de todo el mundo.

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