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Desierto de los Niños 2022: una caravana solidaria en la que cada grano de arena cuenta

La edición 2022 de esta iniciativa solidaria se caracterizó por el fuerte calor reinante, una prueba de fuego para personas y vehículos

Iniciativa solidaria 'Desierto de los Niños 2022'. Siempre he pensado que la mejor manera de valorar lo que tenemos es salir y ver cómo está el mundo. Solo entonces es cuando te das cuenta lo importante que es aplicar lo que denomina la Teoría de la Relatividad, no la de Einstein, sino la que implica que en esta vida todo es relativo.

Sí, porque no creo que a nadie le sorprenda leer que este verano ha sido horrible en cuanto a olas de calor, pero basta con salir y explorar lo que hay ahí afuera para comprobar que el calor es relativo, y lo que hemos padecido en España puede ser un soplo de aire fresco con lo que han sufrido no muy lejos de nuestras fronteras.

Tan cerca y tan lejos. Así es Marruecos. Es el exotismo más cercano a España. Los vínculos históricos entre ambos países son innegables, como lo son también muchas de nuestras costumbres arraigadas en nuestra cultura tras siete siglos de presencia árabe en la Península.

Un Hyundai Santa Fe de la caravana solidaria sale de Meknes hacia Erfoud
Un Hyundai Santa Fe de la caravana solidaria sale de Meknes hacia Erfoud

Y aun así, tan cerca como están de nosotros, tan parecidos como somos culturalmente hablando –quién no ha oído aquello de "España-Marruecos misma cosa"–, hay una distancia sideral en otros aspectos y, sobre todo en cuanto a condiciones de vida se refiere.

Bien es cierto que si uno llega a Tánger -tan de moda tras volver a ponerla de actualidad la obra 'El tiempo entre costuras', de María Dueñas–, más parece que estemos en una ciudad más de Europa, pero una vez te encaminas hacia el sur y, sobre todo, cruzas el Atlas, te encuentras otra realidad, mucho más dura y que nos resulta mucho menos familiar.

 

Y es ahí, donde viven los grandes olvidados, en el desierto marroquí tan cerca de nosotros en distancia pero tan lejos encontramos cuanto a condiciones de vida, donde la Asociación Niños del Desierto (ADN) tiene puesto el foco. 

Y ha sido hasta allí donde AUTO BILD, o mejor dicho, un humilde servidor junto a su santa esposa y su hijo de 8 años –porque este tipo de experiencias son más edificantes y se convierten en recuerdos imborrables si se viven en familia–, ha acompañado a esta ONG para llevar, capitaneados por el periodista y exdakariano Nacho Salvador, material escolar, juguetes, bicicletas e incluso columpios.

Columpio montado en una de las escuelas construidas con el apoyo de la Asociación Desierto de los Niños
Columpio montado en una de las escuelas construidas con el apoyo de la Asociación Desierto de los Niños

Todo ello para ser montado en escuelitas para alfabetizar a niños y niñas de esta depauperada zona del desierto marroquí. Y todo granito de arena que se aporta se convierte en una montaña para esta gente.

Y a estos valores que defiende la Asociación Desierto de los Niños es a los que se quiso asociar Hyundai España desde un principio (hace ya 16 años), aprovechando, además, de que el terreno por donde se mueve la caravana solidaria de esta ONG es un banco de pruebas inmejorable.

Un pozo del desierto en primer plano
Un pozo del desierto en primer plano

Y es un banco de pruebas de primer nivel no solo desde el punto de vista de la temperatura –y este año el desafío ha sido extremo– y la resistencia de los motores, sino también para testar sus capacidades offroad.

A esta interesante comunión entre la Asociación del Desierto de los Niños y Hyundai España, se sumó como guinda del pastel solidario la Fundación Alain Afflelou.

Una óptica de la Fundación Alain Afflelou graduando la vista a un menor marroquí
Una óptica de la Fundación Alain Afflelou graduando la vista a un menor marroquí

La citada fundación lleva regalando desde hace años gafas de sol a miles de saharauis –quienes padecen la crudeza de los implacables rayos de Lorenzo–y graduando la vista a niños y mayores, y luego enviando las lentes graduadas a Marruecos.

¿Cómo no dejarte seducir por tan buenos propósitos? Así que montamos nuestros bártulos en una fabulosa Hyundai Staria 4x4 y pusimos rumbo al sur. Como en esta edición del Desierto de los Niños el agua era el eje temático central, y a diferencia de otros años, bordeamos gran parte de la costa atlántica de Marruecos antes de meternos con dirección al Sahara.

Monos en la montaña de los cedros, en el Atlas Medio
Monos en la montaña de los cedros, en el Atlas Medio

La caravana solidaria se componía, además de Hyundai Staria, de Hyundai Tucson y Hyundai Santa Fe, todos con tracción integral y, por tanto, los vehículos más aptos para moverse por el desierto.

Fueron muchas horas de coche por carretera, que no sé cómo mi hijo no terminó hasta el moño, habida cuenta de que móviles, tabletas o consolas de videojuegos estaban prohibidas –por el decreto 33 de quien firma estas líneas–. Por suerte, en cada parada mi heredero aprovechaba para echar una partidista de fútbol con los otros niños de la caravana y soltaba un poco de veneno.

