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Test de larga duración con el Mercedes Clase V

Sometemos al Mercedes Clase V a nuestro test de larga duración. 100.000 kms para comprobar si este Mercedes, tan largo como un Clase S y tan alto como un todoterreno puede realmente con todo.

Sometemos al Mercedes Clase V a nuestro test de larga duración. 100.000 kms para comprobar si este Mercedes, tan largo como un Clase S y tan alto como un todoterreno puede realmente con todo.

Cuando alguien dice "Clase V" piensa inevitablemente en el Bulli, es decir, el Volkswagen T6, la gran sombra a la que siempre han estado las furgonetas viajeras de Mercedes. Hasta hace dos años, momento en que logró superarla: "el Mercedes es mejor que el Bulli", fue la conclusión de uno de nuestros redactores tras la primera comparativa.

Eso supuso un hito en este segmento, dirigido a familias numerosas, aventureros y también al transporte para flotas. Por eso las expectativas en nuestro test de duración eran muy altas.

¿Cómo se portaría este V 220 d gris oscuro en el exigente día a día? Durante 100.000 kilómetros ha ejercido de oficina rodante, transporte de equipo y vehículo para producciones fotográficas. Suele ser así: en autobild.es los vehículos grandes son los que más exigencias soportan. 

Nuestro modelo estaba en el deseado punto de equilibrio: en el medio de las tres longitudes disponibles (5,1 metros), en el medio de las tres potencias disponibles en diésel (163 CV), con seis asientos individuales y un equipamiento de serie correcto. Nosotros añadimos extras como el cambio automático, el climatizador, las excelentes luces de con tecnología LED, la puerta deslizante automática en el lado izquierdo o el portón del maletero de apertura eléctrica.

El coste final de nuestro juguete: 57.575 euros. 

Un precio elevado, que le obliga a cumplir con todo lo que alguien espera de un Mercedes. "Funcionalidad sobre originalidad, confort sobre dinamismo. Para los más tradicionalistas este será un Mercedes muy deseado", apuntaba en el cuaderno de viaje uno de nuestros redactores, quien valoró la postura elevada al volante como en un SUV, el excelente confort de rodadura y la sensación tan cercana a conducir un turismo, ya que no parece que estés al volante de un vehículo comercial. "Es el Clase S de las furgonetas y con su suelo de velours, lo veo más como un vehículo VIP que como un coche familiar", fue su conclusión. 

Delante es extremadamente confortable, pero los pesados asientos traseros requieren brazos fuertes y gran esfuerzo para deslizarlos, y no hablemos de desmontarlos... Sus 37 kilos son demasiados para que la operación sea sencilla y esto merma su modularidad y funcionalidad. Una pena, porque su maletero de 1.030 litros lo convierte en todo un prodigio a la hora de llevar equipaje. La luna trasera del portón opcional de apertura independiente nos ha gustado más que el divisor a media altura de la zona de carga. Así lo anotaban en el cuaderno de bitácora: "Útil para equipaje pequeño, pero es tan complicado de desmontar como los asientos". El Clase V sí que tiene otras virtudes que lo hacen muy práctico: como su exiguo radio de giro, de solo 11,8 metros, que permite unas maniobras a priori impensables en un vehículo de estas dimensiones.

Con el motor diésel 220 d, este Clase V ofrece en marcha todo lo que uno puede esperar de un Mercedes. Aun circulando a tope de carga por carreteras de montaña, en situaciones en que el conductor debe pensarse muy bien y con antelación en qué momento pasar al carril izquierdo, esta mecánica es una gran aliada y cuenta con una reserva de potencia suficiente. Hemos medido 12,2 segundos para pasar de 0 a 100 km/h y con una conducción decidida no ha pasado de los 8,0 l/100 km de media. Eso sí, circulando con el pedal del acelerador a fondo por autovías alemanas, el consumo ha subido a los 9,5 litros. Así que los 600 kilómetros de autonomía son posibles gracias a su gran depósito de 70 litros. 

Las leves vibraciones que hemos notado a partir de 160 km/h o que en nuestro banco de rodillos haya dado 156 en lugar de los 163 CV anunciados nos han molestado menos que su exceso de rumorosidad. "El motor diésel merma su confort general", apuntaba uno de nuestros redactores en el cuaderno de viaje. También tiene que ver en eso el hecho de que el bloque se sitúe más cerca del tabique frontal que, por ejemplo, en un Clase C y, lógicamente, el espacio para material aislante es algo menor. 

Menos justificable es el concierto de ruidos que generan las puertas laterales corredizas, ya asumido como compañero de viaje en una anotación a los 12.000 kilómetros. "Golpeteos en el lateral derecho", señalaba otro de nuestros redactores. Más tarde llegaba un crujido del portón por un defecto de cierre de la cerradura o un chirrido del eje delantero, que revisamos varias veces sin resultado. Resulta incómodo, pero no terminamos con este defecto. 

Estos son sus errores más patentes en cuanto a confort, porque en general su conducción es realmente cómoda. Sí nos decepcionó que en alguna ocasión el sistema de información del tráfico en tiempo real del equipo de navegación Command Online (3.245 euros) señalara un atasco en una carretera que estaba prácticamente vacía. Además, el mando touchpad de este sistema ha fallado más de lo deseado. 

A los 71.289 kilómetros, las pastillas de los frenos estaban muy gastadas y muchos se quejaron de la falta de firmeza del pedal. Tras la primera pisada, el punto de presión se desplaza hacia abajo.

Una pena, porque este Clase V, si nos abstenemos de sus molestos ruidos, terminó nuestro test de larga duración de una forma casi impecable. Por eso, por el momento, mantenemos nuestro veredicto: es el mejor Bulli.

Seis mínimos defectos

1. Gran potencia lumínica

Las luces de LED Intelligent Light System cuestan nada menos que 1.705 euros. Pero el sistema lo vale. Su estado era impecable.

2. Duración

El Clase V terminó el test con los discos de fábrica. Solo hubo que cambiar las pastillas a los 71.289 kilómetros. Encontramos leves rastros de abrasiones en el disco izquierdo. 

3. Algo escondido

Las baterías se ubican bajo el asiento del acompañante. Pero para un arranque de emergencia con pinzas, a los puntos de los polos positivo y negativo se accede fácilmente desde el lateral derecho del vano motor. 

4. Cambio de serie confortable

El cambio automático por convertidor  de par de siete velocidades lo produce directamente la propia Mercedes. Al finalizar el test, todas sus piezas siguen en plena forma y no se han desgastado.

5.  Capacidad de frenado

Quien, en una situación de peligro, pise a fondo el pedal del freno, requerirá de 38 metros para detener a este Clase V desde los 100 km/h. Sin duda, un dato muy bueno para su tamaño.

6.  Demasiada sal

A pesar de llevar un gran revestimiento para la protección de los bajos, hemos encontrado demasiados restos de la sal que se vierte en invierno en el asfalto en el cárter y en la parte inferior del recubrimiento del motor.

Conclusión

El Clase V es un prodigio de espacio y un vehículo muy confortable. Su calidad es claramente mejor que la del modelo anterior. Pero su robustez a veces puede ser molesta para quienes les gusta la modularidad: los pesados asientos son complicados de manejar y desmontar. Además, algunos ruidos molestos han sido inseparables compañeros de viaje en nuestro test. Eso no encaja con el precio y las pretensiones de Mercedes. 

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Sometemos al Mercedes Clase V a nuestro test de larga duración. 100.000 kms para comprobar si este Mercedes, tan largo como un Clase S y tan alto como un todoterreno

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