Cualquier para se convertía en el momento idóneo para una pachanga de fútbol
Cualquier para se convertía en el momento idóneo para una pachanga de fútbol

Y mientras el paisaje tornaba de los verdes norteños a los ocres del desierto, el camino se hacía más complicado por momentos. Pero en esto consiste la aventura y en salir de la zona de confort. 

Porque para empatizar con los niños del desierto hay que conocer su entorno y sus condiciones de vida. Y todo ello bajo un sol de justicia, o más bien de ultrajusticia, cayendo a plomo, generando temperaturas diurnas de 46-48 grados –aunque la sensación térmica sea de más– y noches no tropicales –cómo las eché de menos– sino infernales, de hasta 39 grados a las 2.00 de la madrugada. 

Cuando vives esto, todo lo demás te parece una tontería. Como también te parece un juego de niños salirte de lo negro en España tras atravesar ríos de arena, subir crestas rocosas... con ¡un Hyundai Staria! ¡Y qué divertido!

Lo más parecido a un paisaje marciano... y a menos de 800 km de la Península Ibérica
Lo más parecido a un paisaje marciano... y a menos de 800 km de la Península Ibérica

Y eso que, por más que hayas hecho los deberes previamente –bajar la presión de los neumáticos, desactivar las ayudas, activar el modo 'Sand' y bloquear el diferencial– siempre te queda la sensación de que en cualquier momento te puedes quedar enganchado en una duna, por ejemplo. 

En cualquier caso, siempre tengo presente el axioma que reza que hay dos tipos de conductores en las dunas del desierto: los que ya se han enganchado y los que se van a enganchar. 

Un Hyundai Tucson es empujado para ser desatascado
Un Hyundai Tucson es empujado para ser desatascado

Y aunque es un trastorno para el que lo sufre –sin olvidar el cachondeo que luego tiene que sufrir como escarnio por ser tan patoso– y para la caravana solidaria, lo cierto es que una experiencia más a sumar a esta aventura. Y un aprendizaje, que nunca sabe uno cuándo va a necesitar.

Sea como fuere, y tras haber hecho los deberes previos, lo que sí yenía claro era cómo conducir en un río de arena: marchas largas, muy suave con el acelerador, dejar que el vehículo surfee, sí surfee, o esquíe por la arena, como si estuviera deslizándose ladera abajo, nada de giros bruscos para evitar desllantar y, lo más importante, disfrutar. 

La caravana solidaria de Hyundai entrando en las dunas
La caravana solidaria de Hyundai entrando en las dunas

Mi hijo, al miedo a lo desconocido inicial, luego aportó el arrojo y las ganas de más tan típica de los niños, y cada vez que veía un zona de dunas quería que metiera el Staria.

Volvió a pasarlo mal –"cierro los ojos y no miro", me advertía– cuando subimos una empinada y estrecha cresta rocosa con un bonito desfiladero a un lado. "Papá, la furgo no pasa por aquí, da media vuelta", me gritaba. Optó por cerrar los ojos, mientras yo me maravillaba de las inesperadas capacidades offroad del Staria por terrenos tan poco amigables como ese.

Y arriba, en la cima, nos esperaba una recompensa: un paisaje lunar, marciano o de cualquier otro planeta menos de la Tierra. Un paisaje que a buen seguro habrá salido en algunas de las películas de la saga 'Star Wars', y que hace millones de años fue un mar interior. 

De ahí que haya fósiles y más fósiles. Simplemente increíble, pero también un brutal aviso a navegantes de lo que puede ocurrir en la Península Ibérica... 

Agua, bendito líquido elemento en el desierto marroquí

Otra experiencia que se lleva mi hijo se refiere al agua. Una cosa tan normal como abrir el grifo y que salga agua dulce y libre de parásitos es un lujo que no siempre apreciamos.

Y es que en esta zona del desierto marroquí si no llega a ser por los pozos excavados gracias al apoyo de Hyundai, así como la instalación de placas fotovoltaicas para alimentar las bombas de extracción del líquido elemento, la realidad, la cruda realidad de esta gente sería aún más dura.

Placa fotovoltaica para alimentar las bombas de extracción de agua de los pozos en el desierto
Placa fotovoltaica para alimentar las bombas de extracción de agua de los pozos en el desierto

Además, también me llevo en la retina grabada a fuego –y nunca mejor dicho– una experiencia inolvidable, parajes de marcianos donde el silencio y la soledad del desierto son la única compañía.

O restos de kasbahs visitados como donde se rodó la película 'Sahara', antiguas fortalezas en medio de la nada más absoluta o acequias subterráneas horadas por los beréberes como las de Jorf, donde el cambio climático también lleva dejándose notar desde hace años.

Kasbah abandonada y que sirvió de escenario de la película 'Sahara'
Kasbah abandonada y que sirvió de escenario de la película 'Sahara'

Me quedo con la satisfacción de haber aportado nuestro granito de arena a hacer la vida de estos niños un poco menos dura. Aunque también pienso que podría hacer más.

Y es que aún se puede contribuir mucho más, y tú también puedes aportar tu granito de arena a esta iniciativa solidaria (www.desiertoninos.org). 

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